TELEVISION › GUILLERMO FRANCELLA Y FLORENCIA PEÑA HABLAN DEL BOOM DE “CASADOS CON HIJOS”
Hoy empieza la segunda temporada de una sitcom que encontró una personalidad distintiva en su versión local. “Casados... rompió con el modelo televisivo de familia”, dicen sus protagonistas.
› Por Emanuel Respighi
Si el interés y la aceptación mundial de la sitcom (comedia de situaciones) estadounidense descansa en el efecto logrado por sus aceitados guiones, motorizados a través de gags a ritmo constante –donde el elenco no cumple otra función que la de ser portavoz fiel de cada una de las líneas del libreto–, lo de “Casados con hijos” (que esta noche, a las 21.30, comienza su segunda temporada por Telefé) parece tratarse de algo más que una exacta adaptación del original. Basta con presenciar la grabación de la versión local del ciclo que cuenta la cotidianidad de los Argento para comprender que sin la improvisación liberadora de Guillermo Francella, Florencia Peña, Erica Rivas, Marcelo de Bellis o los hermanos Lopilato, más cercana al registro humorístico histórico rioplatense, otro hubiera sido el andar de “Casados con hijos” por estas tierras. Es que del texto original que les llega a los actores tan sólo queda en pie la estructura narrativa: el resto, los condimentos que hacen que un chiste cause más a o menos gracia a los espectadores, es producto de la espontaneidad y el oficio de cada uno de los integrantes del elenco, siempre dispuestos a subir la apuesta. Improvisación que no es forzada y surge naturalmente mientras se ensaya cada una de las escenas, y que –incluso– adquiere un nuevo plus cómico en la grabación de las tomas, sorprendiendo a propios y extraños. Esa, tal vez, es la clave de un programa que de a poco se convirtió en uno de los ciclos más vistos de la TV argentina.
Lo de “Casados con hijos” es casi inédito: luego de un año en el que la audiencia no les había sido esquiva, pero tampoco el ciclo se había convertido en el suceso previsto, las repeticiones de los envíos durante el verano lograron imponerse en el prime time. Los inesperados niveles de audiencia de los capítulos repetidos, superando al rating obtenido por esos mismos envíos cuando habían sido emitidos en estreno (emulando lo que ocurrió con la reposición de la primera temporada de “Los simuladores”), llevó a Telefé a rever su decisión de dar por finalizado el ciclo y poner en práctica el operativo retorno del programa. De esta manera, el regreso a la TV de “Casados con hijos” –más allá de que se basa en un humor que muchas veces roza lo ramplón y burdo– se gestó “a pedido del público”. Página/12 dialogó con Francella y Peña, los protagonistas del programa, para intentar explicar el extraño fenómeno del ciclo.
–El hecho de que el motivo real de la segunda parte de “Casados...” sea el rating de las repeticiones se puede considerar positivo porque obedece a un pedido del público, pero también puede pensarse que se trata de un regreso forzado...
Florencia Peña: –Si hay algo que tuvo “Casados...” es que siempre apuntó a lo artístico. Aun cuando el rating fue desbordante, nosotros siempre creímos en lo que estábamos haciendo. Creo que el programa regresa porque aún tiene mucho para contar: mientras en Estados Unidos duró 11 años, aquí sólo hicimos poco más de la mitad de los envíos. Pero no se trata de una vuelta forzada. Si lo hubiéramos sentido así, ninguno de los dos hubiéramos aceptado, porque teníamos otros proyectos. No es que “Casados...” se convirtió en un éxito donde lo artístico no interesa: fue justamente la dedicación artística lo que hizo que el programa se convirtiera en un éxito. La gente entendió el código con el tiempo, comprendió que se trataba de una comedia distinta.
Guillermo Francella: –Más que una decisión de programación, la segunda parte de “Casados...” es una decisión del público. Si un programa, en su quinta repetición, tiene más de 20 puntos diarios en el prime time, no es fácil no pensar en una continuidad. Aun cuando Florencia tenía previsto hacer “Hechizada” y yo otro proyecto por separado. Y a nosotros nos gustó demasiado hacer este programa como para desechar la propuesta.
–¿Qué explicación le encuentran a que las repeticiones de “Casados...” hayan tenido más audiencia que los capítulos estrenos?
G. F.: –En primer lugar, las repeticiones se emitieron en el horario que el ciclo debía haber tenido desde el comienzo, entre las 20 y las 21. No hay que olvidar que los capítulos estreno de “Casados...” sufrieron cinco o seis cambios de horario: de 22 a 22.15, después a 22.30, más tarde a 22.45, también a las 23, e incluso a las 23.15 y 23.30... Las modificaciones confunden a la audiencia y, además, se trata de un programa familiar. Y el segundo motivo es que la permanencia del ciclo hizo que la gente terminara de entender el código del programa. Pero no me refiero a si se entendió el chiste, sino al código del guión, de qué va el ciclo, al código de actuación.
F. P.: –Es una propuesta muy diferente a todo lo que se ha visto en cuanto a comedias familieras televisivas: a partir de la inmoralidad que proponen los personajes genera una identificación inversa. O sea: el público ve en Moni y Pepe Argento la catarsis familiar que el argentino medio no puede hacer en su cotidianidad por determinado protocolo. De alguna manera, Moni y Pepe representan cierta liberación familiar: ellos hacen y dicen cosas que normalmente no se dicen entre los familiares. No porque no se piensen, sino porque socialmente no está bien visto. “Casados...”, con Moni y Pepe, le saca la careta al tradicional modelo televisivo de familia.
G. F.: –La TV, por lo general, refleja familias convencionales y tradicionales que ya son anticuadas. La realidad es otra. La carencia de hipocresía de los Argento sorprende al televidente. Los Argento no son una familia dispar. En todo caso, es una familia con las características, un tanto exageradas, de la familia actual: son económicos en el trato y la palabra, pueden putearse y hasta casi no soportarse más. Pero eso no significa que no se quieran.
F. P.: –De hecho, la composición del público de “Casados...” difiere de la que habitualmente acompaña a una comedia exitosa: lo ve gente que por lo general no mira TV o que habitualmente no seguiría una comedia diaria. y eso se debe a que en “Casados...” no hay que seguir una historia: las historias de cada capítulo empiezan y terminan en el día. Tampoco hay alargamientos ni interminables esperas.
–Trabajaron un par de años en “Poné a Francella” y ahora hacen lo mismo en “Casados...”, programas a los que en términos de audiencias les fue muy bien. ¿Pensaron alguna vez en conformar un dúo cómico estable?
G. F.: –Dependerá mucho de las historias. Si se necesita una pareja, trabajaremos juntos. Con Florencia tengo una muy buena relación, tanto laboral como personal. Pero no hay nada preparado hacia el futuro más allá de “Casados...”.
F. P.: –Los dos tenemos carreras muy formadas. El encuentro artístico es genial, siempre que sea a partir de una necesidad artística. De ninguna manera forzaríamos la situación para que de aquí en adelante sólo hagamos cosas juntos. Seguramente, con Guille nos vamos a encontrar en proyectos a lo largo de nuestras carreras muchas veces. De hecho, al final de la primera temporada de “Casados...” no sentí que nos despedíamos para no trabajar nunca más. Pero tampoco creo que nuestras carreras tengan que pasar por trabajar juntos o si no nos desmoronamos. Y eso es lo mejor que nos puede suceder para mantener la química: ser individuos con carreras separadas que disfrutamos cuando trabajamos juntos.
–“Pone a Francella” y “Casados con hijos” comparten el hecho de que tuvieron extensas repeticiones posteriores seguidas por mucho público.
G. F.: –No se pueden dar razones muy racionales de por qué las repeticiones rindieron tan bien. Creo que no hay antecedentes en la historia de la TV argentina. Incluso, hubo grandes éxitos de la TV que cuando los repitieron fueron fracasos estrepitosos. Pero es verdad: “Poné...” tuvo dos temporadas estreno (2001 y 2002), y lo repitieron en tres (2003, 2004 y 2005). Y en 2006 no siguieron repitiéndolo porque les dije que no me parecía adecuado que hubiera dos programas míos al aire al mismo tiempo, porque si no...
F. P.: –Puede que sea el género. Si se repite una novela, uno ya sabe el final, por lo que la repetición pierde el enigma. No es casualidad que tanto en Sony como en Warner hay repeticiones constantes. Incluso, sus programaciones anuales se dividen en temporada de estreno y luego temporada de repetición. Son tan buenos los guiones de estos programas, que a la quinta vez se les siguen descubriendo cosas.
–Pero son ciclos de humor muy llano...
F. P.: –“Casados...” habla de cosas profundas y que no son para nada livianas, como la incomunicación familiar, la distancia entre el deseo y la realidad... Muchas veces se confunde el humor popular con la trivialidad. “Casados...” rompió con el modelo de familia tradicional.
G. F.: –Lo mismo pasó con “Poné a Francella”, que era un programa de sketches pero con un ritmo renovador y creatividad en sus contenidos. Lo que pasa es que el humor siempre pareciera eclipsar cualquier otra virtud de producción. No existe género más complicado que el humor.
–Dado que este reportaje los tiene como protagonistas, tal vez sea oportuno publicar dos veces este artículo para que lo lea mayor cantidad de lectores, ¿no creen?
F. P.: –Es que a nosotros nos tienen que publicar dos veces para que la gente nos entienda...
G. F.: –Parece que volvió el “deme dos”, nomás (risas).
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