Martes, 15 de marzo de 2016 | Hoy
TELEVISION › ENTREVISTA A ROBSON GREEN, DE GRANTCHESTER
“Me encanta el modo en que las relaciones humanas se enroscan y desenroscan en el policial”, dice el actor que encarna al detective Keating. La serie llegará aquí a través de TNT Series.
Por Javier Aguirre
Uno es astuto y lóbrego, poco dado a la higiene personal, y ha visto tantas cosas horribles que su aspecto y su estado de ánimo siempre oscilan entre lo agrio y lo amargo. Se lo reconoce por sus rasgos angulosos y su exceso de abrigo. El otro prototipo de detective posible parece su antítesis: es bonito y radiante, fotogénico y entrador, tiene encanto natural, la ropa le queda bien y, tras resolver el crimen nuestro de cada día, acaba el episodio con una tierna, espontánea sonrisa perlada bajo el sol. El lector puede ahora pensar en los detectives televisivos que conoce e ir ubicándolos en cada columna: aquí Columbo, allá Sherlock; ahí el de El Mentalista, acá el de Broadchurch; en una los de CSI, en otra los de River...
Sin embargo, en Grantchester conviven los dos modelos. La miniserie británica cuya primera temporada estrenará el viernes 12 de abril a las 21 la señal TNT Series –en Gran Bretaña acaba de debutar su segunda temporada– se apoya en la relación entre dos detectives antagónicos y amigos; uno es un sacerdote apuesto que se vale de su paz espiritual y su empatía para conseguir que le digan lo que no querían decirle, y el otro, un policía hosco, atribulado, con olfato, experiencia y un impermeable raído. La inspiración y el método, el bueno y el malo, el que tiene clase y el que tiene calle, son algunos de los contrapesos de la dupla protagónica que conforman el huraño inspector Geordie Keating (Robson Green) y el sonriente vicario Sidney Chambers (James Norton). Ellos hacen que Grantchester sea un clásico policial de campiña inglesa, pero movedizo, con suaves y bienvenidos cambios de ritmo. Página/12 entrevistó a Robson Green, quien en paralelo a su detective en Grantchester lleva una carrera musical y conduce el programa Pesca Extrema (Discovery), con cuya caña ha depredado ríos de todo el mundo, incluyendo aguas brasileñas y argentinas. Esa participación simultánea en la pantalla como pescador y como detective pide la primera pregunta.
–¿Qué tienen en común, además de la paciencia, un detective y un pescador?
–Los peces, por lo general, no viven en lugares feos, así que no importa dónde estés o quién sos, es difícil no sentirte feliz cuando estás pescando. Por el contrario, el mundo de los detectives a veces puede ser muy, muy, muy feo.
–¿Y qué tienen en común, entonces, su detective y el sacerdote de Grantchester?
–Hay que recordar que muchas personas se atreven a compartir con vicarios y sacerdotes sus secretos más profundos y sus más oscuros pensamientos, junto con los pecados que han cometido. Esta es una herramienta muy útil para un detective; por lo que, en cierto sentido, el inspector Geordie utiliza a su favor, para sus investigaciones, la posición de Sidney y su permanente curiosidad. Creo que el corazón de la relación entre Geordie y Sidney es que ambos quieren lo que tiene el otro. Geordie envidia la libertad de Sidney, desearía tener su intelecto, su facilidad de palabra y está celoso del hecho de que las mujeres caen a sus pies... Mientras que, del otro lado, Sidney admira la seguridad que Geordie tiene con su vida familiar, Sidney sueña con una familia propia.
–¿Usted es consumidor habitual de relatos policiales? ¿Qué tipo de detective es el inspector Geordie?
–Soy un gran fan de los thrillers psicológicos, y me encanta la manera en que las relaciones humanas se enroscan y se desenroscan dentro del género policial. Y Geordie es un detective arquetípico, un hombre que siente que hay un único camino para resolver los crímenes, el de la deducción y la búsqueda de pruebas que permitan llegar hasta el hecho delictivo.
–Grantchester está ambientada luego de la Segunda Guerra Mundial. ¿Qué prevalece al resolver un crimen: la búsqueda de paz o la de venganza?
–Tanto el vicario Sidney como el inspector Geordie han combatido en la guerra, ellos saben lo que es haber matado a una persona y conocen las razones por las que la gente a veces se ve obligada a reaccionar en forma destructiva... o autodestructiva. A menudo sus opiniones están en polos opuestos, por caso, sobre la pena de muerte: la amistad entre ambos es puesta a prueba cuando un joven es condenado a muerte por haber cometido un homicidio. Pero también puede ocurrir que Geordie prometa a Sidney que va a encontrarle una mujer. Le dice: “Yo soy Dios, Sidney, y tú eres Adán, así que vamos a buscarte tu Eva”. En ese clima, cuando la relación entre ellos se vuelve tan sólida, los guionistas deciden fracturarla.
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