TELEVISION › TERCERA TEMPORADA DE STRIKE BACK, POR MAX PRIME
Un thriller de acción a mitad de camino entre la parodia autoconsciente y el verismo de las últimas entregas bélicas. Un dúo entrenado para salvar al “mundo libre” en varios puntos del mapa. Lo mejor de esta serie británica es, previsiblemente, la producción.
› Por Federico Lisica
Los eslóganes de Strike Back (lunes a las 21 por Max Prime) pueden sonar algo anacrónicos para la industria del entretenimiento. “Dos agentes especiales y una misión: eliminar el terrorismo”, se explicita. “El mundo no puede salvarse solo”, invitan, casi robándole el título a alguna película de James Bond. Pero en esta producción original de Cinemax, no hay “Martinis agitados, no revueltos”, gadgets y seducción antes de los disparos. El thriller de acción va directamente a lo segundo, con alta dosis de testosterona, a cargo de una pareja despareja que opta por el camuflaje y las metralletas de alto rango. Es un momento extraño para hacer una buena serie de acción para TV. El cine exhibió grados de parodia autoconsciente en la franquicia de Los Indestructibles, vía Sylvester Stallone, Kathryn Bigelow (Vivir al Límite, La Hora más oscura) suscitó sus debates en el modo de encarar el deber del combatiente de un ejército imperial: aunque en definitiva quedaba claro de qué lado de la barricada estaba. Justo en el medio de ambas propuestas parece moverse esta ficción, surgida de los libros de un ex soldado inglés llamado Chris Ryan.
El título de Strike Back (algo así como “devolver el golpe”) resume la idea básica que ha guiado a la serie en sus dos temporadas hasta la fecha. Dos integrantes de un escuadrón secreto británico denominado S-20 dan sus buenos trompazos en terreno hostil para desactivar células terroristas; básicamente hacen el trabajo sucio. La serie tuvo una suerte de precuela en el 2010, de tinte más dramático, en la que el operativo encubierto nacía del rescate a una periodista occidental secuestrada por talibanes. Desde 2011 en adelante, se reconfiguró con una veta más pasatista, y en eso tiene mucho que ver el dúo protagónico. Como los Gibson y Glover de Arma Mortal pero jugando de visitante, conformada por un oficial norteamericano y otro británico que salvaguardan el “mundo libre” con sus acciones en varios puntos del mapa (India, El Líbano, Somalia, Hungría). Siempre hay algún traidor de la propia casta dando vueltas, pero los verdaderos villanos serán los que poseen pasaportes poco amistosos.
Desde la producción aseguran que cuentan con consultores que trabajan en las fuerzas militares para darle realismo a las historias, han entrenado al elenco en tácticas de batalla y dado sugerencias en pleno rodaje. Lo cual, tiene más de tenebroso que de valorable. En ésta, su tercera temporada, la dupla llega hasta Colombia. ¿Para? Obvio, narcoterrorismo.
En Estados Unidos e Inglaterra la crítica la ha apoyado, justamente por lo que es. Por ser un gran “placer culposo”. Por haber ocupado el espacio vacío que dejó 24 (hasta el año que viene) con la poca misericordia que ha caracterizado a Jack Bauer y su troupe. Por los villanos que no desentonarían en films de Steven Seagal y Arnold Schwarzenegger, pero para los tiempos que corren. Un pochoclo un tanto menos (al menos un poco) exagerado.
Dejando de lado la doctrina, el punto más destacable de Strike Back, es lo que se espera en estos casos: su producción de alto rango. A nivel narrativo, la trama se desarrolla con cinco historias en toda la temporada, dándole una sustancia de telefilm en pocos capítulos (son diez episodios en total). Lo mejor son las escenas de combate que apuntan tanto al verismo como a la grandilocuencia, una suciedad visual con persecuciones por callejones con dinámica de videojuego. De allí que el rol de la música machacante sea fundamental. En este caso, acompañando a dos “héroes” con sus armas de última tecnología, mucha tierra en su ropa, para terminar, como es debido, con buenas explosiones.
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