TELEVISION › MARTINA SOTO POSE, EX CQC Y ACTUAL DIARIO DE MEDIANOCHE
La conductora del noticiero de Telefe señala que antes, en Caiga quien caiga, “si me iba a la banquina se editaba y el papelón no se emitía. La presión ahora pasa por estar en vivo, pero es también un desafío para mí”.
› Por Emanuel Respighi
El único inconveniente eran los dos piercings que tenía en su rostro. ¿Podía una conductora de un noticiero, por más descontracturado que fuera, tener dos aritos visibles en su cara? ¿Tenían los gerentes de la TV abierta la mentalidad lo suficientemente amplia para aceptar ese signo de la modernidad? ¿Hasta qué punto es más condicionante para la credibilidad de un noticiero que su cara visible se haya perforado la nariz y la pera que el uso de determinado peinado o blusa? ¿Desde cuándo la estética es más importante que el contenido? Por más absurdas (para algunos) que parezcan estas preguntas, lo cierto es que estos interrogantes rodearon el arribo de Martina Soto Pose a Diario de medianoche, el noticiero de cierre de Telefe (lunes a viernes a las 24). La rubia –sí, la de los piercings– que se hizo conocida como notera en CQC abandonó el que fuera uno de los formatos periodísticos más transgresores de la TV argentina para aterrizar en el noticiero que –entre los de la nueva ola– fue pionero en eso de magazinear su forma. Las “caras” de las noticias, definitivamente, ya no son las de antes.
Si hasta no hace muchos años la cara de un noticiero debía transmitir rigurosidad y credibilidad al extremo, la nueva tendencia del género parece estar en la antípodas: con apenas 28 años, Soto Pose es una recién llegada al medio y allí está, aun con sus facciones de adolescente, sentada detrás de uno de los escritorios del noticiero de Telefe. Desde que se presentó en “El octavo integrante”, el concurso con el que en 2010 CQC buscó a nuevos cronistas y donde quedó en el tercer lugar, la carrera de Soto Pose fue meteórica: tres años y poco más le bastaron como notera del programa de Eyeworks-Cuatro cabezas para reemplazar ahora a Germán Paoloski al frente de Diario de medianoche. “La verdad es que se dio todo más rápido de lo pensado”, se sincera la rubia, ante Página/12.
Las credenciales de Soto Pose para ser la cara de las noticias de cierre del canal líder de audiencia no son pocas, pese a su corta edad. Al fin y al cabo, la rubia cuenta con formación sólida en los dos planos que importan. En la academia, hizo bien los deberes en las que se supone son las carreras “obligadas”: es locutora egresada del ISER y periodista recibida de TEA. “Siempre fui una universitaria frustrada, por eso hice dos terciarios”. dispara. En la práctica, los tres años y poco más haciéndose lugar en la calle entre marchas, actos y anuncios en su rol de notera en CQC le sirvieron para crear anticuerpos. “Cuanto más formado estés, más herramientas vas a tener para poder desarrollar el oficio, ya sea en la calle como en el estudio”, reconoce la periodista, que además coconduce diariamente USB en la Rock&Pop, de 19 a 21.
–Los 28 años de edad la ubican dentro de una generación cuya adolescencia se desarrolló dentro de la sociedad de la imagen y las nuevas tecnologías. Incluso, su participación en CQC fue producto de haber participado en un reality. ¿Soñaba con trabajar en la TV o con ser periodista?
–Nunca tuve como meta trabajar en la tele per se. A mí me gustó, desde siempre, ser presentadora de noticias. El del noticiero es un formato que me encanta. Siempre que había prácticas de noticiero, mientras estudiaba, la primera en levantar la mano a la hora de elegir una conductora era yo. El laburo en CQC hizo que creyera que mi carrera se estaba perfilando para otro lado. Por eso, para mí, estar conduciendo un noticiero es el sueño cumplido.
–Después de años “curtiéndose” en la calle como notera pasó a trabajar en estudio, en un formato rígido como el del noticiero. ¿Está sufriendo el cambio?
–Más o menos. Los únicos nervios que tengo ahora surgen de no tener el margen de error que se tiene en la calle. Se supone que el noticiero es un formato que debe conducirse de manera impecable. En Caiga..., en cambio, si me iba a la banquina se editaba y el papelón no se emitía. La presión ahora pasa por estar en vivo, pero es también un desafío. En Caiga... aprendí un montón, fue un gran aprendizaje, pero a mí lo que más me gustaba de mi trabajo como notera no era la salida pícara o el diálogo picante, sino los copetes.
–Históricamente, CQC es una escuela de periodistas televisivos. ¿Por qué cree que ocupa ese rol?
–Caiga... hace que no le tengas miedo a casi nada. La respuesta rápida se ejercita a diario y eso te da muchos reflejos. Antes, me hacían un chiste medio subido de tono y me escandalizaba. Caiga... me acostumbró a que me dijesen barbaridades y a que contestara subiendo la apuesta. En Caiga... me metí en lugares donde jamás pensé que me iba a meter, hice cosas que jamás creía que iba a hacer... Me curtí un montón. Me dio mucho oficio y mucha calle. Si pasaste por Caiga... y no moriste en el intento, casi que estás para cualquier cosa. Si bien la calle te cansa, lo más difícil de trabajar en Caiga... era esa cosa de vivir de guardia las 24 horas y, si sonaba el celular, salir de raje para cualquier lugar a hacer una cobertura. No tenés rutina ni horarios. Eso te lima. Los dos primeros años sufrí mucho ese ritmo.
–¿Cómo evalúa al periodismo televisivo actual y, más específicamente, a los noticieros?
–Todo se va adecuando a la época. De hecho, ya en TEA y en ISER los profesores nos machacaban que la figura clásica del presentador estaba perdiendo lugar, incluso para el locutor comercial, por lo que nos incentivaban a que los descontracturáramos. En Caiga... y Rock&Pop también me dijeron que me sacara la locutora de adentro. Y en Telefe pasó lo mismo. ¡No me dejan engolar! A mí me gusta la cosa descontracturada, pero siempre que haya una formación detrás. Cuando un presentador no cuenta con esa formación, se nota y mucho. Soy de mirar muchos noticieros, pero para mí Telefe noticias es La Meca.
–¿Por qué?
–Tiene los mejores presentadores, los más formados, los más completos. La estética me encanta: es clásica y sobria sin dejar de ser canchera. En Telefe se cuida mucho la línea editorial, sin hacer bajadas tremendas. Uno siente que no queda “pegado”, ni de un lado ni del otro. Si bien no existe la neutralidad u objetividad, creo que Telefe cuida la equidistancia. Banques el modelo o no, Telefe no baja línea para un lado o para otro.
–Hay quienes lo critican por ser el noticiero más “light”...
–A mí me encanta eso, me deja tranquila. Yo sufrí mucha hostilidad por estar en El Trece con CQC. Telefe está pensando en informarte. Que no forme parte de la disputa es para mí una virtud. No quiero quedar estigmatizada con ninguna línea política. Yo no sé si todas las personas que trabajan en El Trece están en contra del Gobierno y si todas las que están en el 7 están a favor. Es un momento en el que si no te la jugás quedás como light. Yo quiero informar, no me interesa entrar en discusiones políticas. ¿A quién le interesa saber si a mí me cae bien o mal la Presidenta? Ahora estamos todos más al tanto de cómo se trata la información desde los medios. Y eso siempre es bueno.
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