Martes, 13 de septiembre de 2011 | Hoy
TELEVISION › GISELA BUSANICHE Y LOS TRECE EPISODIOS DE EN EL MEDIO DEL PODER
La nueva temporada de su programa en Encuentro contempla que “el poder atraviesa la sociedad, así que buscamos poderosos de toda clase”. La periodista entrevistó a toda clase de actores sociales, en una serie de diálogos imperdibles.
Por Facundo García
Suena el celular. Atiende. Le cuentan algo y ella repregunta o hace un silencio de máxima atención. La amabilidad de Gisela Busaniche no le impide estar consustanciada con el vértigo periodístico. Acaba de estrenar En el medio del poder –que va todos los martes a las 22 por Canal Encuentro– y admite que a lo largo de los trece programas tuvo que mantener la compostura frente a tipos que no son precisamente maestras jardineras. “Es uno de los requisitos. Si una se pone a escuchar visiones distintas e incluso opuestas a su convicción, lo que tiene que hacer es escuchar. Escuchar y discutir, pero dejando que el que está del otro lado se exprese. En todo caso el espectador sacará sus conclusiones”, propone.
–El poder atraviesa la sociedad, así que buscamos poderosos de toda clase. Convocamos a Ignacio de Mendiguren (titular de la Unión Industrial Argentina), a dirigentes de las pymes, a líderes piqueteros. Nos sentamos a hablar con economistas del CEMA y con dirigentes cooperativistas como Carlos Heller; con el poder financiero y con los sindicalistas.
–Muchos. Cuando se enteraban de que salíamos por Encuentro, un canal público, más de uno se echó para atrás. De todas maneras armamos una galería de voces bien diferentes. Es más: lo primero que hice fue llamar a Beatriz Sarlo, que me dijo que no iba a dar la nota porque acababa de salir en 6, 7, 8 y quería bajar el nivel de exposición... una lástima.
–En el programa tenemos entrevistados como (el ex secretario de la presidencia durante el gobierno menemista) Alberto Kohan. Uno dirá: ¿con qué criterio lo incluimos? Y responderé que si hablamos de poder en la Argentina, no podíamos dejar de considerar a los menemistas. No estamos para nada de acuerdo con ellos, pero somos periodistas y nuestro deber es mostrar lo que pasa.
–“El poder de la fuerza” (sobre la policía y el ejército) fue especial, porque hubo que describir cómo la sociedad delega la violencia en determinados grupos a los que se adoctrina y se da armamento. Escapando de los estereotipos surgieron puntas interesantes, como los obstáculos que tienen ellos para sindicalizarse y el espacio que se les da –o no– a los derechos humanos en su formación. Otro capítulo en el que aprendí un montón fue el de la Justicia. Ahí vimos que las leyes no son un hecho duro, inamovible, sino que dependen de individuos concretos que tienen sus propias características e interpretaciones de lo que está escrito.
Y no hay fórmulas: se trata de desenmarañar los nudos del discurso para que el pensamiento fluya. En el medio del poder se meterá con la Iglesia, los sindicatos y el sector financiero, entre otros polos de influencia. Las emisiones arrancan con una introducción, seguida por entrevistas y un tramo donde se especifica cómo actúa en la sociedad el poder en cuestión y cuáles han sido sus efectos en el pasado. El resto es puro descubrimiento.
–Dentro del campo popular noté que a veces hay posturas aparentemente lejanas que tienen muchísimo en común, y eso me hizo preguntarme por qué no hay más acuerdos. En cuanto a la variedad, fue muy instructivo hacer un mapa con pensamientos tan disímiles. Incluimos, por ejemplo, entrevistas a radicales como Ernesto Sanz, al intendente de Morón por Nuevo Encuentro, Lucas Ghi, a kirchneristas. De todo. Cuando abordamos los sindicatos me encontré con Facundo Moyano, pero también con los delegados del subte, con Hugo Yasky y con Pablo Micheli. Y nunca esquivamos asuntos complicados: a ciertos dirigentes, sin ir más lejos, les preguntamos si no veían una contradicción entre ser empresarios y representar a los trabajadores. Ya van a ver las respuestas que dieron...
–Es muy positivo lo que generó 6, 7, 8, porque partió de una honestidad brutal. Ellos dijeron “desde acá pienso yo” en vez de apelar a la hipocresía a la que nos tenían acostumbrados los grandes medios. En esa tarea le dieron argumentos a una gran cantidad de espectadores que sacaron la política a la calle. Porque no hay que olvidar el hecho inédito de que una multitud haya salido a manifestarse políticamente, a poner el cuerpo, usando la remera de un programa de TV. Admito, sí, que estar al aire todos los días debe ser agotador.
–Hay que conquistar la credibilidad y para eso es indispensable sumar voces. A lo mejor es necesario crear ámbitos para dejar de convencer sólo a los convencidos. El otro día, en una charla de una facultad, un chico de veintitrés años tiró algo muy interesante. Después del periodismo de facciones del siglo XIX, de la mirada “objetiva” del XX y de la prensa partidaria –dijo–, habría llegado el momento del periodismo “de posición”. Consiste en abrir el juego a lo distinto, admitiendo desde dónde hablás.
–Hoy se habla de “el poder del periodismo” y la verdad es que no todos los periodistas tenemos el mismo poder. No es lo mismo ser Víctor Hugo o Morales Solá que un periodista de redacción. De todos modos, la situación del país está cambiando y eso influye. Yo lo sé porque trabajé en el prime time de la tele abierta en una etapa en la que no podías decir “compañero” porque te sacaban del aire. Hoy el valor de la política ha cambiado, el lenguaje se está liberando y eso es fundamental.
–Cuando hacíamos La liga, peleamos por conseguir el dinero para ir a Bolivia y mostrar el intento de golpe que se estaba armando desde Santa Cruz de la Sierra. Esa noche apenas rozamos los diez puntos de rating. A las pocas semanas hicimos “Tribus urbanas” y llegamos a 22. ¿Qué quiero decir con esto? Que en el que mira también hay una responsabilidad. De vez en cuando yo uso la tele para divertirme, como cualquiera. Pero los espectadores nos tenemos que hacer cargo del poder que ejercemos.
En el medio del poder consta de trece capítulos. El de hoy será sobre la Iglesia y su rol en la sociedad: se ofrecerán detalles acerca del financiamiento de las instituciones eclesiásticas, así como de su interacción con entidades políticas y económicas. El martes 20 llegará “el poder de la historia”, una investigación sobre las distintas corrientes historiográficas y su incidencia en los relatos del presente. El 27, “el poder del Estado” se sumergirá en los mecanismos estatales para administrar recursos y la función que les cabe a estos mecanismos en un contexto democrático. En las semanas siguientes la mira se posará en la economía, los sindicatos, las organizaciones sociales, la ley, el conocimiento, las fuerzas armadas, las entidades supraestatales y el dinero. En el medio del poder se emite los martes a las 22 por Encuentro, con repeticiones los miércoles a las 17, los jueves a las 11, los sábados a las 11.30 y los domingos a las 20.30.
Gisela Busaniche es mujer de ideas claras. Ordena lo que tiene para decir sin que el rigor le quite frescura; y cuando repasa su vida elige la militancia como marca de identidad. “Nací en Rosario. Mis padres pertenecían a una organización de izquierda. En los setenta tuvimos que huir a Río Gallegos”, recuerda. Tras la infancia patagónica vinieron viajes y asambleas, en una senda de compromiso que la llevó a participar en la CTA y desembocó en el periodismo. Así llegó el éxito de La liga, los programas de radio y las primeras dos temporadas de En el medio, que se concentraron justamente en el rol que cumplen los medios de comunicación.
“Eso fue en la época del conflicto con ‘el campo’. Veíamos cómo se desinformaba y reaccionamos”, comenta.
Dado que en la productora Habitación 1520 hay integrantes que vienen del ambiente artístico, la tercera temporada se llamó En el medio del arte y estuvo salpicada de entrevistas a pintores, escultores y dramaturgos. Pero 2011 es año electoral y primó el deseo de estar a tono con los tiempos. Dice Busaniche: “Nos enganchamos con estas preguntas alrededor del poder, cada uno desde su lectura. Coincidimos, eso sí, en mostrarlo como una herramienta que tiene que estar al servicio del pueblo y no como algo malo per se”.
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