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Martes, 5 de septiembre de 2006

TELEVISION › EL SORPRESIVO ADIOS A STEVE IRWIN

El cazador de cocodrilos murió atacado por una raya

Era una de las estrellas de Animal Planet. Se le animaba a leones, gorilas y reptiles.

Era una estrella mundialmente reconocida. Detrás de su aspecto típicamente australiano, con esa cabellera rubia y equipo explorador a mano, cual boy scout entusiasmado, Steve Irwin se había enfrentado a los animales más peligrosos de la fauna salvaje. Gorilas, leones, cocodrilos, lagartos, caimanes y serpientes –de todo tamaño, tipos y pelajes– fueron algunas de las especies a las que se enfrentó el hombre en plan de aventura. Sin embargo, en una de esas perversas paradojas que a veces entrega la realidad, la estocada final le iba a llegar de la criatura menos pensada: en medio de la grabación de un programa de TV, el hombre conocido como “el cazador de cocodrilos” –a raíz del programa homónimo que condujo en la señal Animal Planet– murió ayer al ser “atacado” por una mantarraya, a quienes los especialistas señalan como una de las especies marinas más pacíficas.

Reconocido internacionalmente por el carisma y la osadía con que se enfrentaba a toda clase de animales a través de sus programas de TV, el ambientalista australiano murió en plena expedición de buceo, a los 44 años. El accidente que le costó la vida al también conductor de los ciclos Veterinarios a la vanguardia y Croc Files de la señal de TV paga se produjo en el momento en que Irwin filmaba una secuencia de TV para una serie titulada Ocean’s Deadliest (Lo más letal del océano). “El se puso encima de la raya venenosa, y la púa de la raya le atravesó el pecho y le hizo un agujero en el corazón”, relató John Stainton, productor y amigo, que en ese momento acompañaba a Irwin desde otra lancha. Un helicóptero con rescatistas acudió al lugar del accidente cuando el equipo del ambientalista activó la alarma, pero al llegar a la isla Low (unos 2100 kilómetros al norte de Brisbane, capital del estado australiano de Queensland) Irwin ya estaba muerto, según detalló el informe policial.

En esa misma zona, Irwin fundó el Zoológico Australia, en el que vivía junto a su esposa y dos hijos. También había creado una fundación para la preservación de la fauna salvaje, Wildlife Warriors Worldwide, y patrocinado un hospital para animales silvestres. Sin embargo, el reconocimiento mundial le iba a llegar en 1992, a través de la conducción del ciclo El cazador de cocodrilos, que actualmente emite Animal Planet para todo el mundo. El programa de cable, según informó la oficina de prensa de la señal, llegó a tener una audiencia mundial de 200 millones de televidentes, diez veces la población de su país natal. De hecho, Irwin se convirtió en un personaje mundial que generaba no sólo documentales, sino también libros, videojuegos e incluso juguetes.

La excentricidad y osadía que demostraba frente a los animales colocó a Irwin en dos ocasiones en medio de escándalos internacionales: en enero de 2004 fue criticado por acercar a su bebé recién nacido, con tan sólo un mes de vida, a un cocodrilo. Y en junio del mismo año, salió sobreseído de una audiencia judicial luego de que un tribunal lo acusara de haber alterado la vida animal al jugar con ballenas y pingüinos durante la filmación de un documental en la Antártida.

La prensa mundial se hizo eco de su muerte con inusual despliegue. Mientras los mensajes, recuerdos y hasta videos de miles de fans saturaban la página de Internet del canal de TV por cable (que manifestó su “luto” por la noticia), la trascendencia adquirida por Irwin en estos años mediáticos tomá aún más peso luego de que el primer ministro australiano, John Howard, se pronunciara “impactado y contrariado por la muerte repentina y monstruosa” del ecologista. “Es una gran pérdida para Australia”, declaró a la prensa quien había invitado a Irwin a un almuerzo con el presidente George W. Bush durante su visita a Australia en 2003. Apenado por la noticia, pero conocedor del espíritu que animaba cada una de las expediciones del conductor televisivo, Stainton comentó que Irwin había muerto “haciendo lo que más amaba: se fue feliz y en paz”. Millones de espectadores de todo el mundo van a extrañar las aventuras de este pintoresco personaje. Los cocodrilos también.

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Irwin llegó a tener una audiencia mundial de 200 millones de televidentes.
 
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