Sábado, 26 de julio de 2014 | Hoy
TELEVISION › STEPHEN KING HABLA DE LA SERIE UNDER THE DOME
El escritor accedió no sólo a que se hicieran cambios en la historia de su novela para la adaptación televisiva sino a continuarla. Y como para marcar la pauta, escribió el escalofriante capítulo inicial de la segunda temporada y puso su rostro en pantalla.
Por Roque Casciero
Desde Wilmington
“Una vez destetada del ansia efímera de la tele, la mayoría descubrirá que leer significa pasar un buen rato”, se enojaba Stephen King en su notable libro Mientras escribo. “He aquí mi sugerencia: la desconexión de la caja-loro es una buena manera de mejorar la calidad de vida, no sólo la de la escritura. Además, ¿de cuánto sacrificio hablamos? ¿Cuántas reposiciones de Frasier y E.R. Emergencias hacen falta realizarse como norteamericano? ¿Cuántas horas de teletienda? ¿Cuántas...? No sigo, que me sulfuraría.” Sin embargo, el autor de Carrie y Cementerio de animales está frente a un nutrido grupo de periodistas de todo el mundo para hablar sobre su participación en la segunda temporada de Under the Dome –que TNT estrenará el lunes 28 a las 22, con dos episodios sin cortes–, la serie en principio basada en su novela homónima. Si el libro cubría los sucesos de tres semanas en el bucólico pueblito de Chester’s Mill, al que de repente le cae encima una cúpula transparente que lo separa del mundo, ahora los guionistas de la serie están en libertad para seguir la historia por las suyas. Hasta cierto punto, claro, porque el propio King fue el autor del primer y escalofriante episodio de la nueva temporada, “Cabezas rodarán”, en el que también hizo un cameo. Y como si no fuera suficiente la contradicción entre lo que escribiera en su libro de 2000 y el hecho de estar en los estudios EUE/Screen Gems, en Wilmington (Carolina del Norte), se agrega el dato de que el productor del programa, Neal Baer, también lo fue de... E.R. Emergencias.
Pero cuando Página/12 le recuerda sus antiguos dichos sobre la televisión, King responde con seguridad: “Es cierto que critiqué a la tevé; pero era un panorama diferente en aquel momento. En Estados Unidos, hoy la televisión rivaliza con el cine y en algunos casos lo supera en cuanto a lo que se puede hacer en términos dramáticos. Aunque los libros son lo que busco como entretenimiento, antes en segundo lugar venía el cine, pero ahora diría que es la televisión. Antes, al terminar mi labor diaria, me tiraba en el sofá y principalmente me dedicaba a leer durante dos o tres horas, y a atacar la heladera (risas). Era mi descanso. En cambio, ahora tengo la tendencia a mirar televisión. Acabo de terminar Orange is the New Black, que me impresionó mucho: lleva la televisión a un nivel diferente. House of Cards... la segunda temporada no es tan buena como la primera, pero sigue siendo buena. La serie francesa Les Revenants es un trabajo fantástico. Hay una con Gillian Anderson, británica, The Fall, que también es bárbara. Hay muchas cosas, quizá más de las que deberían haber, y tengo la tendencia a mirar series completas en poco tiempo, igual que mucha gente. En ese sentido, Under the Dome es un punto óptimo para mí”.
Un rato más tarde, King actuará unos segundos en el episodio inicial de la segunda temporada, en la cafetería de Chester’s Mill. Ahora, el escritor –-de cuyos libros se han vendido más de 400 millones de ejemplares– maneja el orden de los ansiosos entrevistadores con la seguridad del profesor de Literatura que fue. Y defiende la idea de que las adaptaciones de sus obras sigan caminos diferentes a lo que él firmó. “John Cusack acaba de terminar una película llamada Cell en base a mi novela y todavía no pude verla. Nunca me meto mientras las están filmando, pero siempre me da curiosidad ver qué hicieron con ellas. Nunca me enojo si no sale bien, porque todos estamos en esta especie de negocio de riesgo en el que tratamos de hacer que las cosas funcionen. A veces sucede, otras no. Al final es una especie de propuesta en la que no puedo perder, porque si sale bien como The Green Mile, puedo decir ‘está basada en mi libro’; pero si sale mal, como algunas de las de Los niños del maíz, digo ‘no tuve nada que ver con eso’”, cierra entre carcajadas.
–Pero, ¿cómo se siente cuando quienes adaptan su material toman malas decisiones?
–Uno ve malas elecciones en las adaptaciones todo el tiempo. Por ejemplo, cuando hicieron un musical de Carrie pensé que todo era una mala decisión (risas). Pero, otra vez, sentís que la gente involucrada tomó una dirección que no es la que vos hubieras tomado, y que a veces funciona y otras no. Y no olvidemos que hay elecciones fantásticas: me encantó la película que hizo Taylor Hackford de Dolores Claiborne, porque él filmó todo el material del presente en un color desaturado que era apenas un tono por encima del gris, y cuando Dolores habla del pasado es todo en un color brillante. Y así es en nuestras vidas: hoy estamos en Carolina del Norte y hace frío y está horrible, pero cuando pensamos en el pasado lo hacemos en colores brillantes. Eso me pareció genial.
–En Under the Dome ya hubo cambios en la primera temporada.
–Mi idea original para el libro era que esta gente estuviera atrapada en Chester’s Mill durante meses, y que se pudiera ver cómo se le acababan los recursos, cómo se expandía la polución y se quedaran sin combustible... Pero lo que yo hago es seguir al libro y ver adónde me lleva. Y con todo lo largo que es el libro, sólo cubre tres semanas. Así que me entusiasmó ver qué podía pasar en un período más largo. Entendí que iban a suceder más cambios en las vidas de los personajes y me interesó mucho. Supongo que tiene que ver con que nunca tengo un plan cuando me meto con un libro, no sé exactamente qué va a suceder: planteo una situación y me gusta ver hacia dónde va. Es como seguir el hilo y ver hasta dónde te lleva. Entonces me dijeron: “Extendámosla”. Y contesté: “Bien, háganlo”. En la primera temporada había muchas cosas que están en el libro, sobre todo al principio, pero después empezó a ir en su propia dirección. Y como cualquier persona que mira algo, quiero ver qué sucede a continuación, siento curiosidad.
–Pero los sucesos de la segunda directamente no aparecen en el libro.
–Cuando me propusieron que me involucrara para establecer cómo iba a ser la segunda temporada, pregunté si podía escribir el primer episodio y me contestaron que sí. Entonces les planteé: “La primera temporada terminó con Barbie (encarnado por Mike Vogel) en el cadalso, a punto de ser ahorcado, y todas estas otras cosas sucediendo en la ciudad. ¿Qué viene a continuación?”. Y me contestaron: “Ni la más puta idea” (carcajadas). Para mí, eso fue como si me dieran un cheque en blanco, porque me permite hacer lo que quiero. Obviamente, una serie no la hace sólo una persona: participan desde los productores hasta el equipo de guionistas, que tienen que tener incidencia porque son quienes van a escribir los episodios del 2 al 13; y también está el canal, que tiene ideas muy concretas sobre cómo debería seguir la historia y quiere que sucedan ciertas cosas. Así que se convierte en un esfuerzo combinado. Pero, a la vez, al escribir el episodio inicial puedo poner la primera huella, me da la posibilidad de establecer el curso del resto. Eso fue bárbaro para mí y me metí de lleno, propuse muchas cosas. Pude matar a un par de personajes regulares muy queridos, eso estuvo divertido (risas).
–¿Qué opina de que los novelistas trabajen directamente con la tevé, como sucedió con True Detective?
–Me encanta. Ha cambiado todo el panorama de lo que hace la televisión. Había cierto tipo de televisión, que todavía puede verse en CSI, Criminal Minds, Law and Order o NCIS, que no es realista, porque cada semana aparece un nuevo caso y todo se resuelve al final. FX se arriesgó con The Shield, que fue una clase diferente de televisión por unas cuantas razones. Fue un programa exitoso con una historia que continuaba, personajes que podían desarrollarse y cosas que cambiaban, no era que volvía siempre al principio y todo se resolvía al final. Otra cosa interesante fue que el protagonista no era un tipo agradable, sino un tipo malo. Entonces empezamos a ver series de duración limitada en las que había una historia continuada, porque otros canales tomaron la idea. Primero sucedió con el cable, con programas como Breaking Bad o Mad Men. Para mí, uno de los conceptos más interesantes fue cuando la televisión norteamericana trajo The Killing y le dio la posibilidad de contar una sola historia en un arco de trece episodios. Entonces, cuando CBS me dijo que quería hacer algo similar con Under the Dome, simplemente dije que sí. Creo que es una nueva forma de trabajar en televisión.
–Se vive una suerte de nueva era dorada de los dramas televisivos. Como escritor, ¿siente que ahora la vara está más alta, que hay otra presión al escribir un episodio?
–No puedo decirlo con certeza, porque antes de esta tendencia actual en el cable estuve involucrado sólo dos veces con series. Pero creo que sí sube la vara. Te presenta el desafío para narrar historias dramáticas de un modo novelístico, cosa que la televisión no hacía, así que es un modo completamente distinto de hacerlo. Pero para mí es algo natural, porque me parece que lo que la televisión tiene para vender –más que el entretenimiento, más que cualquier otra cosa– es la posibilidad de contar historias en profundidad. Las oportunidades para el éxito son tremendas, porque los personajes no están a salvo: cualquiera puede desaparecer en cualquier momento. Amé True Detective y no estaba seguro de que esos dos tipos fueran a salir vivos. Así es como debería ser. Creo que cuando uno ve CSI, sabe que todos ellos van a terminar bien al final y eso le saca un poco de suspenso. La televisión se ha convertido en un medio más novelístico.
–¿Hubo cosas de Under the Dome que le interesó traducir de modo muy particular del libro a la serie?
–No. Había ciertas ideas generales con las que llegué al libro que me gustaría ver en la serie, pero también me gustaría ver más cosas. En el libro estaba muy preocupado en retratar a Chester’s Mill como una pequeña versión bajo una cúpula del mundo en el que vivimos, con recursos que escasean y donde la gente se siente presionada por tener espacio. El medio ambiente en general parece estar degenerándose. Al poner a Chester’s Mill bajo la cúpula pude hablar de recursos escasos, del medio ambiente y el calentamiento global. Porque todos nosotros estamos bajo una cúpula, todos vivimos en un planetita azul, es lo que tenemos, y quise discutir sobre estos temas. Me gustaría ver eso en la serie y sé que va a haber más discusión sobre qué hacer cuando los recursos escasean. Otra cosa que se va a discutir en la segunda temporada, que no fue mi idea, pero que apoyo totalmente, es qué tenés que hacer cuando tu población es demasiado grande para tus recursos. Quizá también nosotros tengamos que hablar sobre la eutanasia para gente que no está contribuyendo... Es el asunto del bote salvavidas: si está sobrecargado, ¿a quién tirarías? Entonces, en una serie como Under the Dome, que es una fantasía, podés discutir esos temas. En la primera temporada se habló de un modo encriptado acerca del control armamentístico. Big Jim (protagonizado por Dean Norris) dijo: “Tenemos demasiadas armas en este pueblo y quizá yo debería tenerlas a todas” (se ríe). Yo no le daría mi arma a Big Jim Rennie.
–En programas como Under the Dome o The Fall, uno puede hablar un poco de política, sentirse como un sociólogo.
–Programas como Under the Dome vuelan bajo el radar, entonces podés hablar de temas controvertidos. Tenemos un personaje como Big Jim Rennie, que para mí se parece cada vez más a Vladimir Putin. Incluso tiene cierto parecido físico (risas)... Ultimamente lo llamo Vlad el Empalador (carcajadas). Pero podemos hablar de cómo la política hace que las personas se radicalicen cuando están bajo presión y cómo buscan a una figura fuerte que les dice que no se preocupen, que le den todo el poder a ella y que se va a encargar.
–¿Cómo es su relación con la escritura hoy en día? Hubo un período en el que dijo que iba a retirarse...
–Es más difícil de lo que era y no creo que tenga tanto que decir como antes, por eso escribo menos. Pero todavía es lo que hago bien y lo que me gusta hacer, lo que me hace feliz. Quizá cuando tenía 30 o 40 y pico me hacía feliz hacerlo cada día, y ahora me hace feliz más salteado. Cuando dije que iba a retirarme, estaba recuperándome de un accidente: un tipo me atropelló cuando estaba caminando, me dio flor de paliza. Estaba en un punto bajo en lo mental, pero mejoré. Y creo que cuando mejorás, tu mente quiere hacer más trabajo, así que mi imaginación comenzó a funcionar.
–En 2013 publicó dos novelas y se involucró con el programa. ¿Cómo son sus horarios de trabajo?
–A veces es como hacer malabares, una hora aquí y allá; pero el año pasado fue fantástico para mí. No estuve involucrado con Under the Dome en cuanto a escribir guiones, sólo hablé con los productores acerca de cómo iba a ser el arco de la historia. En un par de ocasiones se habían trabado con algo y Neal Bear me llamó, así que pude aportarles algunas ideas sobre cómo seguir. Pero con el libro, sencillamente, comencé a escribir en febrero de 2013 y el material simplemente salió, fue un trecho maravilloso: salieron Joyland, Mr. Mercedes (recién aparecido en inglés) y otro llamado Revival, que va a salir en noviembre y es un libro muy escalofriante. Se van a cagar de miedo...
–Antes usted escribía más historias de terror.
–Sí, creo que a mis editores les encantaría que yo escriba sólo novelas de terror. En cierto nivel, a los editores y a la televisión les encanta que tu próximo libro sea exactamente igual al anterior, porque es el que tuvo éxito. Pero a mí me gusta intentar cosas nuevas, mantenerme fresco. Mr. Mercedes no tiene nada que ver con el suspenso sobrenatural, como otros libros que escribí antes, como Dolores Claiborne o Gerald’s Game. Voy en la dirección que me entusiasma en el momento. Pero Revival es un libro que va a hacer que la gente piense en Cementerio de animales, una novela muy oscura y escalofriante.
–Como maestro del horror, ¿puede decir a qué le temen los norteamericanos hoy en día?
–Los norteamericanos le tienen miedo a todo.
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