Lunes, 2 de agosto de 2010 | Hoy
TELEVISION › EMPIEZA LA SEGUNDA TEMPORADA DE ENCUENTRO EN EL ESTUDIO
En el primer capítulo del ciclo que conduce Lalo Mir en el Canal Encuentro, Gustavo Santaolalla repasará su prolífica carrera como músico y productor. Lo hará en los míticos estudios ION, a las órdenes del ingeniero de grabación Jorge “Portugués” Da Silva.
Por Karina Micheletto
Hablar de música puede ser –lo saben quienes han hecho de esto un oficio– una tarea ardua o vana según cómo se mire, un de-safío perdido de antemano. La entrevista a un músico, devenido en celebridad, puede también convertirse en una sumatoria de anécdotas y detalles de la vida privada del personaje en cuestión, circunstancias que nada tienen que ver con la música que hace. De este gran lugar común mediático se supo correr Encuentro en el estudio, conducido por Lalo Mir, y allí radicó uno de los aciertos reveladores del ciclo donde la música, cómo y quién la hace importan por igual. Hoy a las 22, Encuentro estrena la segunda temporada de esta serie, que comenzará retratando a Gustavo Santaolalla y su música, y seguirá durante agosto, todos los lunes, con Chango Spasiuk, Hilda Lizarazu, Chico Novarro y Las Pelotas (repite los martes a las 15, miércoles a las 12 y jueves a las 22).
Encuentro en el estudio ya ahondó en artistas como Liliana Herrero, Fito Páez y Rubén Juárez. El clima relajado y de cordial intimidad que logra Lalo Mir guiando las entrevistas, sumado al ambiente que se les propone a los músicos para realizarlas –el que les es propio, un estudio de grabación–, logra grandes momentos, aun con figuras que pareciera que ya lo han dicho todo. No sólo de palabras está hecho el ciclo, y la grabación de los temas que de alguna manera sintetizan las carreras de estos artistas es otro de los fuertes de la producción, en tomas especialmente realizadas, reproducidas en su totalidad, muchas veces improvisadas en el momento.
Gracias a este plus de calidad, el capítulo de Rubén Juárez, en la primera temporada del ciclo, por ejemplo, se transformó en un documento. No sólo abrió el personaje a temas relacionados con la música, con el color particular de su estilo excesivo. Fue una de las joyitas que quedaron para la posteridad con su extraordinaria, única versión de “Malena”, entre otros temazos que quedaron guardados en el bandoneón y la voz del fallecido tanguero, filmados dentro de este ciclo. Otros creadores que aparecerán en los próximos capítulos serán Leopoldo Federico, Amelita Baltar, Rubén Rada, Lito Vitale, Sandra Mihanovich, Paz Martínez, Virus y Juana Molina.
En la apertura de la temporada, esta noche, Gustavo Santaolalla será conducido hasta los míticos estudios ION para ponerse a las órdenes del también mítico ingeniero de grabación Jorge “Portugués” Da Silva (“¿Se conocen?”, lanza el guiño Lalo Mir. “De vista”, se ríe Santaolalla). El estudio de grabación es mostrado y analizado. Por aquí pasaron buena parte de las glorias de la música argentina –en el tango ha sido particularmente rica la convocatoria– y Santaolalla despliega una teoría que es compartida por muchos de sus colegas: todos los músicos que han grabado aquí de alguna manera “cargaron” de energía a este lugar. Y así como algunos viejos instrumentos se van ennobleciendo con el tiempo, un estudio como ION, después de tanta música, tiene su sonido particular.
“Hace más de cuarenta años, cuando tenía apenas 16, fue pionero en experimentar la fusión del rock con el folklore y la música popular latinoamericana. Desde entonces, lejos de seguir las modas, las modas lo siguieron a él.” Así presenta Lalo Mir al invitado del capítulo, pintando además una imagen de su infancia: la de su padre frente al espejo, por las mañanas, afeitándose y cantando tangos. A lo largo de la siguiente hora hay tiempo para que Santaolalla se explaye en un repaso por cuatro décadas de música, en un trabajo multifacético. El record de dos premios Oscar consecutivos como autor de bandas de sonido, la influencia de su trabajo como productor en el boom del rock latino y también más atrás: la experiencia de Arco Iris, Soluna o De Ushuaia a La Quiaca, el proyecto con el que recorrió el país, rumbo a la fuente de los músicos del folklore, junto a su gran amigo León Gieco.
“Mi carrera empezó como artista y como productor simultáneamente, a los 16 años, firmando con RCA Victor. Aparte de la música en sí, me interesaba el trabajo de hacer discos. Y el único artista que producía fuera del círculo de cosas mías era León”, cuenta Santaolalla. “León empezó como alumno mío, porque lo que ganábamos con Arco Iris no nos alcanzaba para vivir, entonces dábamos clases. Por supuesto, los chicos que venían a estudiar no eran los que buscaban un conservatorio. Al final de la primera clase siempre les decía a mis alumnos: ‘A ver, ¿qué hacés con la viola, rasgás algo?’. Y un día llegó un muchacho de Cañada Rosquín y me mostró lo que hacía. Le dije: ‘Yo no te tengo que dar clases; tenemos que hacer un disco’. Así empezó nuestra amistad, y nuestro trabajo conjunto.”
Además de este tipo de relatos está la música, sin cortes: la de las películas, donde ganó dos Oscar; “Ando rodando”, del disco solista que sacó en 1982; “Mañanas campestres”, aquel clásico de Arco Iris; De Ushuaia a La Quiaca, recordando aquella “locura”, según Lalo Mir. De eso también se trata este ciclo.
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