Por séptimo día consecutivo, la pantalla chica seguirá hoy a puro entretenimiento y periodismo. La infructuosa mediación que intentó realizar el Ministerio de Trabajo en la reunión que mantuvo el martes con la Asociación Argentina de Actores (AAA), la Cámara de Productores Independientes (Capit) y la Asociación de Telerradiodifusoras Argentinas (ATA) parece ser un indicio de que el conflicto por mejores condiciones de trabajo y salariales seguirá por un largo plazo. Es casi un hecho que para lo que queda de esta semana no habrá resolución alguna. Incluso, ya se habla de que ante la intransigencia en las posiciones de una y otra parte la TV argentina podría finalizar uno de sus peores años en términos artísticos, sin ficción. Algo posible pero poco probable, considerando que ciclos como Son de Fierro, Patito Feo o Lalola ya fueron comercializados en el exterior y necesitan entregar las “latas” con un final para cada una de las historias.

El punto de mayor conflicto es que ninguno quiere ceder en su postura acerca de la conformación de la jornada laboral: mientras los actores exigen que el día se extienda por 8,45 horas (incluyendo la hora de comida), los productores proponen jornadas de 10 horas. Si bien en la reunión del martes en el ministerio las partes se comprometieron a seguir trabajando en los puntos de desacuerdo, fuentes cercanas a actores y productores coincidieron en señalar que la solución el conflicto “está cerca”. Es que, por un lado, los productores sostienen que con una jornada laboral real de 7,45 horas no podrían mantener el nivel de calidad de las ficciones que producen o, si lo mantienen, no llegarían a grabar los capítulos necesarios para el modelo actual de la televisión. En tanto, los actores creen que la cantidad de horas que exigen es justa, considerando que, además de los tiempos de grabación, tienen que estudiar los libretos y realizar los viajes hasta los estudios. El Ministerio de Trabajo convocó a una nueva audiencia para el próximo viernes, en la que actores y productores volverán a verse las caras para intentar llegar a un acuerdo.