Finalmente, se confirmaron los pronósticos: El Trece y Radio Mitre arrasaron con los Martín Fierro en su 41ª edición celebrada anoche en el Hotel Hilton. La tradicional y cuestionada ceremonia organizada anualmente por la Asociación de Periodistas de la Televisión y Radiofonía Argentina (Aptra) tuvo esta vez un condimento extra, que la condicionó: después de una década, El Trece volvió a transmitir la fiesta de autocelebración de la farándula argentina. El Martín Fierro de Oro entregado finalmente a Para vestir santos y el de Platino a Marcelo Tinelli fueron, más allá de eventuales merecimientos, coherentes con esta lógica empresarial-televisiva.

La televisación de El Trece le daba también a la ceremonia un cariz político, teniendo en cuenta el año electoral, la disputa entre el gobierno nacional y el Grupo Clarín y la puesta en discusión de la estructura mediática que se profundizó a partir de la ley de medios. Sin embargo, la de anoche fue una fiesta casi aséptica en ese sentido. Con excepción del discurso de Adrián Paenza, que obtuvo una estatuilla por su ciclo Científicos argentinos (ver aparte) y reivindicó la gestión del gobierno nacional, los ganadores optaron esta vez –en términos políticos– por el silencio. Ni siquiera los delfines periodísticos de El Trece y Radio Mitre (entre otros pesos pesado, obtuvieron galardones Telenoche y Chiche Gelblung) aprovecharon el micrófono para alinearse con el Grupo en la llamada “defensa de la libertad de expresión”.

Hilando fino, no faltó quien especulara con que la transmisión “se sacó de encima” temprano los premios más incómodos. De hecho, Paenza –que se intuía que iba a pronunciarse políticamente– habló apenas pasadas las 22, cuando el rating era más bajo (22 puntos, según el minuto a minuto) porque los Martín Fierro competían con el final del partido Arsenal-Boca que estaba televisando Canal 7. Después de las 22, el rating trepó rápidamente y pronto llegó a los 32 puntos. Pero ya para entonces, la enorme mayoría de los ganadores apenas ocupó su tiempo para agradecer a colegas, amigos y familiares.

La producción de la fiesta estuvo marcada por el despliegue técnico. Hubo mucho dinero y muchas horas de trabajo puestos al servicio de la celebración, para que nada fallara. También se notó cierta tensión en muchos de los participantes. Quedaba claro que no era lo mismo salir en El Trece que en América (como ocurrió el año pasado, con mucho menos rating y rebote periodístico). Esa tensión derivó, más allá de toda la parafernalia y la pompa desplegadas, en una fiesta ligeramente fría, sin el espíritu (¿se habrá tomado menos alcohol?) de otras temporadas. El momento de mayor atención –al menos hasta que se dirimieron los premios mayores– se dio cuando Carlitos Balá recibió la mención especial a la trayectoria. Entonces sí, todos escucharon y muchos se pusieron de pie para aplaudir al cómico que hace años no consigue un contrato televisivo.

Los conductores Mike Amigorena y Natalia Oreiro lucieron descontracturados y ayudaron a ponerle un poco de onda al asunto. Hasta se permitieron actuar y cantar, dándole a la celebración un tinte más joven y ameno. Pero si algo quedó claro en términos generales, fue que estos Martín Fierro no despejaron ninguna de las dudas (o, por el contrario, las confirmaron negativamente) que Aptra pone sobre el tapete en cada una de sus fiestas.

Producción: Emanuel Respighi y Sergio Sánchez.