Lun 16.09.2013
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TELEVISION › THE KILLING, POR AXN, Y TOP OF THE LAKE, POR HBO MAX

Mujeres jóvenes en peligro

Comparten el punto de partida: una adolescente desaparecida. También tienen en común el personaje de la detective que se involucra en un caso que toca sus fibras íntimas. Y, en definitiva, el entorno de típicos pueblos chicos con infiernos grandes.

› Por Federico Lisica

No haría falta una serie de tevé para escarbar el morbo universal que despierta la desaparición de una mujer joven. Mejor dicho, no haría falta una, aunque en la actualidad haya dos: The Killing (viernes a las 22, por AXN) y Top of the Lake (miércoles a las 22, por HBO Max, con repeticiones). La diferencia con el tratamiento que los noticieros o programas de media tarde hicieron del caso Angeles Rawson es que los mencionados en esta columna son de ficción. Aquí está presente eso de “cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia”. Y en este caso, las semejanzas, más que con la realidad, se dan con la premisa de la cual nacen las dos producciones.

El punto de partida es la desaparición de una adolescente en un confín en el que reinan el silencio y las actitudes extrañas de sus habitantes (sea Seattle o el interior de Nueva Zelanda). Y para la detective a cargo del caso significará serios conflictos internos con su propia historia familiar. Habría que señalar el mojón de Twin Peaks con el cuerpo de Laura Palmer, a pocos minutos del comienzo de la serie de David Lynch. De hecho, no hace mucho, bastaba escribir en Google el nombre de aquél personaje y en el buscador aparecía “...Vs. Rosie Larsen”, que no es otro que el disparador de The Killing. Como escribió Mariano Kairuz en el suplemento Radar de este diario: “No hay que exagerar los paralelos, porque la promoción de The Killing ya lo hace por su cuenta con la imagen del rostro juvenil de la víctima y el eslogan: ‘¿Quién mató a Rosie Larsen?’”. Pero donde Twin Peaks alcanzó picos de demencia al desplegar el método lisérgico-intuitivo alimentado a café y azúcar del detective Dale Cooper, The Killing apunta a una estructura más convencional. Tampoco falta demasiado para que aparezca otro nombre en Google: Tui Mitcham, la chica enigma de Top of The Lake.

The Killing ya va por su tercera temporada en Estados Unidos y aquí está terminando la primera. Si bien es una remake de una serie danesa, parte del boom del policial nórdico está presente el sello de su señal de origen (AMC) en el aspecto visual y guiones profundos. El asesinato de la joven –en apariencia perfecta– desenvolverá una oscura trama de perversiones, asuntos políticos y familiares. Mientras asiste al luto de Rosie, la gélida detective Sarah Linden se adentra en ese espacio complejo al punto de olvidarse de su familia. En definitiva, lo que predomina en el policial The Killing es la angustia, tanto en la puesta en escena como lo que sucede con sus personajes.

“¿Cuando llegás al final del universo qué es lo más atemorizante?”, es uno de las frases gancho de Top of the Lake. Esta miniserie de siete episodios (coproducción de la BBC y Sundance Channel) fue rodada en Nueva Zelanda y se basa en la desaparición de una nena de doce años embarazada. La detective Robin Griffin (Elisabeth Moss de Mad Men), especializada en casos de abuso infantil, volverá a su pueblo natal para charlar con la nena a la que encontraron en un lago. Tras negarse a divulgar el nombre del futuro padre, se esfuma sin dejar rastro. De ahí en más todo se enrarece. Un narcotraficante que se flagela en la tumba de su madre, sexo casual en bares de motociclistas, aquelarres con mujeres desnudas en escenarios no tan bellos como uno podría suponer. La ficción está nominada a varios premios en la próxima entrega de los Emmy y lleva el sello innegable de su creadora: Jane Campion. Reconocida por su capacidad de trabajar con mundos turbulentos, llenos de ansiedad desde el prisma femenino. Este trabajo marca, además, su reunión con Holly Hunter tras La lección de piano. La actriz, más que su protégé, es quien mejor encauza la vibra tan singular de su directora y guionista. En este caso interpreta a G. J., una chamán que conoce los secretos de ese lugar. “El primer encontronazo que tuve con G. J. fue totalmente distinto al resto de los personajes que he creado. No porque no fuera humana, sino porque es leve y emocionalmente irreconocible”, dijo la actriz a The Telegraph. Lejos de la convención de un policial, la crítica del New York Times señaló que la directora vuelve a “la rural Nueva Zelanda en un vaporoso pantano que transforma al de Deliverance en algo brillante”. Dicho está, las apariencias engañan.

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