Sábado, 2 de junio de 2007 | Hoy
TELEVISION › COHN Y DUPRAT, EL OFF Y SUSANA GIMENEZ
El dúo sigue moviéndose entre lo alternativo y la TV mainstream. Precursores del recurso de darles pantalla a los desconocidos, aseguran: “En la mayoría de los casos, la gente sale en la tele en roles degradantes”.
Por Emanuel Respighi
Hace diez años que piensan juntos. Una década en la que cualquier proyecto televisivo o cinematográfico que surja en la mente de uno de ellos inevitablemente se traslada al otro en forma automática, como instancias correlativas de un sistema cerrado en el que las ideas se desarrollan y se potencian a partir de la sinergia lograda. “Es casi físico: dos mentes tienen más posibilidades de pensar mejor que una”, dirán. Y vaya que el sistema funciona aceitadamente: durante la entrevista con Página/12, Mariano Cohn y Gastón Duprat intercalan y complementan sus comentarios con fina precisión, al punto de que cuando alguna “laguna” se cruza en la mente de uno, el otro sale al salvataje a pura intuición para completar el significado del concepto a medio esbozar. “Es que ya hace mucho tiempo que estamos juntos, nos conocemos demasiado”, espeta Duprat. “Y todavía no estamos tan quemados como para separarnos”, agrega Cohn, entre risas.
Pioneros del ingreso de la gente común a la TV con Televisión abierta, en una era pre reality en la que la pantalla chica era sólo un lugar reservado a las “estrellas”, la dupla fue haciéndose un lugar en la industria a fuerza de ideas innovadoras para un medio que tiende a la repetición de fórmulas probadas ad infinitum. Pero el tandem no logró posicionarse a costa de adaptarse al statu quo televisivo, sino más bien manteniendo inalterable el concepto movilizador de pensar y desarrollar “nuevos” formatos. Así, llegaron, primero, a ser asesores de programación de MuchMusic (con ciclos como Cupido y televisión abierta) y, más tarde, convertirse en directores de programación de la primera y más rica y experimental etapa de Ciudad Abierta. Y ahora parecen haber sido adaptados definitivamente por el mainstream con el arribo a Susana Giménez, a través del formato del sketch en el que personas comunes –su obsesión– van a un casting y terminan sorprendiéndose en vivo al actuar junto a actores reconocidos.
Mariano Cohn: –Se trata de un formato nuevo porque aparece gente actuando, irrumpiendo en escena, interviniendo en la ficción. Estar en lo de Susana Giménez termina de completar el significado de la misma idea, que es que sea masiva. Nos pasó lo mismo con Yo, presidente: tenía que verla bastante gente para que se completara el significado. No se trata de proyectos indies o más experimentales como Televisión abierta.
Gastón Duprat: –Lo que completa toda obra artística es que salga al aire, que pueda ser vista. Sobre todo en este tipo de ideas, que necesitan de público. Nosotros no nos comemos ni el mote de productores televisivos exitosos ni el de autista cineasta barbudo vestido de negro.
Si allá lejos y hace tiempo lograron desacralizar la TV vernácula, señalados como los “chicos locos” (“ahora somos los chicos gordos”, dispara Cohn) por los productores consagrados, Duprat y Cohn son hoy una “marca” dentro de la industria. De hecho, además del sketch de los viernes de Susana Giménez, la dupla es la ideóloga de la versión televisiva de la revista cinéfila El amante por Canal (á) (jueves, a las 22) y de Carisma en Canal 7 (miércoles, a las 23) esa suerte de competencia en busca de elegir a la persona “más carismática del país”, con Coco Silly y Daniel Aráoz como conductores. Nadie mejor que ellos, entonces, para analizar el fenómeno de la gente común en la TV actual, bailando, cantando o simplemente no haciendo nada.
–¿Cómo sienten esta suerte de “adopción” de la “familia televisiva”, llegando incluso a estar en un programa que representa casi la institucionalidad de la TV argentina?
M. C.: –Hoy, hay casi más programas con gente común que con actores o políticos. La gente común en pantalla antes era algo extraño, a excepción de alguna encuesta. La rareza televisiva de antes hoy no solo es moneda corriente, sino también el género más visto.
G. D.: –Hay ideas que son hechas para que se muevan en cierta clandestinidad. Hay otras, en cambio, que necesitan de cierta popularidad para completarse. Pero el mainstream no excluye lo under. Para mí, hacer TV es un todo. Lo divertido es estar con Susana y en el circuito off. Tener esa doble sensibilidad es genial. A mí me gusta el combo.
M. C.: –Lo que pasa es que el formato en lo de Susana necesita irremediablemente de un actor conocido para que produzca el efecto. Y Susana le viene bárbaro.
–Ahora necesitan el medio para llegar, cuando antes parecía que eso era secundario.
G. D.: –Nosotros no hacemos programas a pedido. Ese es nuestro límite. Seguimos funcionando a nivel creativo igual que antes: pensando y desarrollando ideas que nos entusiasmen a nosotros. No tenemos el prejuicio, y creo que nunca lo tuvimos, de rechazar la masividad.
M. C.: –Creo que el contraste de ambos registros es interesante. De los dos opuestos sacás cosas positivas.
–¿Qué es lo bueno del circuito popular y qué del off?
M. C.: –Del popular, la masividad que logra el formato de uno. Y del off, la posibilidad de experimentar formatos nuevos.
G. D.: –Nunca tuvimos el prejuicio de lo popular y lo masivo. Lo masivo es superinteresante. Lo masivo no es necesariamente malo, así como el off no es necesariamente bueno. Todo depende de la calidad.
–¿Y qué cambió para que este tipo de propuestas, innovadoras, lleguen a ciclos consolidados como Susana Giménez, o a la pantalla estatal?
M. C.: –Cambió todo: la sociedad, la TV y nosotros mismos. Así y todo, el primer adjetivo que reciben la mayoría de nuestras creaciones es el de “inviabilidad”. La primera respuesta que recibimos de un productor o un canal es el rechazo, que serían lo último que harían. Es que la tele es cíclica, porque los que mandan en la tele son veletas.
G. D.: –La gente en la tele sigue saliendo, pero en la mayor parte de los casos la gente sale en roles degradantes. El público en la tele está en la tribuna, o sacando un número de una urna, o para hacerle alguna broma de dudoso gusto. El arribo de la gente a la tele es tan mentiroso como el 1 a 1. En cambio, acá son más protagónicos.
M. C.: –La gente de la tele actual está mediatizada antes de salir. En cambio, en el sketch de Susana Giménez están en estado puro y con complicidad. Que la gente aparezca en la tele es bueno, siempre y cuando no se la engañe.
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