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Domingo, 2 de septiembre de 2007

TELEVISION › EL ACTOR BILL PAXTON HABLA DE LA SERIE “BIG LOVE”

“Si vas a ser polígamo, tenés que amar a todas por igual”

El protagonista de Twister y Un plan simple encabeza para HBO una sitcom en la que sus esposas (y sus problemas) se multiplican por tres. “Es un gran papel, porque mi personaje tiene un poco de todo”, dice.

Desde Miami

Bill Henrickson está rodeado. En un evento destinado a elegir a la “Mamá del Año de Utah” acaba de revelarse que este próspero comerciante es polígamo, con lo cual es posible que se derrumbe su sueño de que Henrickson Home Plus les pase el trapo a sus competidores. Y en el frente interno la cosa no está mejor: no hay más que multiplicar por tres los celos, las inseguridades y otras pequeñas delicias de la vida conyugal como para darse cuenta de lo abrumado que está el pobre Bill. Es que tres son sus esposas; Barb, Ni-

cki y Margene. Encima, los hijos mayores de esta familia poco convencional no están muy seguros de que el estilo de vida de sus padres sea el correcto. Y Wanda, la cuñada de Bill, acaba de darle de beber anticongelante para autos al hijo del “profeta” de la comunidad polígama en la que nació el protagonista de Big Love. Así, en medio de intrigas policiales, religiosas y morales, terminó el año pasado la primera temporada de la serie producida por Tom Hanks y Gary Goetzman. Y aunque algunas de estas cuestiones se resolverán en el primer capítulo de la segunda, que HBO emitirá a partir del 7 de septiembre (los domingos a las 22, con repetición los jueves a las 21), nuevos problemas caerán sobre las anchas espaldas del señor Henrickson.

Bill Paxton también está rodeado. Pero de periodistas, traductores, cámaras y agentes de prensa. El actor, dueño de una extensa trayectoria que incluye los protagónicos de películas como Twister y Un plan simple, es quien le pone el cuerpo a su tocayo Henrickson, y por lo tanto el centro de atención en un amplio salón de convenciones de un hotel de downtown Miami. Paxton está de excelente humor, aunque lo delata la cara de dormido: “Los mojitos de anoche estaban muy buenos”, confiesa, sin que nadie le haya preguntado. ¿Sería por eso que en su juventud lo llamaban “Wild Bill” (Bill el salvaje)? Enseguida, como si una lucecita roja interna le anunciara que está frente a la prensa –latinoamericana, pero prensa al fin–, Paxton resuelve todo con la frase “probablemente no debí haber dicho eso”. Sonrisa franca y lo salva la campana, que en realidad es una asistente urgida por abrir el juego de las preguntas y respuestas.

“Cuando vi el piloto y los nombres de los actores que estaban considerando para los otros roles, lo primero que dije es ‘¿dónde hay que firmar?’”, afirma Paxton sobre haber aceptado un rol en televisión, después de su larga carrera en cine. “Este es un gran papel, porque mi personaje tiene un poco de todo: es un amante, un luchador, un líder, un patriota, un hombre de negocios, un visionario y un hombre que se enfrenta a dilemas espirituales. Eso, además de que tiene tres esposas que lo vuelven loco. No creo que se pueda pedir más de un papel. Además, HBO ya se conoce en todo el mundo por la calidad con la que produce sus programas, así que eso no constituía un problema. Pero sí lo era el aspecto religioso de Big Love, porque representamos a personas que existen, y el programa no es una sátira. Quería retratar a este tipo como un hombre de fe que, simplemente, tiene un estilo de vida poco ortodoxo.”

Paxton llevaba años quejándose de que no le daban papeles románticos. “Y ahora pegué una trifecta”, se ríe. Pero tiene una regla de oro: nunca revelar a cuál de las tres esposas (encarnadas por Jeanne Tri-pplehorn, Chloë Sevigny y Ginnifer Goodwin) prefieren ni él ni su personaje. “Si vas a ser polígamo, tenés que amar a todas tus esposas por igual. ¿Vos dirías cuál de tus hijos es el que preferís? Supongo que lo mismo pasa con los actores, porque el arte imita a la vida. Soy un actor varón que trabaja con tres estrellas. Entonces hay que ser muy cuidadoso... Aunque, la verdad, estoy loco por las tres. Es interesante, porque cada una de ellas saca diferentes cosas de mí. Se dice que lo único que no le podés pedir a dos actores cuando están en escena es que tengan química, pero de algún extraño modo yo la tengo con las tres.” Para el actor, el tema de la poligamia es sólo el gancho que los autores encontraron para llamar la atención del público, pero que la vida de los Henrickson no es tan diferente de la de la familia promedio. “Con todo lo que tiene de extraño mi personaje, hay muchos aspectos en los que podés identificarte con él: por su carrera, por cómo lucha por sus matrimonios, por su intento de ser un buen padre... Entonces, el programa es sobre mucho más que la poligamia.”

–En cierto sentido, Big Love les arruina la fantasía de la vida polígama a los hombres, porque demuestra que ¡es mucho trabajo!

–Es cierto que es mucho trabajo, pero, bueno, de vez en cuando esta abeja obrera recibe una porción extra de miel por tanto esfuerzo (se ríe). De todos modos, como buen hombre, creo que Bill es salvaje como un abejorro, le gusta moverse... Yo me pregunto quién fue el que nos vendió la monogamia (risas). De hecho, la poligamia existe desde hace siglos. Aunque hoy sea cuestión de una vocación elegida, hubo un momento en el que era muy necesaria para la supervivencia de las tribus.

–El productor del programa es Tom Hanks...

–¡El es el verdadero polígamo!

–¿Cómo es su relación con él? Porque se conocen desde hace rato...

–Nos conocimos en Apollo 13. El representa lo mejor que tiene Hollywood, porque es alguien que salió de la oscuridad gracias a su sueño de ser actor y que logró cosas más allá de lo que podía imaginar. Nos llevamos muy bien trabajando juntos y enseguida nos hicimos amigos. Creo que le debo una, porque él me recomendó ante Steven Spielberg para Twister. Por supuesto, enterarme de que Tom produciría Big Love fue otra de las razones por las que quise involucrarme. Y ahora estamos trabajando juntos en un proyecto nuevo, que yo había pensado como película, pero que finalmente será una miniserie sobre el asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy.

–¿Usted estuvo en Fort Worth, Texas, el día en que lo mataron?

–Sí. Mi hermano mayor y yo éramos parte de las personas que estaban frente al hotel Texas esperando ver al presidente. Cuando llegó, estuve muy cerca de él, porque estaba en hombros de mi padre, entonces tenía una perfecta visión. El habló un rato y después se acercó a saludar. A la tarde, cuando fui al colegio, las monjas estaban llorando y nos dijeron que bajáramos la cabeza. La radio estaba encendida y todos nos arremolinamos. Primero anunciaron que había pasado algo, después de que le habían disparado y más tarde que había muerto. Para todos los que crecimos cerca de Fort Worth, el lugar donde lo mataron es una especie de marca vergonzosa. Si ves gente caminando por ahí, seguro que son turistas, porque nadie quiere ir por esa zona. Fue algo que mucha gente quiso olvidar, no reconocer.

–¿Cómo fue que eso lo llevó a querer producir una película sobre la muerte de Kennedy?

–Estaba en un festival de cine después de haber terminado la filmación de la segunda temporada de Big Love, y fui al Museo del Sexto Piso, llamado así porque Oswald disparó desde un sexto piso. Algunos amigos quisieron ir conmigo, pero preferí ir solo: me sentí urgido a ir a ese lugar, cosa que nunca me había pasado antes. En la muestra había una foto del discurso de la mañana, en el que yo había estado, pero no se me veía, porque estaba sacada de costado y yo estaba frente a Kennedy. Así que al día siguiente llamé al museo, dije quién era y que había estado en ese lugar, así que quizás habría alguna evidencia de eso. Me ofrecieron entrevistarme acerca de mi experiencia y cuando fui tenían un sobre con tres fotos, pero me dijeron que no lo abriera hasta que ellos no estuvieran filmando. Yo dije que sí, pero me moría por abrirlo. Cuando vi las fotos, primero pensé que el que estaba ahí era mi hermano Bob, pero después recordé que él usaba anteojos. Así que ahí estaba yo. Era como ver algo salido de Forest Gump o Zelig. Y eso me hizo darme cuenta de que sería bueno contar la historia que nunca se contó, basada en la gente, en la evidencia y en los hechos. Siempre se ha tratado de vender la idea de la conspiración, que para mí viene de la negación de la gente, que no quiere creer que este hombre haya sido asesinado por un loco. Es mucho más fácil creer que fue la CIA, los cubanos, el gobierno, el complejo militar industrial o vaya a saber qué. Porque así, al menos, él habría muerto por una razón, y la gente podría aceptarlo. Después encontré el libro Reclaiming History, the Assassination of President John F. Kennedy, de Vicent Bugliosi, quien fue el fiscal del caso de Charles Manson, y me di cuenta de que era exactamente lo que quería mostrar. Cuando se lo propuse a Tom Hanks, me dijo que era una gran idea, pero que si hacíamos una película se vería como enfrentada a JFK, de Oliver Stone, entonces decidimos contactar a HBO y proponerles una miniserie, que además nos dará la posibilidad de no tener que comprimir a los personajes.

–Usted empezó en el cine haciendo escenografías para el mítico Roger Corman, ha trabajado en montones de películas –tanto en tanques de Hollywood como en films de culto–, ha dirigido... ¿Le queda algo por hacer en el cine? Tal vez, si se piensa que tuvo un grupo de rock, el próximo paso sea componer una banda sonora.

–He tenido grandes experiencias en el mundo del cine. Es todo lo que conozco, mi única profesión. No soy compositor de música, pero sí trabajo con mi compositor, Brian Tyler, que hizo la banda sonora de mis películas The Greatest Game Ever Played y Frailty. A veces le daba una idea melódica o una guía de la música que quería para una escena, pero tampoco quiero mi nombre en todos los rubros de una película... Amo este negocio en todos sus aspectos, pero lo que siempre había querido era dirigir, porque el director es el que toma las decisiones. Además, en esa posición podés trabajar con el vestuarista, el editor, el compositor, los actores y el guionista: sos el capitán del barco. Para ser un buen director, tenés que ser una especie de ingeniero, porque juntás cosas como si estuvieras construyendo un puente o algo así. Pero también tenés que ser bueno para tratar con la gente, reconocer su contribución, ser un líder y un motivador. El cine es una forma notable de trabajar como colectivo, hacer algo más grande que lo que cada uno puede hacer por sí mismo. En ese sentido, hacer películas es como uno de los últimos gremios de las artes: es una bella idea que se conecta con el modo en que artistas y artesanos trabajaban juntos durante el Renacimiento.

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En Big Love los celos, las inseguridades y otras pequeñas delicias de la vida conyugal vienen en tamaño grande.
 
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