Mar 14.08.2007
espectaculos

TELEVISION › MARCOS CARNEVALE, ENTRE DOS PANTALLAS

“Para un realizador, la tele es el mejor entrenamiento”

El director de la flamante Tocar el cielo habla de su relación con el cine y la TV. Es el nuevo director de contenidos de Pol-ka.

› Por Emanuel Respighi

Sentado en un impecable salón de un hotel cinco estrellas de la ciudad de Buenos Aires, a Marcos Carnevale se lo ve llamativamente exultante, en relación con su habitual y sosegado temple. Aun cuando ya lleva más de seis horas de entrevistas y fotos en continuado, el director y guionista televisivo y cinematográfico destila una alegría que, sin llegar al desborde, describe el momento que está atravesando, después del estreno el jueves pasado de su cuarta película (Tocar el cielo) y ante su reciente nombramiento como director de contenidos de Pol-ka, donde desarrolló la totalidad de su carrera televisiva en programas como 099 Central, Ilusiones, 22, el Loco, Soy gitano y Padre Coraje. “Es el momento más alto de la curva en lo personal y lo profesional. Al cumplir los cuarenta, uno se hace un planteo sobre lo que hizo y cuánto logró de todo lo que soñaba. Y el balance es bastante positivo”, subraya Carnevale.

Yendo y viniendo sin mayores dificultades entre la pantalla chica y la grande, el realizador es uno de los pocos exponentes de su generación para el que el medio es sólo una excusa para contar una historia. En efecto, tanto en uno como en otro registro, Carnevale se vale de historias corales para abordar el misterio que esconden las personas y las relaciones que tejen entre sí, desde una visión humana más que sociológica. Así, en Tocar el cielo –coproducción con España protagonizada por Facundo Arana, China Zorrilla, Bettiana Blum y los ibéricos Chete Lera y Montse Germán– la trama de un lado y del otro del océano Atlántico reflexiona sobre la vida y la muerte, los sueños y la realidad, la amistad y el compromiso, ejes dialécticos que se entrelazan a través de una mirada piadosa y sensible.

–Tanto en Elsa y Fred como en Tocar el cielo decidió abordar el tema de las emociones y las relaciones humanas. ¿Se trata de inquietudes históricas o contemporáneas, producto de este momento personal?

–Yo también me estoy descubriendo a través de lo que hago. Me gusta mucho el policial, por eso hice 099 Central y 22, el Loco. Pero la problemática de las relaciones humanas es la veta en la que más útil me siento haciendo cine. En la tele, de pronto, uno tiene que estar atento a otros factores y demandas, que tienen que ver más con las necesidades del mercado, ya que hay que hacer un programa que entretenga y haga rating. La tele es la mejor forma de entrenamiento para un realizador. En Padre Coraje, por ejemplo, creo que logré hacer un programa que entretenía y a la vez profundizaba en la historia argentina con cierto tono gótico. En Tocar el cielo y Elsa y Fred me sale el tano de adentro. En el futuro vendrá seguramente una etapa más mental, ahora estoy atravesando un período creativo enfocado en el alma.

–¿A qué se debe esa inquietud?

–A medida que voy creciendo, me doy cuenta de que me preocupa mucho el ser humano. Cuando era chico, yo tenía la idea de que los mayores tenían las cosas muy claras. Y ahora me doy cuenta de que nada es claro, que mis viejos me sanateaban. Me preocupa la gente que no acciona, que no va detrás de los sueños, que no busca ser feliz. Por eso la película grita a cuatro voces: “¡Te vas a morir! ¡Hacé algo!”. Veo mucha pasividad.

–Lo que ocurre es que en la sociedad actual, con los valores que impone el mercado, aquel que va detrás de los sueños es visto como un ingenuo.

–Admiro a la gente que persigue un sueño, por posible o imposible que sea. No arriesgarte a tratar de hacer lo que querés y anhelás en la única vida que tenés es lo absurdo. Yo admiro a la gente que hace, aun cuando le salga mal. Vivir para simplemente observar el mundo no tiene nada de valioso. Vivimos en un mundo materialista que nos prostituyó. Somos una sociedad corrupta. Hay que despertar la idea de que se pueden hacer cosas buenas. Yo laburo para la TV, que es el medio más mercantilista que existe, y sin embargo intento darle algo bueno a la gente, más allá de alimentar el aparato rating dependiente. Nos tenemos que preocupar por lo que le estamos dando a la gente.

–Pero, bajo ese concepto, un director debería estar al servicio del público y no de sus propios intereses.

–Yo escribo sobre lo que me preocupa, pero con la idea de que pueda ser entendido por todos. Decir que uno hace películas más elevadas, para no más de 50 mil personas, es afirmar que el resto de los mortales no son inteligentes. Es una gran hipocresía: todo director que hace una película, aun la más alternativa, quiere que la mayor cantidad de gente vea el film. Ningún cineasta se predispone a hacer un fracaso.

–Tocar el cielo habla sobre cómo la muerte y la felicidad se cruzan constantemente en la vida, de los fracasos e ilusiones que nacen y mueren a cada instante. ¿Cómo hace para abordar con delicadeza las reacciones del alma sin caer en un registro sensiblero?

–No creo que tener una mirada anestesiada de la vida sea cool. Y además me parece inverosímil, porque eventos verdaderos como tener un hijo o la muerte de un amigo no resisten una mirada cool o insensible. Si no nos conmovemos con la vida, estamos muertos. A mí no me gusta jugar al medio. Me gusta apostar fuerte. Hablo de la muerte, pero sin evangelizar. No conozco mucha gente que, como en varias películas, no lloran ni ríen. En la vida real no hay gente así, aunque uno puede comprar esa convención. Pero no es mi estilo: prefiero hablar de lo que nos pasa. Las situaciones extremas de la vida real, aquellas que tocan el alma, no son potestad exclusiva del registro testimonial o documental.

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