Domingo, 18 de junio de 2006 | Hoy
TELEVISION › EL DIARIO DE VIAJE DE LOS ENVIADOS ARGENTINOS A LA COPA DEL MUNDO
En un mundial en el que se recuperó la pasión por la multitud de enviados, la tarea de alimentar tantas horas de pantalla da pie a mil situaciones. ¿Cómo diferenciarse entre tanta oferta?
Por Julián Gorodischer
En una megalópolis conocida como IBC (International Broadcasting Center, el centro de prensa que congrega a los medios del mundo), enviados argentinos al Mundial se distribuyen pequeñas oficinas separadas por paredes de durlock; se hacinan en poco espacio para transmitir hasta las seis de la mañana y volver a empezar poco después; se visitan entre estudios (pero una irrupción inesperada de Tinelli al de Fernando Niembro, según reveló Intrusos, de Jorge Rial, no habría caído del todo bien). No dan abasto: el maratón les provoca una dicción acelerada, en el teléfono, o consonantes arrastradas que delatan la jornada interminable. Integran una de las delegaciones más numerosas del mundo; se reparten tonos que van del payasesco callejero de Marcelo Tinelli al sobrio informativo de TN, con picos de entusiasmo en la extraña dupla de madrugada (Carlos Bilardo/Bambino Veira) que pasa revista a los partidos mientras acaricia la estatua apodada el León Marulo.
“En Munich hay un montón de leones, estatuas como si fueran mascotas del Mundial –define el enviado de Fox Sports, Arturo Puig junior–, y Bilardo tiene uno en el estudio; lo quiere, lo protege y lo bautizó como Marulo. Le da de comer en cámara. No creo que sea una ridiculez, para nada”. Allí se deberá buscar la novedad de la cobertura 2006: Munich, Berlín, Nuremberg, suntuosas y desligadas de la política y la tragedia, relanzadas como sitios familiares y seguros que saturan sus calles de gomazos que interpelan a las alemanas para pedirles piquitos (Carna, Campi, en ShowMatch de Canal 13) o se jactan de la viveza que los anima a decir barbaridades e insultos, como hace cuatro años hicieron con los ponjas. Los mundialistas light amenizan la previa con datos de color, bromas dulces, chismes inofensivos para la sobremesa en Mañanas informales, de Jorge Guinzburg y Gastón Recondo, dos de sus enviados.
El Mundial familiar, entre tantos posibles, rompe el tecnicismo o la erudición futbolera con el ranking de más lindos. “La diferencia en Mañanas informales –dice Gastón Recondo– es que tengo que ser menos técnico, lograr interesar al público no futbolero. Comunico el Mundial a toda la familia, muestro el color de Alemania”. El famoso/fan (Guinzburg) entrevista en la previa para atraer al neófito; hace de cronista del montón. “Guinzburg –sigue Recondo– está trabajando como un pibe que tiene que hacer mérito. Ayer estuvo en la previa del 13 y rindió muchísimo. Es un tipo futbolero, se pasa desde el mediodía hasta las 4.30 de la mañana tratando de que Bianchi le dé una nota”.
Lo de Tinelli extrema esa intención de ablandar: trasladó al equipo entero de ShowMatch a Munich, transmite en vivo salidas de Campi y Larry de Clay con las hinchadas, con el dejo sobrador del porteño ante el mundo... El falso Alejandro Sanz repite chistes sexuales sobre etnias; la imitación alelada del africano Didier Drogba sirve para pegarle al negro. Ante la crítica de Clarín por ofrecer más de lo mismo, Tinelli inició al aire su campaña para que se lea el deportivo de La Nación. “Lo que hace Tinelli me parece bárbaro”, sigue Recondo. “El es argentino, futbolero, todo el año habla de fútbol; su programa llega al pueblo. ¿Cómo iba a estar al margen de la Copa del Mundo?”. Las joditas callejeras en otro idioma y la cámara sorpresa al viejito alemán siempre se basan en el malentendido entre dos lenguas; será infaltable la pegatina en la nuca de Kaká & Co: Brasuca gonca. “Tinelli tiene el set armado al lado nuestro –respalda Arturo Puig Jr., de Fox Sports–, tenemos una onda espectacular. El entró al estudio de Niembro y desacomodó los jugadores... ¿Qué dijo Rial? ¡Pero por favor, nada que ver!”.
¿Y sobre la intimidad del enviado especial? Vuelven las rutinas de cama caliente de los inicios del capitalismo industrial, alentadas por la pasión que no se extingue nunca. Se dan a conocer, aquí, diarios de viaje que fatigan a la distancia, como el de Puig Jr., automitificado como mártir por elección. Dice: “Salgo en vivo desde las 5 de la mañana y me voy cuando el sol ya salió, a las 6... Me voy a dormir..., o si todavía aguanto, desayunamos y queda un rato para dormir”. Siguen en pie porque los alimenta su fantasía de odisea afín a la exaltación de los colores, más aún después de la goleada a Serbia y Montenegro, cuando se acrecienta la obsesión por la Selección que atenta contra el proyecto del movilero con ínfulas: idear notas artie sobre equipos del mundo. Lo obligado es la rutina fija de adelantos y primicias sobre si Messi jugará o no, fija la agenda mediática en el relevo ¿de Maradona? ¿Una ilusión después de Diego?, insiste la tarjeta de crédito en su comercial. “Al principio tenía horario corrido de 7 a 22”, retoma Sergio Gendler, de TN. “Era mortal... la previa fue tremenda”. El cronista experimentado se jacta de sus técnicas de avanzada, como en una de acción situada en canchas, imbuido de la épica de la hazaña no apta para sentimentales.
Sergio Gendler: –Puse un espía en la práctica y tuve la primicia de que Lucho (González) iba a entrar. En el entrenamiento estaban viendo todos los abuelos invitados por un convenio de la AFA con la Anses; vos lo agarrás al abuelo a la salida y le preguntás: ¿Quién juega?
–¿Imposible sustraerse a la obsesión por la camiseta?
Martín Souto (TyC Sports): –Se impone vivir al lado de la Selección para ver cómo se rasca Messi cuando entrena. Eso me parece excesivo: me gustaría destacar el análisis que queda de lado. Si te perdés el resfrío de Messi y lo tienen los demás, dicen que hacés mal las cosas. Traté, a lo largo de mi carrera, de hacerlo de otro modo. El viernes preparé un informe sobre algo anecdótico: la camiseta azul en el ’86, el ’02, hasta llegar a hoy, alternando victorias y derrotas. A veces conviene ir hacia atrás.
–¿Cómo se narra por fuera de la exaltación patriotera?
M. S.:–Le escapo al relato que utiliza la palabra vergüenza: eso tiene que ver con otra cosa y de eso me alejo. Hablo desde un lugar menos estructurado; nunca quiero caer en el ridículo. Toco un tono coloquial pero con límites. Evito vicios más comunes como cierto chupamedismo ventajero con los protagonistas o el cuerpo técnico.
¿Novedades de la cobertura? Ha nacido el cronista multicorporativo, que se reparte las changas millonarias con lugar para una más: Bilardo, delirado en la trasnoche de Fox Sports (donde promete, en cada despedida, ir de ronda por los barrios con Veira), es más sobrio en radio La Red, menos excéntrico para RCN Caracol de Colombia, hincha apasionado y onomatopéyico en los partidos que televisa el 13 y con leve tonada centroamericana en sus salidas de XM Radio Miami. Martín Liberman se reparte entre el 9, Radio Diez y otras radios a conciencia de “estar afuera”. “TyC es la empresa del fútbol –dice– y es lógico que tengan más facilidades. Zapatero a sus zapatos. El que está ahí tiene ventaja, les abre las puertas de todos lados, manejan el fútbol”. ¿Impresiones del cronista ante el relanzamiento alemán en la ceremonia inaugural, esas postales de tolerancia étnica que convierten al Mundial en el mejor marketing...? ¿Agobiados? ¡Nada que ver!
M. L.: –Nos tratan bien, son gente amena, gente amable, los estadios son maravillosos, los presentan de modo impactante.
–¿Y los avances tecnológicos?
M. L.: –Tenemos los mismos problemas técnicos en Buenos Aires y en todos lados. Pero, ah, el navegador del auto... Cargo el nombre de la calle a la que voy y me dirige a lo largo del camino, detallando todo en un mapa. Nos subimos al auto y nos deja en la puerta. A mí me vuelve loco ver a la gente en la plaza con el Rolex puesto. Y no me gusta cómo informa la CNN con base en Berlín. Si todo pasa en Munich...
Sergio Gendler, de TN, entrega el resto del listado de proezas que desmentiría cierta liviandad de sus apariciones. “Fui, lo encaré a Ronaldo y me dio nota... La lesión de Messi la tuve dos días antes que el resto, pero no me dejaron darla al aire porque no la había confirmado el médico. Lo tiró otro primero, pero no importa”. ¿Diferencias con el Mundial pasado? “¡Los teléfonos funcionan!”, dice eufórico. Walter Safarian, enviado de La Red, todavía parece impactado por los 30 mil metros cuadrados del centro de prensa. “Salgo a caminar –dice– y me encuentro con Veira, Bilardo, Latorre, Valdano...”. Si el bando de los enviados cómicos de CQC, TVR, ShowMatch y Telefé (Diego Korol) son cronistas en tránsito acostumbrados a importunar al hincha y halagar al jugador (sin margen, en ese plan, para la gastada al célebre: la camiseta no se toca), el enviado informativo de TyC y TN es estático, fiel a la estética recortada de cintura para arriba del noticiero retro, pero con licencia para inventivas: ahora se puso de moda apostarse en medio de la calle, interrumpiendo el tránsito, y ya se registran escupitajos desde el camión (a los de Fox Sports) y apagón en plena city germana para los de América.
Así, el color remite, esta vez, a los básicos (emitir desde exteriores) o las escapadas de Tinelli a la terracita del IBC en el que muestra, en la medianoche argentina, cómo allí empieza a clarear. ¿Con eso alcanza? El enviado informativo (Souto/Recondo en TyC/el novel Pablo Ferreyra de TN) mantiene rutinas fijas de repaso de goles y presencia en conferencias de prensa caóticas, y desmentiría, en cualquier caso, la existencia de una guerra de vanidades. ¿No se miran de reojo con los cómicos? “Está todo bien –aplaca Walter Safarian–, no los marginamos. Le dan otro tinte al Mundial. Esto les sirve al periodista deportivo y al humorista; los pibes hacen su laburo. No existe el desdén”.
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