- El regreso de los Martín Fierro a la pantalla de El Trece después de una década originó una superproducción especial de parte del canal que se pudo percibir desde la llegada de los 800 invitados al Hilton y a través de la misma transmisión televisiva. Unos veinte bailarines se encargaron de recibir a los artistas en un lobby que, además de presentar una imponente gigantografía de 24 metros de altura de la tradicional estatuilla, estaba decorado desde sus balcones con banners con los logos de todos los canales televisivos y emisoras radiales que participaron de la ceremonia. Tal vez como una estrategia para transmitir preferentemente el glamour del jet set local, y lograr que los cuestionados premios quedaran en segundo plano, El Trece no ahorró gastos de producción a la hora de pensar la transmisión: la escenografía montada en el salón Pacífico del hotel –iluminado por 400 artefactos– tenía una superficie de 300 metros cuadrados de pantalla de LED, inmejorable para que los tres directores, las 23 cámaras y los dos móviles de Alta Definición –la ceremonia se pudo ver en HD por Cablevisión– llevasen a millones de hogares la ceremonia con la mejor calidad posible. Ya sin los Clarín Espectáculos, El Trece apostó fuerte a un premio que casualmente terminó por devolverle gentilezas.

- Más allá de ganadores y perdedores, los 800 invitados divididos en 80 mesas coincidieron en celebrar el menú de una ceremonia larga, pero más corta que la de la edición anterior. La “Toma 1” –la manera en que titularon al primer plato– contó con un sobre brioche crocante con oliva, queso pulpeta, mermelada de oliva, tomates asados, praliné líquido y finas hierbas. La “Toma 2” fue más abundante: lomo acompañado por papa fondant con centro de hongos, molleja laqueada, minicroqueta especiada y habas a la manteca. El “Cierre de oro” del menú de la noche consistió en una esfera de chocolate con castañas de cajú, frutos rojos en reducción de Malbec, helado de vainilla y lajas de chocolate blanco y confitura de frutillas. Las generosas ingestas de champagne y vino tinto de la velada dejaron eufórico a más de uno.

- Como cada año, los vaticinios por el Oro dominaron la velada desde temprano. Desde que se instituyó la estatuilla que disputan los ganadores de algún Martín Fierro, allá por 1991, el oro siempre fue centro de disputas entre El Trece y Telefe. De hecho, hasta la edición de ayer ambos canales se habían llevado ocho gauchitos de oro cada uno, repartiéndoselos año tras año (salvo raras excepciones: cuando les tocó ganarlo a Mirtha Legrand, a Magdalena Ruiz Guiñazú y a LaLola). Desde que Fax lo ganó en 1991, tuvieron el privilegio de alzarlo personalidades y programas como Antonio Gasalla, Hola Susana, Santo Biasatti, Videomatch, Fútbol de Primera, Nicolás Repetto, Telenoche, Culpables, Los simuladores, Resistiré, Padre Coraje, Mujeres asesinas, Montecristo, Vidas robadas y Tratame bien. Por eso, el de la 41ª edición tenía el plus de inclinar la balanza para uno u otro lado. Y más allá de merecimientos, por lo visto a los miembros de Aptra no les tembló el pulso a la hora de hacer honor a su histórica “coherencia”.

- Aunque las numerosas y extensas categorías dieron sus frutos, ya que a la ceremonia no faltó casi nadie de los nominados, hubo sin embargo una ausencia notable. Probablemente consciente de que su forzada nominación como actor de reparto, por su pequeña participación en Para vestir santos, tenía más que ver con sumar un rostro importante a la transmisión que con el hecho de destacar su trabajo, Ricardo Darín decidió no hacerle el juego a Aptra y no fue a la velada. “Voy a ir a los premios, pero a los Don Segundo Sombra”, había ironizado hace algunas semanas. Un faltazo que terminó por desnudar la patética lógica que mueve a los miembros de Aptra a la hora de votar a los trabajos supuestamente “más destacados” de la producción televisiva de cada año. Y que ubica a Darín en un lugar que pocas celebridades locales, siempre gustosas de los flashes, están dispuestas a ocupar.