Domingo, 22 de enero de 2012 | Hoy
TELEVISION › HOY SE REALIZA EL PREESTRENO ARGENTINO DE ALCATRAZ, LA NUEVA SERIE DE J. J. ABRAMS
Los puntos de contacto son tan obvios que queda claro que el creador de Lost no quiso ocultar el vínculo: 302 presos desaparecidos sin explicación de Alcatraz en 1963 reaparecen en el presente sin ningún cambio físico, en una trama ya típica... y atrapante.
Por Emanuel Respighi
Una isla. Un grupo de personas que aparecen misteriosamente sin saber lo que les pasó ni qué es lo que pretenden. Flashbacks que se entrelazan continuamente en una trama que avanza en dos tiempos de relato (pasado y presente). Paranoia y misterio en una historia de suspenso y ciencia ficción basada en la lógica de que nada es lo que parece. Numerosas preguntas sin respuesta y que pueden llegar a derivar hacia cualquier lado. Una estructura de relato cargado de acertijos, trampas, secretos y elementos fantásticos. La dirección y la producción es de J. J. Abrams. Uno de sus protagonistas es Jorge García. ¿Una posible descripción de Lost? Nada de eso: se trata de algunas de las características de Alcatraz, la nueva serie con la que Abrams vuelve sobre sus propios pasos y obsesiones. Una ficción que lleva el sello del creador que renovó el género televisivo en los últimos años, y que sin embargo vuelve a encantar por su propio peso a los televidentes. Hayan sido o no fanáticos de Lost. Porque Alcatraz es tan parecida como diferente a la creación más popular de Abrams.
Alcatraz llega a la pantalla argentina a menos de una semana de haberse estrenado en Estados Unidos, bajo la idea de acortar los tiempos entre el estreno televisivo mundial y su llegada al país, con el fin de evitar que el público la descargue por Internet. Una política absurda de Turner Broadcasting System, la compañía dueña de Warner Channel, el canal que desde mañana a las 22 emitirá la serie para América latina (con un preestreno hoy en el mismo horario). Y contradictoria, desde el momento en que no enviaron a los periodistas especializados el primer capítulo antes de su emisión, como suelen hacerlo con el fin de que la prensa pueda escribir la nota de anuncio con mayores herramientas que las que tiene una simple gacetilla. Claro síntoma de que las corporaciones mediáticas aún no comprendieron cómo adecuarse al nuevo consumo cultural. Nobleza obliga: esta nota se escribe gracias a que el episodio se encuentra colgado en la web desde el día posterior a su estreno televisivo en Estados Unidos, donde la serie acaparó más de 10 millones de espectadores.
Lo primero que hay que decir es que Alcatraz se vale de muchos de los recursos narrativos y estéticos presentes en Lost y en las posteriores series creadas por Abrams, como Fringe y Person of interest. Desde la primera escena del piloto que abre la serie, el sello del creador del fenómeno televisivo más popular de la última década se hace presente sin intención de evitarlo: es 1963 y dos policías se asombran de algo que ven (y que, obviamente, los televidentes no) en alguno de los recovecos de la mítica cárcel de Alcatraz, que según la trama el gobierno de Estados Unidos mandó a cerrar por los altos costos que demandaba y el deterioro de sus instalaciones. Ese preámbulo, que luego da lugar a los créditos y a un salto en el tiempo de más de cinco décadas, remite indudablemente a Abrams, como carta de presentación de una trama en la que seguramente los interrogantes que despierta –en el mejor de los casos– no tendrán respuestas absolutas.
La anécdota mediante la cual Abrams vuelve a demostrar que su estructura narrativa trasciende a una historia en particular gira en torno de la famosa cárcel. Más específicamente a los 302 presos de alta peligrosidad que allí se encontraban el 21 de marzo de 1963, día en el que el penal cesó su funcionamiento y los convictos fueron trasladados a otras instituciones. O eso es lo que se dijo públicamente, porque casi cincuenta años después la historia oficial empieza a resquebrajarse cuando la detective Rebecca Madsen (Sarah Jones) descubre ¿por casualidad? que uno de aquellos reclusos, Jack Sylvane (Jeffrey Pierce), ha vuelto a las calles. Y no sólo eso: se enterará de que no será el único de los presos que mantiene el aspecto físico de antaño y que anda suelto matando gente.
¿Por qué extraño experimento a aquellos delincuentes no les ha pasado el tiempo y se mantuvieron ocultos durante todos estos años? ¿Dónde han estado y por qué han vuelto? ¿Qué fue lo que los “activó”? ¿Quién está detrás de todo esto? Estas serán algunas de las preguntas que Madsen intentará resolver, acompañada por Diego “Doc” Soto (Jorge García, más conocido como “Hurley” por su papel en Lost), doctorado en justicia criminal y que escribió tres libros sobre la cárcel. Claro que no les será tan fácil la tarea, pues detrás de aquellas extrañas “desapariciones” de 1963 y estas “apariciones” parece esconderse un secreto del que el Estado no pareciera estar exento. En efecto, en su investigación la dupla se topará con la “ayuda” de Emerson Hauser (Sam Neill), un agente de una agencia gubernamental que les permite trabajar en el caso bajo estricto secreto, pero que da la impresión de contar con mucha más información que la que les provee a los jóvenes investigadores. “Jack Sylvane –les dice– ha sido sólo el principio.”
Más allá de las comparaciones, hay que señalar que los fanáticos del género encontrarán en Alcatraz una serie que seguramente los mantendrá en vilo hasta el último episodio. De impecable producción y sólido guión, el primer capítulo atrapa al televidente con una historia que combina los mejores recursos del género, con una estructura narrativa de la “desinformación” imposible de evitar. Aun cuando el temor de que luego las incógnitas queden colgadas en el aire y la trama avance hacia líneas argumentales enrevesadas y no muy consistentes. Abrams lo hace de nuevo, para bien y para mal.
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