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Miércoles, 7 de marzo de 2007

TELEVISION › ADRIAN CAETANO EN PLAYBOY TV

“¿Quién no querría en algún momento filmar una porno?”

El director de Un oso rojo estrena esta noche en la señal de adultos Sexo seguro, una serie que marca su debut en el porno soft.

 Por Emanuel Respighi

Adrián Caetano es uno de esos guionistas/directores a los que no les tiembla el pulso a la hora de incursionar en distintos géneros sin perder fidelidad. Basta con repasar su filmografía para darse cuenta de que cada uno de sus trabajos lleva la inconfundible marca de su sello, que fluctúa entre el registro sensible y la mirada corrosiva. Al promisorio debut en el cine con Pizza, birra, faso (junto a Bruno Stagnaro), le siguieron Un oso rojo, Bolivia y Crónica de una fuga. En tanto, en la pantalla chica, mostró sus credenciales en programas como Tumberos y Disputas, en cierto modo similares, tanto desde lo estético como desde lo temático, haciendo foco en universos periféricos con dedicación de epidermista. Y su nuevo ciclo no será la excepción que confirme la regla: Sexo seguro es el nombre de la serie erótica que el director realizó para Playboy TV, el canal codificado para adultos. El ciclo, que empieza hoy (a la 1 del jueves), marcará el debut del director de cine en la industria del porno soft.

Producida por Playboy TV, Sexo seguro, confiesa Caetano, no se trata de un escalón más dado en su carrera profesional, sino más bien de la posibilidad de poder jugar con sus propias fantasías. “¿Quién no querría en algún momento de su vida filmar una porno?”, pregunta, en un tono que además de cierta picardía revela inquietud por el género. En la trama de Sexo seguro se narra la vida profesional de la Dra. Libidecs, quien aconseja y ayuda a sus pacientes a sobreponerse a diferentes situaciones sexuales, lidiando con sus propios deseos sexuales. “Rodar una ficción erótica –detalla a Página/12– era un desafío para mí, ya que se trata de un género con características muy singulares”, cuenta el realizador. “En Disputas había tenido cierta censura en lo que se podía mostrar y lo que no, por lo que me interesa incursionar libremente en relación con el sexo. Es un programa donde están presentes la sexualidad y el deseo sin perder el humor.”

–¿Se le había ocurrido alguna vez filmar una película o serie porno-erótica?

–No más de lo que uno se permite fantasear. En este caso, me ofrecieron hacerlo. Al principio, me dijeron que era para una porno y me asustaba hacer algo así. Quería saber cuáles eran las condiciones y/o los condicionamientos. Aunque está claro que tampoco quería hacer algo muy intelectualoso. Pero cuando me dijeron que era para Playboy, que tiene una veta más erótica, diferenciándose de la carne de Venus, me copé. Me sedujo la idea desde ese lugar, que no se trataba de sexo gráfico en primer plano.

–¿Y se encontró con las mismas limitaciones que las de la TV y el cine comercial?

–La única condición que pusieron desde el canal fue que, de los 25 minutos que dura cada episodio, alrededor de 15 estén completados con escenas de sexo. Por lo que tuve entre 8 y 9 minutos para armar un guión más o menos interesante.

–Una tarea compleja.

–Me di cuenta de que también en el sexo puede haber algo creativo e interesante más allá de las posiciones. Por eso fui volcando la trama hacia el humor. Había actrices que eran unas potras terribles pero que no habían actuado nunca. Entonces, me jugué a hacer una combinación: en vez de llevar súper machos de penes gigantes, preferí convocar a actores para lograr un matiz que hace divertida a la serie. No fue un híbrido, sino un complemento. La serie va ganando humor a medida que avanzan los capítulos, al punto de llegar al disparate.

–¿Es decir que lo artístico se fue plasmando mejor a medida que usted se iba acostumbrando a filmar cuerpos desnudos todo el tiempo?

–En las primeras escenas de sexo terminaba transpirado mal, con una calentura increíble, pero después la libido se te pasa y cada vez más hacés foco en el trabajo. Fue como que después de haber probado de todo, sexo hétero, orgías, entre dos minas, empezamos a divertirnos un poco más y a aliviar la tensión contenida.

–¿Por qué aceptó esta propuesta de Playboy TV y rechazó otras para dirigir en TV abierta?

–Yo termino siempre agarrándome de los lugares donde tengo absoluta libertad, de espacios en los que pueda expresarme por mí mismo y no por lo que a uno le pueden decir. Después de Tumberos y Disputas, en la tele recibí propuestas para hacer varias cosas, pero ninguna me interesó desde ese aspecto.

–¿Cuál es la principal diferencia entre Sexo seguro y Disputas, la serie donde ya había coqueteado con el sexo?

–Disputas era una propuesta que no era tan zafada. Aquí, si bien es un ciclo erótico, las escenas de sexo son “reales”. Aun cuando no hay penetración. En Disputas había coqueteado con el humor y el sexo, en el marco de una trama. Acá, en cambio, son sólo situaciones, no hay un guión con conflicto, desarrollo y epílogo.

–¿Cómo fue filmar las escenas de sexo? ¿Hay posibilidades creativas también en ese rubro para un director?

–Tuve mucha confianza con los actores, en un ambiente de naturalidad y confianza mutua. No hubo nunca penetración, pero la idea era lograr realismo. Las cogidas son muy reales. No hay tules que caen ni tipos acariciándose y poniendo cara de placer. Acá bombean, se escucha el choque de la carne. Lo planteé como algo lúdico, como un juego.

–Dice que la serie combina sexo y humor, ¿pero logra excitar a los televidentes?

–Yo al quinto día de grabación veía siete minas desnudas y las saludaba con un beso, como si nada. Pero para aquellos hombres y mujeres que sintonicen el canal, el programa tiene su fundamento. La gente de Playboy me dijo algo que es “un programa inclasificable”. Eso, en un punto, significa originalidad, que es el mejor elogio que yo puedo recibir. Pero no tengo dudas de que con la serie te podés masturbar cagándote de risa.

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“Planteé esta serie como algo lúdico, como un juego”, señala Caetano.
 
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