Lunes, 1 de diciembre de 2014 | Hoy
TELEVISION › DANIEL HENDLER CONDUCE CINE POSITIVO POR ENCUENTRO
Hoy comienza el ciclo que aborda el HIV a través de films de distintos orígenes y miradas, y que seguirá todos los domingos de diciembre. “Cada película merece ser vista por su atractivo artístico”, afirma el actor uruguayo.
Por Emanuel Respighi
El HIV dejó hace tiempo de ser un tema tabú en las sociedades. Tras la irrupción del virus en los ’80, tanto los avances científicos para su tratamiento como la mayor información que los ciudadanos en general tienen sobre el sida llevaron a que el miedo se transformara en respeto, y a que la discriminación y estigmatización de las que fueron objeto durante décadas los infectados pudieran darle paso a la contención social, a la inclusión. Si bien los progresos son evidentes (la población infectada se reduce, la calidad de vida es buena y la sociedad está más abierta), lo cierto es que se trata de un virus al que no hay que bajarle los brazos. En el Día Internacional de la Lucha contra el Sida, Canal Encuentro estrena Cine positivo, un ciclo en el que aborda la enfermedad a través de variadas películas de distintos orígenes y miradas. Conducido por Daniel Hendler, el ciclo comienza esta noche, a las 23, con la emisión de Un año sin amor, de Anahí Berneri, para luego pasar a programarse todos los domingos del mes a las 22.
Acorde con la manera que en la actualidad la sociedad se relaciona con el HIV, Cine positivo presenta una selección de películas en la que el virus está presente en algún personaje o situación, pero en la que el foco pasa por las relaciones humanas. A Un año sin amor le seguirán desde el próximo domingo, en orden de aparición, Los testigos, de André Techiné; Todo sobre mi madre, de Pedro Almodóvar; Nacidos en el ’68, de Olivier Ducastel y Jacques Martineau; y Philomena, de Stephen Frears. “Lo bueno del ciclo es que no incluye ninguna película de esas que son un plomazo, pero que por cuestiones políticas, culturales o simbólicas hay que proyectarla sí o sí”, cuenta el actor, escritor y director uruguayo en la entrevista con Página/12.
Hendler destaca que Cine positivo tiene la virtud de presentar films que artísticamente valen la pena ver, independientemente de la temática que tratan. “Cada película –señala– merece ser vista por su atractivo artístico. Tienen en común que abordan un mismo tema, pero con miradas completamente personales. Ni siquiera el HIV es un tema central en algunas tramas. Creo que eso tiene que ver con la época en la que estamos transitando con respecto a la enfermedad. Superamos los años de estigmatización del sida; ahora es algo con lo que convivimos a diario, sin tantos miedos, con mayor información, lo que vuelve más natural a sus tramas. Las películas no cargan con el peso amarillista ni informativo del HIV sino que construyen universos particulares y libres alrededor de un tema importante, pero del que se puede hablar con mayor información.”
No es la primera vez que el protagonista de Derecho de familia, Mi primera boda y Vino para contarlo, entre otras películas, incursiona en la conducción. Hace algunos años, Hendler se había puesto frente a la cámara en Canal Brasil, presentando un ciclo de cortos latinoamericanos, e incluso en la Argentina también había hecho unos copetes cuando se habían programado películas en las que había participado. “Me gusta todo lo que no sea actuar, en principio”, bromea. “No me gusta la conducción como un oficio, pero sí como la posibilidad de presentar películas interesantes, de directores que imprimen su mirada y en un canal que aborda problemáticas interesantes desde una óptica entretenida. Pero no podría ser conductor: mi rol está más cercano a la actuación que a conducir”, aclara.
–A la hora de aceptar la propuesta, ¿le interesó más por la temática o por las películas?
–Las dos cosas. A priori, involucrarme con un proyecto con una causa importante me resultaba inquietante, pero después me pareció que la selección de las películas ponía el foco más en la mirada de los directores que en la mera bajada de línea sobre el tema. Las películas están cuidadosamente seleccionadas porque tienen que ver con proyectos íntimos de los directores, en las que cada uno aborda el tema desde un punto de vista personal, para nada moralista o panfletario. Son todas películas que cuentan historias personales, en las que el HIV se hace presente, pero en ningún caso aplasta el aspecto narrativo esa cosa de ser “el” tema sobre el que hay que hacer algún tipo de ensayo panfletario.
–¿Cómo se relaciona como artista en un ciclo con un compromiso como el que encara? ¿Como cualquier otro proyecto o se puso más solemne?
–Los actores tenemos algo de marionetas, pero yo no dejo de ser un mediador entre la película y el espectador. No siento para nada que estoy cumpliendo un rol social: es el ciclo el que se encarga de poner a disposición de los espectadores estas películas. Mi rol es el de un presentador que, acompañado por la puesta en escena, invita al espectador a quedarse a ver estas películas. Después es el cine el que puede llegar a trascender el aspecto artístico para intervenir en lo social. No me lo tomé con solemnidad, porque me parece que tampoco el tema merece ser tratado con solemnidad. Mucho menos ahora que podemos convivir con ese tema de otra manera, de cuando el HIV surgió a los ’80 como una epidemia que asustaba a muchos.
–¿Cree que un ciclo de estas características puede abrirle los ojos al espectador?
–Sí, pero más que por los temas, su influencia es posible por las formas en que algunas problemáticas sociales pueden ser abordadas desde el cine o la TV. Creo que las películas pueden llegar a abrir miradas en ciertos espectadores, en determinados momentos, pero no que puedan influir masivamente en lo social. En todo caso, un movimiento artístico creo que tiene mayor influencia. Dudo que una sola película pueda tener una misión social. Entiendo que el arte puede transformar lo social desde las mismas discusiones estéticas.
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