Martes, 1 de abril de 2008 | Hoy
TELEVISION › ALFREDO CASERO Y SUS MICROS EN CARTOON NETWORK
El cómico debuta en un formato especialmente dirigido a los chicos a través de viñetas que recuperan el registro absurdo de Cha Cha Cha. “Para incentivarles la fantasía”, según dice.
Por Emanuel Respighi
Quien comparte el hogar con algún chico de entre 5 y 12 años ya debe de estar disfrutando –no sin asombro– de la novedad: la posibilidad de reírse como en los viejos tiempos. ¿Por qué? Basta con ver a Alfredo Casero intentando hacer levitar a un pingüino con el poder de su mente para preguntarse si no se está ante el retorno de Cha Cha Cha a la TV. Es que el humorista regresó a la pantalla chica con lo que mejor sabe hacer (humor delirante), tras el fracaso de A todo culorrr, el olvidable ciclo en Canal 13 que duró una sola emisión, encabezando una serie de microprogramas humorísticos en Cartoon Network.
En asociación con la agencia de publicidad El Cielo y su compañía hermana El Infierno, de los publicistas Ramiro Agulla y Carlos Baccetti, Cartoon Network creó y produjo alrededor de 200 separadores con el lema “Hacemos lo que queremos”. Entre esas viñetas se destacan las actuaciones de Casero y otros actores que le devuelven a la pantalla el humor deforme y lisérgico de ciclos como Cha Cha Cha, De la cabeza o Todo por dos pesos. Desde hace unas semanas, en el bloque Carton Netgour se puede ver a excéntricos personajes, como El Gran Buzac, cuya cualidad es despedazar distintos tipos de pantalones con su impresionante fuerza; Ana María Legrand, una periodista que intenta con perseverancia obtener respuestas de la orgullosa madre de Buzac, y hasta un hombre en un disfraz de conejo que es golpeado por un dardo cada vez que trata de hablarle a la audiencia.
“Más que regresar a la TV, lo que me motivaba del proyecto era pensar qué era lo que a mí me parecía que podía hacer reír a los chicos. Los chicos se ríen de cosas muy primarias, como las que hacíamos en Cha Cha Cha. Pero no es que estamos haciendo el programa nuevamente, acá hay otro grupo de gente y otras ideas. Obviamente, yo no me puedo despegar de Cha Cha Cha. Sé que tengo un estilo que tiene el color de aquel ciclo, me sale espontáneamente”, cuenta Casero a Página/12, sobre estas pequeñas piezas que desde mediados de mes se pueden disfrutar por la pantalla infantil, entre Las chicas superpoderosas y Ben 10. “Me sedujo la posibilidad de hacer reír a los chicos desde la actuación y desde un lugar diferente al que lo suelen hacer los canales infantiles”, subraya.
Aunque parezca extraño ver el humor de Casero en la pantalla de Cartoon Network, debido a que su estilo transgresor se vincula más con el off que con el humor políticamente correcto de los canales infantiles, el cómico cree que este desembarco tiene más lógica de la que se cree. “En Cha Cha Cha –explica– había algo más que humor. Cuando hacíamos el sketch del pibe que iba a la mesa de examen de Kant, lo que buscábamos era que los pibes perdieran el miedo a los profesores y a los exámenes. De igual forma con el sketch de esos policías tan buenos y pelotudos a la vez, que mostrábamos que los policías no son malos porque sí, sino que necesitan tener esa imagen para poder defender los derechos de todos. Lo mismo con Telescuela técnica, por ejemplo, donde de-sacralizábamos a la ciencia. Y ese espíritu sigue vivo en lo que hacemos en Cartoon Network.”
–¿Qué le atrae del humor para los chicos?
–El teatro off también puede llegar a los chicos. La fantasía que se les debe despertar a los chicos no debe ser sólo de mundos ideales y colores pastel. El delirio, la posibilidad de concebir otros mundos y otros seres, diferentes a los mortales, también forma parte del reino de la fantasía. A los chicos hay que incentivarles la fantasía como germen para la creación. Y creo que estos micros, concebidos desde lo que a nosotros nos divierte, les van a iluminar a los chicos otros lugares de su mente.
–¿Cómo cree que recibirán los más pequeños estos pequeños gags?
–El humor, creo yo con riesgo de equivocarme, no tiene target. Es al día de hoy que los chicos me paran por la calle para decirme que se ríen viendo Cha Cha Cha en YouTube. Y si uno piensa, esos mismos pibes de 25, 30 años que me paran en la calle, eran niños cuando salía el programa. Eran pibes de 10 años e igual se reían de lo que hacíamos en Cha Cha Cha.
–Incluso, hay muchos dibujos animados como Los Simpson, Bob esponja o Padrinos mágicos que funcionan con altas dosis de humor absurdo.
–Creo que, hoy por hoy, con Internet como archivo audiovisual mundial al alcance de todos, los chicos están más familiarizados con el humor delirante. Me encanta que los chicos se rían del non sense, de la locura, de lo que a uno le causa gracia. En ese punto, creo que el humor adulto y el humor infantil también se fueron acercando. Y mi estilo de humor es muy elemental, mucho más de lo que suelen creer quienes intentan analizarlo.
–Cha Cha Cha fue bastante incomprendido, en su momento, por la industria. ¿La llegada a Cartoon Network es, de alguna manera, la incorporación a la industria de un humor que en algún momento fue transgresor para el medio?
–Un director de programación muy famoso me decía: “¿Cómo van a hacer sketches en blanco y negro con lo que nos costó conseguir la TV color?” Teníamos una gran necesidad de acción. Eramos una generación de pibes y pibas que necesitábamos expresarnos con libertad. Que los militares nos hayan cagado la vida no fue gratis. Los militares nos llenaron de miedo y nos callaron durante mucho tiempo. Y ese miedo decantó en mundos oníricos en el que la deformación de lo real se cruzaba con el humor. Cuando uno vive muy mal y silenciado durante mucho tiempo, el día que tenés libertad te das cuenta de que la tenés que aprovechar al máximo en materia creativa. Y yo en el humor encontré la libertad que no tenía en la vida cotidiana.
–¿Una libertad creativa indispensable para el humor?
–La libertad es un camino que uno tiene siempre a mano. El problema es que muchas veces no lo tomamos por comodidad o búsqueda de seguridad. La libertad siempre tiene un riesgo. Uno puede morirse de hambre por ser libre. Y yo estoy dispuesto a morirme de hambre, no por convicción sino porque no sé hacer otra cosa que lo que hago. La libertad es uno de los estados más maravillosos del hombre. Y por suerte los chicos, pese a todas las ataduras que les queremos imponer desde el mundo adulto, siguen siendo libres en sus mentes.
–¿Y en el cable tiene más libertad que en la TV de aire?
–Yo laburo en todos lados de la misma manera: con libertad. Y A todo culorrr fue un programa de TV que no tendría que haber hecho. En Canal 13 no se puede hacer un ciclo de humor porque no siempre ese género, y menos mi estilo, va de la mano del rating.
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