TELEVISION › SPACE ESTRENARA EL LUNES HATFIELDS & MCCOYS
La miniserie de tres episodios dirigida por Kevin Reynolds relata la guerra entre dos clanes que se volvió leyenda en Estados Unidos. Los protagonistas son Kevin Costner, Bill Paxton y Tom Berenger, quien ya ganó un Emmy por su papel.
› Por Federico Lisica
La miniserie Hatfields & McCoys suscribe a la tradición de historias basadas en dos familias que se declaran una guerra, dejando tantos muertos de cada bando como para que su linaje quede marcado por siempre. Este conflicto entre dos feudos fue real, mito en su propio tiempo, y siguió agigantándose hasta ser parte de la construcción simbólica de Estados Unidos. La entrega de tres capítulos (irá por la señal Space desde el lunes 14 hasta el miércoles 16, a las 22) es una de Montescos y Capuletos con componentes singulares. Sucede en las rústicas fronteras de los estados de West Virginia y Kentucky; el contexto es el de los años posteriores a la guerra civil (aunque ambos clanes hayan peleado para los sureños); los conflictos se resuelven con escopetas de doble caño; y más que por los Romeos y Julietas eventuales (aunque los haya), el desencadenante puede ser el robo de un cerdo. “Hay un comportamiento tribal, de patriarcas fuertes, de ‘ojo por ojo, diente por diente’”, le explica Kevin Reynolds –director de la miniserie– a Página/12 durante una teleconferencia.
Los mandamases a los que se refería el realizador son Devil Anse Hatfield (Kevin Costner) y Randall McCoy (Bill Paxton), líderes de castas a las que cada uno gobernaba a su parecer. Unos más avispados comercialmente, los otros guiados por el puritanismo, compartían una idea de honor que forzaban para dirimir sus problemas. Uno de los primeros motivos del odio lo genera Jim Vance (Tom Berenger), por matar sin piedad a un McCoy. “Obviamente es un psicópata, un caso perfecto para el estudio clínico”, define el actor, todavía recordado por su rol como el sargento Barnes en Pelotón. Esta vez, su cara ajada aparece detrás de una enorme barba, ya que interpreta a un montañés que prefiere la compañía de su perro a la de los humanos y habla más con los disparos que con palabras. Su interpretación (premiada en la última entrega de los Emmy) marca el tono de la miniserie. “Desde la primera escena que aparece, quiere tomarse revancha. La guerra civil ha dejado secuelas en esas familias que viven separadas por la frontera de un río. Es parcialmente eso, pero no es todo: es malo, borracho y, acorde con lo que dicen las familias, es seguro que llevó a cabo el asesinato que empezó toda esta cosa. Bueno, después vino el juicio por lo del cerdo, pero es un poco como el cuento del huevo y la gallina, no sabemos qué vino primero.”
–¿Por qué podría interesarle la miniserie a un espectador más allá de Estados Unidos, teniendo en cuenta que trata temas tan propios de su historia?
Tom Berenger: –A mí me recuerda a El Padrino, por muchos motivos: están las dos familias y la vendetta, e incluso, cinematográficamente, por ese tono oscuro y sepia. Encuentro esas similitudes y creo que por ello puede gustar a nivel universal.
Kevin Reynolds: –Las historias de venganza no son propiedad excluyente de Estados Unidos, son parte de la condición humana y por eso está teniendo tan buena aceptación en todas partes.
–La miniserie ha sido un éxito de público en su país, fue muy bien recibida por la crítica, multipremiada, está nominada en los Golden Globe (mejor serie y Kevin Costner por su protagónico). ¿A qué lo adjudica?
K. R.: –No lo sé. Creo que llegó a ser la ficción en cable sin suscripción más exitosa de todos los tiempos. Yo sólo puedo hablar de un guión poderoso y bien contado. El hecho es que todo esto sucedió en la realidad. El material era tan bueno que nuestro trabajo fue no echarlo a perder. Fue ejecutarlo haciendo justicia a lo que estaba escrito. Es una buena historia.
Por estos días, la industria audiovisual renueva su interés en la época en que Estados Unidos se dividió entre la Unión del Norte y la Confederación del Sur entre 1861 y 1865. Lo corrobora la venia al Lincoln de Steven Spielberg en las nominaciones a los Oscar, y crece el rumor de una segunda parte de Hatfields & McCoys. Costner ha señalado que la guerra civil es, en realidad, el mayor conflicto de este drama. “Aunque la hayamos dejado atrás, aún estamos tratando recuperarnos de ella, del dolor que causó, de los problemas que continuaron, porque afectó a muchas familias y las dejó con heridas permanentes”, afirmó. En el primer capítulo de la serie, la de-serción del ejército sureño por parte de Anse Hatfield será tomada como la primera de tantas traiciones por el otro bando.
Entre los puntos altos de Hatfields & McCoys están la recreación de época y del espacio, el tono áspero y la escalada de violencia propia del género. Una aclaración: estrictamente no es un “western”, pues la acción transcurrió mucho más al este en la geografía de ese país. Por lo que no hay tomas panorámicas alla John Ford ni tampoco vaqueros, y las escenas transcurren en la rispidez de los montes Apalaches con sus característicos hillbillies y la prosperidad que trajo consigo la tala de árboles. Las actuaciones (más allá del doblaje neutro) de Costner, Paxton y Berenger son de aquellas que “salen” de la pantalla. El gran recibimiento de la miniserie debe haber significado una suerte de revancha para la dupla de “los Kevin” (Reynolds y Costner), que juntos habían hecho el tanque Robin Hood, pero también participaron de uno de los mayores fracasos comerciales de la historia del cine: Waterworld. El aporte de Costner en Hatfields & McCoys no fue sólo como actor: también estuvo involucrado en la producción y hasta en la música.
–Reynolds, usted ha trabajado con Costner en varias ocasiones. ¿Puede hacer una comparación con lo hecho antes? ¿Cómo lo definiría hoy como actor?
K. R.: –La gente va cambiando en el transcurso de sus carreras. Obviamente está mucho más maduro, siempre ha buscado mejorar. Sólo diría que Kevin está excelente como Devil Anse Hatfield. Cuando tuve el guión, supe que era el rol que tanto había buscado. Y sabía que iba a estar bien. Le iba como anillo al dedo.
–¿Por qué eligió a Tom Berenger?
K. R.: –Tom es un profesional de la vieja guardia. Es fácil para él encarar personajes como el de Jim Vance. Tom tiene las aptitudes para hacerlo creíble en pantalla. Es alguien genial para trabajar, le gusta la colaboración, lo que no siempre se da con los actores, pero tiene esa generosidad. Hoy lo pensaba antes de esta entrevista. Tom posee grandes momentos, pero mi favorito es cuando vuelve de una redada a los McCoys: es tan perturbador cuando cuenta lo que hizo. Su ejecución alumbra, pero lo hace para que valga la pena el personaje.
–Berenger, durante su trayectoria usted ha ofrecido una gran cantidad de perfiles de villanos. ¿Qué es lo particular de Jim Vance?
T. B.: –Lo que me gusta del personaje es su aspecto diabólico, por momentos gracioso, hasta simpático con su humor negro. Cuando me lo preguntan, suelo decir que es un rol tipo los de Jack Nicholson. Generalmente la gente responde: “Uouuuh”. Es todo lo que tengo que decir y me ahorra un montón de descripciones (risas). Creo que si hubiese sido algo más joven, me hubiese quitado el papel. Para muchos es mi mejor actuación... No lo sé, supongo que cada personaje es una capa más del mismo.
–En lo técnico, ¿cómo fue la producción? ¿Cuál fue el mayor desafío?
K. R.: –En un principio iban a ser sólo dos capítulos de dos horas. Terminaron siendo tres y quedó mucho material afuera en la edición. Lo más difícil fue llegar a tiempo con lo propuesto. Esto es, hacer lo mío. Se trata de una producción a gran escala rodada en un lugar remoto como Rumania. Tenía que tratar con las dificultades del lenguaje, ya que muchos de los extras y técnicos eran rumanos. Fueron 75 días de trabajo continuo.
–¿Esta historia puede ser una metáfora de la construcción de Estados Unidos como nación moderna?
K. R.: –Hay que tener en cuenta que eran descendientes de inmigrantes irlandeses y escoceses que se fueron hasta allí en el siglo XVII y XVIII. Entonces era una zona aun más salvaje de lo que se ve en la miniserie. Para establecerse combatieron con las tribus nativas y no había ningún sistema formal de Justicia. Mucho de lo que hacían entonces no sería permitido hoy. Todo transcurre en un período muy particular de Estados Unidos en el que se produce el traspaso de aquellos viejos códigos a una sociedad moderna y con un nuevo tipo de ley. Se ve ese cambio, y si bien algunos de esos comportamientos ya estaban prohibidos, no había nadie que se los impidiera.
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