Miércoles, 28 de noviembre de 2012 | Hoy
TELEVISION › HOY COMIENZA MI AMOR, MI AMOR, UNA NUEVA COMEDIA EN TELEFE
Según anticipan sus protagonistas Juan Gil Navarro, Jazmín Stuart y Brenda Gandini, la idea de la tira que se emitirá de lunes a jueves a las 22.30 es buscar una vuelta de tuerca al tono liviano de las comedias nocturnas: divertir, pero generar interrogantes.
Por Emanuel Respighi
¿Es posible enamorarse de dos mujeres a la vez? ¿Se puede amar a dos mujeres distintas al mismo tiempo y ser incapaz de elegir entre una y otra? Posible o no, ése es el nudo dramático de Mi amor, mi amor, la nueva comedia dramática que Telefe estrena hoy a las 22.30. En formato de tira diaria (de lunes a jueves), la ficción producida por El Arbol y Endemol intentará darle una vuelta de tuerca a la liviandad tranquilizadora de las comedias de la TV abierta, planteando la idea de que el amor no sólo puede sino que es mucho más complejo y amplio que el que se da en términos monogámicos. “Es una comedia romántica con inquietudes: la gente se va a reír, se va a emocionar y se va a identificar con las situaciones que se planteen en torno de ese disparador”, explica Jazmín Stuart, coprotagonista junto a Juan Gil Navarro y Brenda Gandini, en la entrevista con Página/12.
Escrita por Gustavo Belatti y Leonel D’Agostino, Mi amor, mi amor es la segunda tira diaria producida por El Arbol, la productora de Pablo Echarri y Martín Seefeld, luego de haber hecho El elegido. A diferencia de su primera experiencia detrás de escena, esta vez los productores decidieron pasar del drama a la comedia, aunque sin caer en el sistema de gags y remates. Al trío protagónico se suma un elenco numeroso, acorde con la necesidad de una tira diaria, con nombres como los de Federico D’Elía, Cecilia Rossetto, Valentina Bassi, Marita Ballesteros, Claudio Rissi, Graciela Stefani, José Luis Gioia, Salo Pasik, Mariano Argento, Pasta Dioguardi, Osqui Guzmán y Vera Spinetta, entre otros. “El disparador tiene que ver con Juan, mi personaje, que se debate entre dos mujeres a las que realmente quiere bien”, cuenta Gil Navarro. “Bah, bien... Por ahí lo de quererlas bien es cuestionable, pero las quiere honestamente. No es un pícaro. Si, como se ha escrito, la comedia es la tragedia pasada de rosca, en este caso la tragedia es que el protagonista encontró el amor de su vida en... dos mujeres”, reflexiona el actor, ante la atenta mirada de las protagonistas femeninas.
–Y los personajes femeninos, ¿sufren el problema amoroso que tiene Juan o lo llevan bien?
Brenda Gandini: –Mi personaje lo sufre un poco más porque están en plena etapa de conocimiento y de saber qué es lo que quiere. Pero no es que lo sufre en exceso, y tampoco sé si en algún momento lo vaya a sufrir. En el comienzo de la historia, el desconcierto pasa por saber qué es lo que quiere este tipo que tiene actitudes tan extrañas. ¿Por qué tiene esta actitud? ¿Por qué se comporta de tal manera? Esas son preguntas que le rondan la cabeza todo el tiempo.
Jazmín Stuart: –A medida que avance la historia, los personajes femeninos empezarán a sufrir, pero sin saber por qué lo hacen. Hay algo raro en este hombre, tanto para mí, que soy su novia, como para ella, que es su pretendida. A una y otra nos causa extrañeza, pero no profundizamos demasiado en lo que le pasa, aunque nos desconcierta.
–Es interesante la trama porque la TV, en general, cuando plantea la vida de un hombre que tiene una doble vida, usualmente lo hace desde amar a una pero no a la otra, a quien no puede dejar por algún tipo de impedimento. En Mi amor, mi amor, el problema surge de una duda existencial mucho más profunda, que es la imposibilidad de este hombre de elegir a una mujer. Y no sólo eso: también de la posibilidad de enamorarse de dos mujeres a la vez...
Juan Gil Navarro: –Ojalá el programa, además de hacer reír, genere una discusión social sobre el amor y sus múltiples formas de ejercerlo. Una vez, (Luis) Brandoni me dijo que la comedia es un género que le baja la guardia a la gente, y cuando el televidente tiene la defensa baja, uno tiene la posibilidad de hablar de otras cosas. Y me parece que nosotros tenemos la posibilidad de instalar este u otros temas a través del ejercicio de la comedia.
–Sobre todo en el seno de una sociedad monogámica como la argentina...
J. G. N.: –... y una sociedad tan hipócrita como la nuestra. No creo que conformemos una sociedad moral; somos una sociedad de moralina que cuestiona más el ejercicio que cualquiera puede tener en una cama ajena que cuestionarse su propio nivel de cama. Parecería que el que tiene mala cama se ocupa de la cama de los demás.
–¿Creen ustedes en la posibilidad de enamorarse de dos personas al mismo tiempo?
B. G.: –No sé, no me pasó. Pero no descarto la opción (risas).
J. S.: –Lo que pasa es que uno viene formateado culturalmente desde la cuna bajo la idea de que el amor es monogámico; y lo que no lo es, es pecado. Es muy complejo saltar esa valla y concebir el amor de otra manera. De todas formas, creo que en la naturaleza humana el amor es mucho más amplio de los que nosotros creemos. Estamos criados socialmente bajo el paraguas de la monogamia, al punto que todo lo que no sea bajo ese status es hasta difícil imaginarlo.
B. G.: –En la sociedad argentina está mal visto cualquier cosa distinta a la monogamia. Si te sucede, uno debería tomar una decisión inmediatamente. De hecho, hay muy poca gente que tenga dos relaciones amorosas a la vez. Debe ser muy complicado. Además, lidiar con una pareja ya es terrible, con dos ni me imagino (risas).
J. S.: –Incluso las historias de poligamia en los medios suelen ser protagonizadas por hombres. Entonces, también creo que en la naturaleza femenina hay algo que choca contra eso. La naturaleza femenina tiene otra emocionalidad, a la vez que socialmente tiene más ataduras que el hombre. Sostener dos historias de amor en paralelo, incluso dos familias, conlleva un nivel de estrés emocional difícil de lidiar. Aparentemente, el hombre tiene más cintura para sostener esa doble vida.
–Tal vez la explicación encuentre su fundamento en que históricamente la sociedad parecería no condenar con la misma vehemencia la poligamia del hombre, incluso en las comunidades poligámicas, y sí la de la mujer.
J. G. N.: –Si uno se pone a pensar en términos de la literatura, sobran los ejemplos al respecto: Don Juan, Casanova, Marqués de Sade... hay infinidad de literatura en la que el hombre es polígamo. Mucha literatura escrita y versionada en la que se aplaude, hasta se celebra, el ingenio para el engaño. Más allá de todo cuestionamiento moral.
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