Jue 13.02.2014
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TELEVISION › GLORIA CARRá HABLA DE SU PAPEL EN SRES. PAPIS

“Nuestra vida real, la que nos digita, es la familiar”

En la comedia dramática de Telefe, la actriz encarna a Carla, una mujer de 40 que decide dejar a su familia por la atracción que le provoca su mejor amiga. “Desde la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, uno ve más gente que se muestra tal cual es y siente”, asegura.

› Por Emanuel Respighi

Gloria Carrá llega al bar en el que se pactó el encuentro con una sonrisa. Su amabilidad y predisposición no se condicen con la locura que rodea a la jornada de grabación de Sres. papis, la ficción de Telefe de la que es protagonista, y en la que se tomó un break para entregarse con frescura a la entrevista con Página/12. La actriz, que prácticamente vivió su vida adentro de la pantalla chica (ver aparte), no es de respuestas largas, pero sí demuestra un entusiasmo arrollador ante los distintos temas que se abordan en la hora de charla. Se percibe que no le da lo mismo responder sobre un tema u otro, casi como una continuidad de su manera de encarar la profesión que (la) abrazó desde los 8 años. Pero no pretende, tampoco, situarse en ninguna pose. Carrá sabe que su papel de Carla en Sres, papis, donde interpreta a una esposa y mamá de tres hijos que de pronto decide dejarlos siguiendo la atracción que siente por su mejor amiga, es de esos que dejan una huella en la TV. “Me encantan los personajes complejos”, dice, con la naturalidad que expresa su sonrisa.

La comedia dramática de Telefe (lunes a jueves a las 22.45) cuenta la historia de cuatro padres muy distintos, cada uno de los cuales se vincula con sus hijos de muy diversas maneras. Está el soltero empedernido que no quiere hacerse cargo (Joaquín Furriel), el viudo sobreprotector (Luciano Cáceres), el recientemente separado que tiene que empezar a hacerse cargo de las tareas domésticas (Luciano Castro) y el desocupado que les dedica el día entero a sus hijos (Peto Menahem). Sin embargo, lejos de detenerse en los enredos lógicos que propone la comedia, la ficción aborda la problemática del amor entre dos personas del mismo sexo, ya no desde el “descubrimiento” de la sexualidad en la adolescencia sino más bien en la era de la madurez: a los 40, Carla (Carrá) se enamora de su mejor amiga y decide seguir sus sentimientos. Lo interesante de esta línea narrativa es la manera con la que los autores cuentan la complejidad de que “alguien” con la “vida hecha” no siga las imposiciones sociales y tenga que dar “explicaciones” a familiares, hijos y amigos.

“Creo que se muestra en la tele lo que pasa en la calle y en la vida; la tele es un reflejo”, reflexiona la actriz, en el diálogo con Página/12. “Desde la aprobación de la ley de matrimonio igualitario, uno ve más gente que se muestra tal cual es y siente. Hoy ves más chicas de la mano o más varones abrazados... Y los demás se la tienen que morfar. Ya no importa que a unos les guste y a otros no, sino que cada uno pueda hacer lo que quiera y sienta. Hay algo de lo que sucede en la vida cotidiana y social que se lleva a la pantalla. Es inevitable que la tele hable de las tensiones sociales que luchan por emerger.”

–La TV tiene un rol tan importante en la sociedad actual, que el hecho de que una ficción familiar transite por estos temas tiene un impacto social muy fuerte.

–Sí, porque ahora todo pasa por la televisión. Eso no está bueno. Se horrorizan de que dos mujeres se besen en la calle porque se aman y no se horrorizan de los culos y tetas que la televisión muestra durante todo el día. O de las publicidades que hay en horario de protección al menor de geles íntimos o de valores que insinúan todo el día lo sexual. Calientan mucho a los pibes y a las pibas; están todos alzados. No me pongo moralista... Pero por eso no tenía ganas de contar historias que alzaran a la gente. Quería ser parte de una ficción que cuente una historia que tenga que ver más con la vida real. Una historia en donde si hay una escena de sexo, tenga un sentido en el cuento. Me parece que la tele juega mucho con lo sexual. Está bueno que Sres. papis hable de otra cosa.

–Sres. papis aborda la paternidad a partir de cuatro hombres muy diferentes, tanto en las relaciones que entablan con sus hijos como en las clases sociales que cada uno tiene. ¿Cree que el aspecto diferencial del programa es contar una historia familiar, acorde a los tiempos?

–Cuando aparecen los chicos del elenco, se nota que la gente lo agradece. Le dan al programa una dosis de amor y ternura que hace que todo el mundo se identifique. Porque nuestra vida real, la que nos digita, es la familiar. La paternidad de hoy no es la misma que la de años atrás. Me gusta que los que tenemos 40 empecemos a hablar de lo que nos pasa a los que rondamos los 40. Es interesante mostrar en una ficción cómo se construyen a esa edad las relaciones con los hijos, con el amor y con el trabajo. Sres. papis pone al descubierto diferentes paternidades. Es interesante ver cómo se ocupan los papás con sus hijos en el mundo moderno. En la paternidad hay conflictos, limitaciones y mucho amor. Y creo que esta ficción capturó nuestros problemas cotidianos. Es algo de lo cual todo el mundo quiere hablar, porque los que rondamos los 40, de lo primero que hablamos es de nuestros hijos. Recién después de que hiciste catarsis sobre los hijos, tenés tiempo y ganas de hablar sobre otras cuestiones. La gente tenía ganas de que le hablen de los hijos y la paternidad.

–¿Siente que la TV actual no abordaba temáticas propias de la generación que hoy camina por los 40 años?

–Me parece que la TV la abordaba de otra manera. Sres. papis brinda la posibilidad de acercarse a un momento de crisis de la vida desde una óptica realista, con la que el público puede identificarse con mayor facilidad. Para buena parte de la ficción televisiva, contar una historia de parejas que rondan los 40 años es reducir la trama a la lógica del “levante”. Ya no tenía ganas de reducir la vida al “levante”. Me había cansado de programas con minas superescotadas con las tetas grandes y de hombres modelos siempre en pose. Me interesa contar algo más familiar, algo más cotidiano. Sres. papis es original porque muestra hombres en su función de padres relacionándose con mujeres de su misma edad. Estaba cansada de ver historias de tipos grandes coqueteando con pendejas. Porque no es real. O sucede, pero como excepción. ¿Cuántos amigos tiene uno que salen con chicas muy menores a su edad? Pocos. Podés tener la fantasía de salir con mujeres mucho más jóvenes, pero no me digan que es así la vida... Un varón también te quiere porque sos la madre de sus hijos, porque te eligió, porque está enamorado... ¡aunque tengas estrías! Hay un público que se identifica con la historia que cuenta Sres. papis.

–La ficción podía haberse quedado en una posición conservadora en cuanto a la composición familiar. Sin embargo, sobre todo en la historia de su personaje, pero también en las problemáticas del resto de las líneas narrativas, asume un riesgo.

–La de Carla es una historia de amor. Está bueno contar que, aunque estamos avanzando socialmente, el amor entre personas del mismo sexo sigue siendo tabú para muchos. Asumir públicamente que uno es gay no es sencillo en la sociedad actual: hay que enfrentarse a la situación de cómo uno se lo dice a sus hijos, a las madres del jardín, a una sociedad en la que a veces te da la espalda... Es reconfortante poder hablar de la complejidad de ser homosexual, desde el amor, en la TV abierta.

–En los últimos años, la sociedad argentina ha avanzado en derechos sociales, pero la legislación no obtura los conflictos que trae aparejado asumir la propia identidad. ¿Cree que Carla es un botón de muestra de esos conflictos sociales?

–Totalmente. Hay gente que todavía no puede aceptar que dos personas del mismo sexo se amen. Supongo que es porque son de otra generación y todavía les cuesta. Hablar de estos temas desde el lugar del amor, ya no solamente como un derecho, permite que la temática ingrese a los hogares desde otro lado. Obviamente que hay gente que cuando me beso con mi novia en la ficción debe cambiar de canal, no sé. La historia de Carla es más compleja aún porque ella desde hace dieciocho años está casada con un hombre y tiene tres hijos. Le es más difícil deshacer ese nudo para poder hacer lo que ella quiere. No tiene 20 años y está empezando a descubrir su sexualidad. Nada de eso. Tiene 40 y se sintió atraída por una mujer. Lo interesante es que Carla no sabe si le gustan las mujeres, pero está segura de que se enamoró de su amiga. Ella está enamorada de su amiga. No es que Carla va por la calle y mira minas, que sería otra manera de abordarlo. Ella también está sorprendida de la situación que le toca vivir.

–Esta historia de amor homosexual pone en la mesa de los argentinos algo que sucede en la sociedad, independientemente de la recepción que tenga según quién lo vea. ¿Cree que la TV puede ser un mecanismo interesante de enriquecimiento social?

–La TV puede ayudar a que muchos comprendan que lo que importa es el amor. Es algo que va a llevar su proceso y que no sólo basta con que la tele abra cabezas. Esa gente que está tan cerrada y que no acepta que el amor entre personas del mismo sexo ocurra, en algún momento se sacará de encima su educación rígida y sus prejuicios. Conozco gente de 30 y pico que aún no le dijo a sus padres que están en pareja con alguien de su mismo sexo. Eso me da mucha tristeza. Hace más de cinco años que está en pareja y su compañero se pierde todos los cumpleaños y fechas importantes porque todavía no pudo decírselo a sus familiares. La felicidad no se impone, se busca. La ficción puede hacer entender a muchos que no se trata de una enfermedad ni de ninguna perversión, sino que simplemente es amor. Nada más simple y complejo que enamorarse de alguien de su misma condición sexual.

–Que su personaje aborde un tema tabú como éste, ¿fue un factor importante a la hora de aceptar ser parte de la ficción?

–Ningún trabajo para mí es un trabajo más. Cualquiera sea el personaje, siempre trabajo un montón para la composición, trato de buscar ser particular. Si acepto algo es porque quiero trabajar y hay algo del personaje que me seduce. No soy una vaga. La actuación requiere de trabajo y esfuerzo, de ponerle buena onda a las escenas y a la historia que estás contando. La tira, obviamente, tiene un ritmo muy exigente. Me ha pasado de llegar al set y no haber leído todavía todo el libro. En una tira uno apela más al oficio. Uno no tiene tiempo como cuando está trabajando en un unitario, en donde uno puede releer las escenas, hablarlas con el director y ensayarlas con los compañeros. En la tira todo es más rápido.

–Pero hacer un personaje que protagoniza una historia homosexual, en este contexto social, ¿no fue un plus?

–Fue un condimento que favoreció a que pusiera mi atención y mis ganas de hacerlo. Fue un plus. Si la propuesta era la de hacer una esposa que sólo esperaba en su casa a su marido, con la comida preparada, no sé si hubiera aceptado. Me dan ganas de que me den personajes con más capas de profundidad. Carla es una mina que está en un momento de su vida en el que enfrenta un desa-fío enorme. Tiene su cabeza muy confundida. Me gusta ponerme en otro lugar. No me gustan los personajes lineales, simples. Prefiero componer personajes jugados.

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