Domingo, 21 de octubre de 2007 | Hoy
TELEVISION › MAÑANA COMIENZA EN TELEFE "TELEVISION POR LA IDENTIDAD"
Claudio Villarruel y Bernarda Llorente, directores artísticos del canal, no ocultan su orgullo por el primer ciclo de ficción que rescata la lucha de Abuelas de Plaza de Mayo.
Por Emanuel Respighi
No deja de ser llamativo. Pero el paralelismo que se da entre el nacimiento, hace 30 años, de Abuelas de Plaza de Mayo y el surgimiento de Televisión por la identidad, el ciclo televisivo que homenajea a esas tres décadas de dignidad y lucha de la asociación, no debe ser sólo motivo de la casualidad. Más bien pareciera tratarse de cierto destino que signa a la Argentina, tierra sabia en el proceso de hacer surgir de las cenizas del infortunio la llama de la esperanza. Es que así como Abuelas nació en medio de la historia más negra que signó al país, Televisión por la identidad, el programa que narra a través de historias reales la noble lucha de las mujeres de pañuelo blanco, brota casi como un espejismo en una de las temporadas menos interesantes y más burdas que haya tenido la televisión argentina. De cualquier forma, desde mañana, los próximos tres lunes a las 22, Telefé estrenará el primer ciclo unitario de ficción totalmente dedicado a la recuperación de los niños apropiados durante la última dictadura militar.
Iniciativa de Abuelas de Plaza de Mayo, Televisión por la identidad es la manera que encontró Telefé para reconocer la actividad de la asociación y comenzar a saldar así la histórica deuda que la pantalla chica tiene con los años de plomo. Producido por Telefé Contenidos, el desembarco de la actividad cultural de Abuelas en la TV (que se acopla a sus ya conocidas iniciativas en diversos ámbitos culturales, como el teatro o la música) no sólo atrae por lo atípico de la propuesta para un medio que suele correr detrás del rating. Tampoco por el merecido homenaje a Abuelas, símbolo indiscutible de lucha en la sociedad argentina. Más bien Televisión por la identidad se destaca por el nivel de producción de un ciclo de tres emisiones (ver aparte) narrado y realizado con una calidad que no deja de sorprender para una propuesta que no persigue fin comercial alguno.
De alguna manera, Televisión por la identidad viene a cerrar el proceso que la gestión de Claudio Villarruel y Bernarda Llorente, director y subdirectora artísticos de Telefé, se animaron a desandar en Montecristo el año pasado. Allí, por primera vez, una tira diaria trató como eje de la historia la apropiación ilegítima de menores durante la dictadura militar y la complicidad civil en el terrorismo de Estado. “Cuando empezamos a hacer este programa, nos propusimos hacer algo superior a Montecristo, tanto en términos de compromiso con la temática como en función de calidad televisiva. Es que teníamos detrás nuestro la confianza de Abuelas: no podíamos dejar de estar a la altura de la asociación”, señalan Villarruel y Llorente en la entrevista con Página/12. Una dupla creativa a la que así como se la critica por algunas decisiones intempestivas en materia de programación, no se le puede soslayar su compromiso con los derechos humanos y en intentar abrir la pantalla a otros géneros y discursos que los que acostumbra históricamente la TV.
–¿Es Televisión por la identidad la finalización del proceso televisivo de recuperación por la memoria que su gestión comenzó con algunos programas?
Claudio Villarruel: –Es uno de los momentos más plenos como productores y comunicadores sociales. Al estar en un canal masivo, uno tiene que pensar en darle a la gente la mayor cantidad de opciones, y poder incluir en la programación un programa de estas característica escapa a toda lógica competitiva. Nos da mucho placer. Es uno de esos programas en los que el músculo que más trabaja es el corazón. Hacerle un homenaje a Abuelas de Plaza de Mayo no puede no ser movilizante. Conocer cómo lucharon contra el monopolio del poder y el terror sin más que la búsqueda de sus hijos y nietos a través de un ciclo unitario como Televisión por la identidad es una gran alegría y una devolución, aunque mínima, a esas madres y abuelas que son ejemplo de fortaleza y dignidad. Es el momento más pleno de nuestro trabajo como comunicadores.
–Un trabajo que trasciende los límites de la pantalla y se corresponde con inquietudes más personales que televisivas.
Bernarda Llorente: –Más allá de que uno es empleado de un canal comercial de televisión, también es cierto que uno puede encontrar o generar fisuras en la industria para canalizar sus compromisos en la pantalla. Nosotros creemos que la TV no es sólo rating. Nosotros podríamos hacer una televisión con menos apuestas, subestimando a la audiencia y haciendo sólo la TV de lo posible o de la fórmula segura. Telefé siempre apostó a abrirle el juego a la TV de lo imposible, según la lógica que impera en la industria, a partir de un compromiso básicamente personal que tenemos con la realidad. Poder unir el trabajo con las partes más profundas de tu conciencia es un privilegio. Un privilegio que uno tiene que pelear, ganar y arriesgar; no es gratuito. Es una elección en la que está embarcado todo el equipo. Para este proyecto se rompieron las reglas burocráticas del trabajo para atarse a las reglas del corazón, la conciencia y el compromiso. Hay un montón de gente que no sólo apuesta a hacer una televisión distinta, sino que también imagina una realidad diferente.
–Uno puede pensar que hacen este tipo de programas para compensar la “TV basura” a la que pertenecen algunos ciclos del canal...
B. L.: –La realización que tiene el ciclo, el trabajo de la imagen y el guión, la convocatoria actoral, la musicalización son claras muestras de que Televisión por la identidad es mucho más que una compensación. No necesitamos justificarnos, además. La TV argentina hoy se rige, en parte, por la lógica comercial, de la que no sólo nadie sale a justificarse sino que incluso hay muchos que están orgullosos de los productos que están haciendo. ¿Por qué deberíamos justificarnos nosotros?
C. V.: –Estamos muy orgullosos de que nosotros, en tanto programadores de un canal privado líder, podamos poner en pantalla productos como Música para soñar, Ver para leer, Telefé cortos, Pecados capitales, El gen argentino. Sabemos que hay lugares y momentos para poner esta clase de programas atípicos para la lógica televisiva como es Televisión por la identidad. Creemos que ahora hay una sociedad madura para recibir un programa ficcionado sobre los desaparecidos en la última dictadura. Después de tres décadas del comienzo de aquella oscura historia, la sociedad argentina no sólo está preparada para hablar del pasado reciente, también hay un interés por saber sobre aquello.
–Es raro escuchar esas palabras en boca de programadores...
C. V.: –Nosotros trabajamos con libertad. Ningún programador ni productor tiene la libertad que tenemos nosotros. El principio de libertad creativa es el que mueve a Telefé. Nosotros vamos por la excepción. Aunque la regla comercial rige a la TV, este conglomerado pequeño en términos estructurales y económicos y tan grande en términos de resonancia, en Telefé intentamos abrir grietas. Televisión por la identidad es una marca definitiva para esta gestión, por lo que representa socialmente poner al aire un ciclo sobre los desaparecidos y por lo que significa para nosotros brindarle este homenaje a Abuelas de Plaza de Mayo.
–La puesta al aire de Televisión por la identidad también trae a cuenta otra cuestión: que es posible hacer otra televisión.
C. V.: –La televisión es, básicamente, entretenimiento. Pero creo que Telefé, probablemente más que cualquier otro canal privado de TV abierta, ha dado pruebas de que otra TV es posible. Los simuladores, Montecristo, Mosca&Smith, Ver para leer...
B. L.: –Incluir otros registros y ciclos nos pone en un problema. Televisión por la identidad nos pone en un problema, en ese sentido, pero muy satisfactorio de atravesar. Debemos apostar a hacer otra televisión desde el equilibrio. Estamos en un canal líder y masivo, no en un canal de cable: debemos conformar un modelo de programación sustentable. Son las reglas de juego. Por lo cual, nosotros necesitamos tener una programación equilibrada y tener al aire determinados productos para poder arriesgar con otros. Si no llegamos a este equilibrio, finalmente no podríamos estar al mando de un canal privado líder. No sería un modelo sustentable. Telefé intenta poner el acento en lograr un equilibrio entre una TV competitiva y los productos diferenciales. Es nuestro concepto de pantalla.
–Pero no deja de ser extraña la convivencia de Televisión por la identidad con ciclos como Gran Hermano, sobre todo en un año en el que la ficción no funcionó como lo hace históricamente...
B. L.: –Nosotros somos conscientes de que la televisión de este año no fue una televisión memorable. Fue uno de los años más instrascendentes en materia de novedades de calidad. Hay pocas cosas para recordar. Y viendo esta televisión, teníamos dos posibilidades: o seguíamos en esta lógica competitiva con productos que no nos satisfacían el espíritu sólo para acumular un número, o reforzábamos el modelo en el que creemos. Y decidimos rescatar la televisión que más nos gusta, y por la que apostamos.
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