TELEVISION › LA POLEMICA ALREDEDOR DE LAS CAMARAS SORPRESA CON POLITICOS
La flamante cámara sorpresa de Showmatch, que eligió como primera “víctima” al senador Rodolfo Terragno, habilita un debate sobre sus alcances y su legitimidad. Nancy Pazos, la periodista que hizo el reportaje, se defiende diciendo que “la Argentina da para que se mezcle todo”. Terragno se ataja: “No me sentí maltratado, sí sorprendido”.
Por primera vez en la historia de las cámaras sorpresa que Marcelo Tinelli convirtió en un clásico de la TV argentina, el recurso victimizó al político. Hasta aquí, las últimas que se hicieron, en 2004 y 2005, giraron en torno de una obsesión desnudista: Luciana Salazar invitó al cumbiero o al conductor y los forzó a desnudarse en un apócrifo programa erótico. Antes, José María Listorti se le presentó sin ropa a la modelo, totalmente desnudo, pero siempre se olió tufillo a escena fraguada: llantos sin lágrimas de las víctimas, enojos demasiado iguales al anterior coronados por el insulto cariñoso. En 2006, la primera cámara sorpresa con políticos, conducida por la periodista Nancy Pazos, eligió como víctima al senador Rodolfo Terragno, en el marco del decorado perteneciente al programa de cable Ruleta Rusa. Seis de quince políticos que participaron en las cámaras de Pazos –difundió el viernes la agencia Télam– habrían presionado para que no fueran emitidas al aire. Durante la emisión de Showmatch, Pazos aseguró que “llamó gente de más arriba de los que vinieron”, a lo cual Tinelli respondió con un lacónico: “Se van a pasar todas”.
Tinelli, que ya había coqueteado con el grotesco político en su Gran Cuñado, esta vez –justo en el año en que, los miércoles, competirá con CQC– se entregó a las mismas técnicas que implementa el moscardón: por un truco de edición, a Terragno le salía humito por las orejas, lo golpeaba un martillo animado.... El político debió contestar preguntas incómodas del panelista Ronen Szwarc: “¿Mujer fea o travesti? ¿Por adelante o por el camino de tierra?”, importunó el cronista de Radio Diez. “Fue fuerte –asume Nancy Pazos a Página/12–, pero en realidad hay toda una parte del programa que todavía no se vio al aire.” La extraña experiencia alentada por Pazos dividió la participación de Terragno entre una parte seria de 40 minutos (para el programa Ruleta Rusa, que se emitirá por Plus Satelital) y un tramo final en tono de farsa, dedicado a Showmatch. ¿No temía Pazos la crisis de credibilidad que se le vendría encima? “Ruleta Rusa va a salir al aire; dura 40 minutos: la primera parte de la entrevista incluye mis preguntas políticas al estilo Nancy Pazos; en la segunda, el periodista invitado empieza a hacer preguntas subidas de tono. Pero no tengo miedo a perder la credibilidad: Ruleta... tiene diez años, y lo que yo hice en la cámara sorpresa es exactamente lo mismo que hago en mi programa. A Terragno le he dicho diez mil veces: ¿por qué no vuelve al periodismo?”. ¿Se unifica el tono entre el periodismo político y la sátira? “Estamos en un año –sigue Pazos– en que el Presidente sólo habla en CQC. A mí todo esto me da gracia; la Argentina da para que se mezcle todo.” ¿Alguna represalia del periodismo puro? Pese a que, en marzo, la columna de Pazos en Diario Perfil salió todas las semanas, ella justifica su ausencia de hoy en ese matutino por la existencia de un contrato que pauta apariciones quincenales.
El político participante acepta, una vez descubierta la trampa, que se televise el envío. “En caso contrario, de no existir ese consentimiento –interpreta Luis Alén, especialista en Derecho a la Información–, el político que se presta a una cosa seria y termina haciendo el ridículo podría iniciar una acción judicial por el daño.” Terragno le da la razón, ante la consulta de Página/12. “Yo fui convencido de que estaba yendo a un programa de Nancy Pazos –dice–, pero todo empezó a cobrar algunos aspectos grotescos cuando el panelista hizo preguntas impertinentes. Después, cuando empezó a hablar la gente del público, me di cuenta de lo que pasaba. Entonces traté de divertirme...” La videopolítica, teorizada por el semiólogo Eliseo Verón, enseñó que es más potente la aparición en el sketch que el cierre de campaña clásico; ¿tal vez aun la pregunta sexual o la agresión de la tribuna tengan algún grado de beneficio?
–Me sorprendió, sí, pero no me enojó –dice Terragno–, porque me pareció que no tenía mala intención. Además, lo importante es la reacción que cada uno tiene: mi reacción fue la normal. Acepté las preguntas adecuadas y reaccioné frente a las inadecuadas. No me sentí maltratado, sí sorprendido, porque iba a un programa serio y terminé siendo protagonista de un programa humorístico, pero me parece que, como en todas las cosas, uno tiene que ver también cuáles son las propias reacciones. Si en las mismas circunstancias yo hubiese contestado las preguntas que me hacía el periodista, o si hubiese seguido ese tren de preguntas, me hubiese puesto en una posición indecorosa, y no lo hice.
La novedad del humor político es proveer información entre tanta bulla: además del grotesco, los cables del día siguiente dieron cuenta de la declaración altisonante. “Yo creo que la UCR se quedó con la marca registrada pero perdió la clientela”, expresó Terragno cuando le preguntaron si el partido se encontraba en etapa de cadáver o de enfermo terminal. Luis Alén opina que lo sucedido “tiene que ver con la banalización de la política: las partes se prestan alegremente a participar sospechando que no es una cámara sorpresa. Deja el sabor de que la gente sabe de alguna manera y participa alegremente del show. Se transforma la política en parte del espectáculo”. ¿Fue un paso más allá de las caricaturas del Gran Cuñado? ¿O de las apariciones de políticos bromeando con el movilero de CQC? Aquí, dos partes en el asunto no participan del mismo pacto; el engañado se entera a posteriori. Aquí Pazos respalda a su panelista ante la pregunta zafada, o avala a la tribuna cada vez que irrumpe en llanto para quejarse ¡a Terragno,! por el perjuicio que les provocan las obras del Subte H... ¿Acaso le incumbe? “No lo nombro –opinó Román Lejtman–, no digo nada, pero el programa no tiene nada nuevo, y me parece que periodistas con prestigio lo ponen en juego por hacer una cámara sorpresa a los políticos.”
Para el ensayista y profesor Nicolás Casullo, “fue una vuelta de tuerca más de una democracia massmediática con la realidad como espectáculo permanente, y en este caso se le agrega una suerte de intervención periodístico/ informativa/ entrevistadora que busca el escándalo como una suerte de lógica permanente en la televisión”. Mientras Terragno describe una escena cordial propia del beneficio mutuo (“No me hicieron firmar nada ni antes ni después, ahí mismo se reveló que era una cámara sorpresa”, explica), Casullo analiza la experiencia como “lo que podríamos llamar la presencia en los medios que todo político busca afanosamente. Hay ciertos ribetes de la política argentina que poco diferencian lo que sería una cámara sorpresa de una actuación normal donde todos saben que son televisados”. El periodista Diego Bonadeo reclama: “Que Nancy Pazos le haga una cámara sorpresa a Suar... ¡esas cosas nunca se las hacen a los patrones! O que se la haga a su marido, Diego Santilli, y que le pregunte cómo es la relación de Santilli con la hinchada de River”.
Hasta aquí los usos de la cámara engañosa (sorpresa u oculta) apuntaron a la infracción sexual (en Punto/Doc) o a la detección de una mafia profesional/ gremial en Telenoche Investiga. La polémica alrededor de su flamante uso se amplifica ante el nombre de Terragno en el gaste inaugural: los consultados coinciden en que la invitación a un menemista histórico a participar de la cámara de Pazos hubiera generado otro consenso. ¿Acaso la cámara sorpresa se legitima sólo como una revancha contra la vieja política? “A Terragno le tengo respeto intelectual y personal –sigue Bonadeo– pese a que es radical, y estoy seguro de que fue sorprendido en su buena fe. Pero no me extrañaría que otros políticos acepten salir en una cámara sorpresa con tal de salir, a cualquier precio, así como los actores y las modelos piden por favor que no hablen de su vida privada y lo único que hacen es estar en complicidad con los que trabajan de eso. No me sorprende que Nancy Pazos se haya prestado a esto, como no me sorprendería de tantos otros que supuestamente hacen periodismo político. Nancy Pazos es una pícara de café.” Terragno, en tanto, prefiere disociar la técnica de su nuevo blanco. “O aceptamos esto como un recurso válido desde el humor o no lo aceptamos, y si no, da lo mismo que la víctima sea un político o lo que sea.”
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