La química que encierra la relación entre Oski Guzmán y Ronnie Arias se hace palpable de entrada, ante la pregunta de si ya habían trabajado juntos anteriormente. “Por suerte... no”, se adelanta Guzmán, con mirada pícara. “Apenas nos habíamos cruzado en un programa de TV, donde jugamos un match de improvisación actoral”, recuerda Arias. Son las dos caras nuevas de la versión 2007 de La liga, el periodístico que hoy, a las 23, comienza su tercera temporada en la pantalla de Telefé. ¿Y ahora que trabajan juntos se ven más seguido? “Poco y nada, La liga es como una película de grandes estrellas donde cada uno filma por su lado”, bromea el pelado sin faltar a la verdad. “En realidad, debo confesar que por contrato yo preferí no verlo”, dispara Guzmán, haciendo gala de su experiencia en la improvisación. “No te preocupes, yo hice lo mismo con María Julia Oliván”, lo reta Arias en un diálogo a carcajada limpia.

Aunque no habían trabajado juntos y ahora apenas si se cruzan en los pasillos de Cuatro Cabezas, la productora del ciclo, Arias y Guzmán parecieran compartir un código común para el humor. De esos tan estrechos que hacen reír hasta hacer doler la panza. ¿Cómo es posible, entonces, que ambos se incorporen a un ciclo periodístico con el humor que destilan ante cada comentario? “Es que La liga da muchas posibilidades para el humor y para actuar”, coinciden en la entrevista con Página/12. Ya sin Daniel Malnatti y Diego Alonso, este año el programa cambia de cuarteto pero no de espíritu: a María Julia Oliván y Gisela Busaniche se suman Arias y Guzmán, con la intención de hacer de la multiplicidad de miradas la manera más confiable de abordar la realidad.

La inclusión de Guzmán y Arias, se puede suponer, le otorgará al ciclo una mirada más descartonada, dándoles más cabida a la actuación y el humor. De alguna manera, el nuevo equipo se corresponde con el que llevó adelante la versión española del programa (Un equipo), conformada por dos periodistas y dos actores. “Este año, entre la mirada humana y la periodística se colará el humor con mayor fluidez”, dirá Arias, que retorna al periodístico –aun cuando el año pasado había participado de algunos informes de La liga– después de interpretar a “la loca” en Kaos en la ciudad, el programa que conducía Juan Castro. Entre las novedades del formato, la versión 2007 contará con la participación de cronistas invitados: en el programa de hoy Rodrigo Noya y Diego Alonso se sumarán a los cronistas del ciclo en un detallado informe sobre los daños que causa la explotación minera en el país.

–¿Cómo les sienta el rol de periodistas?

Oski Guzmán: –No tengo temor porque entro a participar de un programa que se para por sí mismo. Es un ciclo que ya está instaladísimo, tanto para la gente como para la producción. Entrar a La liga es como tirarte a un colchón de plumas.

Ronnie Arias: –Uno entra a un formato. No es que a uno le dicen andá a la calle y traé algo. Cada vez que salimos a hacer notas sabemos perfectamente qué es lo que vamos a hacer. Es periodismo planificado.

–Pero este año el programa cambia a dos de sus conductores.

R. A.: –Los ángeles de Charlie, después de reemplazar a Farrah Fawcett siguió tres temporadas, aun cuando reemplazaban a una estrella. Hay programas de TV que dependen de una estrella. Y hay programas que dependen de un formato. Cuando dependen de una estrella todo se trabaja a partir de esa figura. La liga se distingue por su formato de pluralidad de miradas que convergen. Ni siquiera es un ciclo de investigación periodística, sino más bien de charlas y diálogos con la gente. La liga hace participar de la experiencia al televidente y a los cronistas.

O. G.: –La liga es un periodismo no convencional, alternativo, de miradas, de micromundos. Como actor es una tarea fascinante, porque voy a lugares que por mí mismo nunca hubiera ido por el trajín diario. La liga hace foco en esos rincones que esconden historias enormes. Como actor, ponerme en contacto con tanta gente y conocer esas microhistorias es una ganancia. Nosotros vivimos la impronta de lo que va sucediendo en función de cómo vamos conociendo a la gente. Eso es motivador para actuar.

–En su caso, Guzmán, ¿en qué lugar va a quedar el actor?

O. G.: –La experiencia de hacerlo, en un principio, fue conmocionante. Al no ser periodista, me involucraba demasiado con lo que pasaba y me tenía que ir a mi casa. Estar en contacto directo y por un tiempo prolongado con chicos de la calle, con el paco de por medio, es un cachetazo demoledor. La liga te hace ver la realidad, te saca la miopía de la vorágine diaria. No me fue fácil enfrentarme a una realidad tan cruda y disociar eso para ver cómo sigo con el reportaje.

–Y para usted, Arias, La liga marca el regreso al staff estable de un programa periodístico después de Kaos en la ciudad y la muerte de Juan Castro. ¿Cómo lo vivió?

R. A.: –La liga me permite mostrar el desarrollo de la nota, que no me lo permitía Kaos..., donde era la contracara de la parte dramática. Yo sólo iba a buscar el chiste. En La liga se va a ver todo el material que en Kaos... quedaba afuera, en la isla de edición: toda la previa que tenía que hacer para poder llegar al gag. Acá muestro la otra cara de “la loca”. Si en Kaos... me pedían que tirara todo aquello que no fuera remate, aquí me dicen que el remate no es necesario. Aunque algún chiste puedo meter, siempre que sea pertinente. Me saqué esa mochila.

–Los dos son reconocidos por su faceta humorística. ¿Hasta qué punto el humor en una nota periodística suma y dónde empieza a restar?

R. A.: –El humor suma todo el tiempo. Es la primera forma de entrar. Pero no debe ser forzado: tiene que aparecer naturalmente para generar confianza. Es la carta de presentación de cada uno.

O. G.: –El humor es la manera más inteligente de abrir corazones. Vos a una chica la hacés reír y la podés tocar. Es universal. Cuando te topás con alguien que tiene la “luz” de sacarte una risa, después le permitís que te pregunte determinadas cosas, podés confiar. Es un abrepuertas. No sólo para lo que se ve en la pantalla sino también para poder entrarle al corazón de la gente.