VIDEO › POR SIEMPRE CALLAS Y FáBRICA DE SUEñOS
Fanny Ardant se pone en la piel de Maria Callas, en un film dirigido por Franco Zeffirelli. Y Edie Sedgwick, chica de sociedad que llegó a ser miembro de la famosa The Factory de Andy Warhol, es retratada en una película de George Hickenlooper.
› Por Horacio Bernades
“Divas no tan castas” podría llevar por título una nota que abordara la coincidencia en videoclubes de dos películas obnubiladas por sendas diosas del siglo XX. Quién otra podría ser la primera de ellas sino Maria Callas, a quien encarna Fanny Ardant en Por siempre Callas. El título original es Callas Forever, acaba de lanzarla el sello Emerald y la dirigió, un lustro atrás, el inefable Franco Zeffirelli, que allá por sus comienzos supo ser amigo y régisseur de La Divina. La otra diosa no está claro si es Edie Sedgwick, chica de sociedad que llegó a ser miembro de la famosa The Factory de Andy Warhol o el propio Warhol. La película que le está dedicada lleva el apropiado título original de Factory Girl y la lanza por estos días Gativideo, como Fábrica de sueños. Queriendo corroborar tal vez la ligazón entre ambas, en una escena de esta última, el hombre que hizo famosa a la sopa Campbell oye, como música de fondo, un aria de La Callas.
En la ficción de Por siempre Callas, cierto manager musical llamado Larry Kelly (Jeremy Irons, como gay veterano) reencuentra a la diva en 1977, refugiada en el Olimpo de un piso parisiense. Por más que tenga apenas cincuenta y pico, la Callas no quiere saber nada con volver a cantar, convencida de que su última presentación pública fue un desastre. Kelly le propone volver en una película, recurriendo al viejo truco del playback para no hacer papelones. Negándose en primera instancia a esa suerte de prekaraoke operístico, como buena estrella la ex de Onassis no resiste la tentación del comeback, teniendo como gancho un papel que siempre quiso representar: el de la Carmen de Bizet. Así que allí van, Callas y Kelly, antes de que a Antonio Gades se le ocurra convertir esa ópera en ballet, y a Carlos Saura en película. Por siempre Callas deja la sensación de ser para il signore Zeffirelli una suerte de Vértigo inconsciente, en la que él mismo, en el papel de Jimmy Stewart, evoca a su Madeleine, con la Ardant como Judy.
Hija de una familia cuyas raíces se remontaban hasta los fundadores de la nación, la bella Edie Sedgwick aterrizó en el planeta Warhol a mediados de los ’60. Como en un tango, Fábrica de sueños la convierte en esa chica del interior a la que las luces del centro (de Manhattan) enceguecen, con el perverso artista platinado tomando el lugar del langa que la engañó. Muerta de sobredosis más o menos en la misma época y a la misma edad que Janis, Hendrix y demás próceres caídos del rock, Edie tuvo una relación con Dylan, apareciendo en el sobre interno de Blonde on Blonde, así como en el documental Don’t Look Back. Encarnada por la rubia Sie-nna Miller y dirigida por George Hickenlooper, Fábrica de sueños pone a esta mariposa en medio de sus dos amigos célebres, como si fueran el muchachito y el villano de una fábula melodramática. En ella, Edie cumple el papel de Caperucita, Warhol el del lobo, y Dylan no se sabe si vendría a ser la mamá, el cazador o la abuelita.
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