La maternidad es un estado que muy lejos está de asemejarse al cuentito de hadas que ciertas revistas “de mujeres” se empecinan en instalar desde hace décadas. Detrás de la felicidad que produce la llegada de un hijo, hay una revolución –hormonal y hogareña– que en los primeros meses (¿años?) puede llegar a ser desesperante para cualquier madre. Algo de esa tormenta de sensaciones por las que atraviesan particularmente las primerizas en la cultura actual fue contado con autenticidad catártica por Julieta Otero, cuando casi una década atrás decidió hacer pública su angustia maternal en el blog “Qué difícil es ser una mamá progre”, donde posteaba penurias (exageradas) de su vida cotidiana. El cada vez más comentado “boca a boca” la llevó luego a transformar ese material en un par de temporadas de la serie web titulada Según Roxy, y posteriormente en la publicación de un libro. Nueve años después, la necesidad personal de sociabilizar su “infierno” maternal llega a toda Latinoamérica con el estreno de Según Roxy, la serie de 27 episodios que el último sábado, a las 23, estrenó el Canal Lifetime, y que los martes repite en el mismo horario (hoy van los dos episodios estrenos).

El recorrido que hizo Según Roxy es la más clara expresión de la manera en que el circuito creativo audiovisual dejó de ser el tradicional. Del blog artesanal a la serie de ficción de proyección internacional, Según Roxy pasó por cada una de las facetas necesarias para llegar a la “industria”, probando su eficacia en el formato intermedio de serie web, protagonizada por su misma alma mater. “En ningún momento pensé aquel blog como una cuestión profesional, sino que no fue otra cosa que una necesidad personal después de ser madre”, le cuenta a Página/12 Otero, que se vuelve a poner en la piel de Roxy en este nuevo formato. “Ni siquiera fue una búsqueda, sino más bien un vómito. No porque fuera feo ni maloliente, sino que fue la manera que encontré para atravesar mi situación después de haber sido madre. Fue tan desmedida, sin filtro y personal que no lo sociabilicé más allá de mis amigos muy específicos con los que compartía este tipo de situaciones”, reconoce la también actriz.

Dentro de ese grupo de amigas y amigos a los que les había pasado la dirección del blog estaba Azul Lombardía, con quien compartía mucho más que Avellaneda como el barrio donde había pasado su infancia y su adolescencia: las dos habían militado juntas en el Centro de Estudiantes del Colegio Normal de ese partido del conurbano, habían estudiado en la escuela de teatro de Hugo Midón, ya de grandes se habían mudado a La Paternal y ambas –por supuesto– estaban “colapsadas” por la maternidad reciente. La identificación con esa madre neurótica, fóbica y superada que expresaba Otero en el blog fue la que llevó a Lombardía a proponerle hacer una serie web. “Al principio me negué, pero después entre las mateadas que compartíamos fueron apareciendo ideas y nos pusimos a escribir los guiones y terminamos en un viaje que no sé cómo nos depositó acá”, cuenta Otero, incrédula.

Pese a que sus hijos ya pasaron la primera infancia (tienen 11 y 6 años), la actriz y guionista no puede dejar de trazar paralelismos entre Según Roxy y su vida personal. “No puedo creer estar presentando esta serie. Es como cuando ves a tu hijo que empieza primer grado y te preguntas qué ocurrió, sin entender cómo pasó el tiempo tan rápido. Esto fue igual. Fue tan día a día, tan pasito a pasito, que no entendés cómo ahora podemos entrar a todos los hogares de América latina”, subraya la protagonista de la serie que desacraliza la maternidad con altas dosis de acidez, absurdo y delirio. La temporada de Según Roxy en Lifetime –compuesta por 27 episodios nuevos, diferentes a los de la web– contará con las participaciones especiales de Cecilia Roth, Florencia Peña, Fito Páez, Julieta Zylberberg, Humberto Tortonese, Dolores Fonzi, Carla Conte y María Fernanda Callejón, entre otras figuras.

El riesgo de la versión “industrial” de Según Roxy es que el sistema tradicional “pasteurice” el sin filtro artesanal que destacó a la serie a lo largo de sus temporadas en la web. Otero rechaza esa idea. “La serie –afirma– no perdió nada; ganó todo. Trabajamos con mucha libertad, no hubo ninguna instancia en la que nos hayan querido industrializar. No tuvimos ese filtro televisivo porque se trató de una producción independiente. Ahora recién estamos empezando un camino conjunto con Lifetime y veremos qué pasa en esa relación. El hecho de haber nacido independientes, con nuestra propia identidad, es una garantía para que Lifetime siga apoyando una manera propia de contar.”

Fanática de series como Seinfeld, That’s 70’s rock y The big bang theory, Otero cuenta que la clave de cualquier serie hoy en día –más allá de ser de factura artesanal o industrial– es contar con un guión arriesgado y creativo. “Hoy en Internet se abrió un abanico impresionante, hay grandes directores de cine haciendo series, lo que levantó el nivel. La tele tradicional no puede seguir haciendo las mismas cosas de siempre. Mucho menos cuando hoy todos consumimos contenido de todos lados. Estamos yendo hacia algún lugar, pero no tengo la menor idea hacia dónde. Lo que no tengo dudas es que el nivel de guión y de estética ya no es el mismo que tiempo atrás”, señala.

–Según Roxy tuvo su génesis hace una década, ¿hasta qué punto cree que cambió el rol de la mujer desde entonces?

–Son muchos años de una presidenta mujer. Tengo una nena de 11 y otra de 6. Mis hijas crecieron teniendo una presidenta mujer. En el mundo simbólico, es un cambio muy fuerte respecto de cómo crecimos nosotros o las generaciones de nuestras madres, que recién empezaban a laburar y a ser más respetadas. Las mujeres vamos avanzando pero todavía no le encontramos la vuelta. Cuando una tiene hijos, a los que se los ama, se aparece una opción de crianza que tiene que ver con el apego, con la lactancia, eso todavía no pega con ningún laburo. Es muy difícil compatibilizar el ser madre con el ser trabajadora. Debemos brillar en el mundo laboral, como los hombres, a la vez que criar a tus hijos como las abuelas de antaño. Sumamos más exigencias. De igual manera, el hombre dejó de ser el único que sostiene el hogar, por lo que se le permite llorar, jugar en el piso, cocinar, bañar a los pibes... también el hombre gana haciendo todo eso, no sólo suma responsabilidad.