Vie 02.12.2005
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VIDEO › VIDEO VUELVE “TORO SALVAJE”

Jake La Motta cada día pelea mejor

A 25 años de su estreno, una notable edición especial echa luz sobre el rodaje de una de las obras maestras de Scorsese.

Por Horacio Bernades
“Se recomienda no distribuir esta película.” Ese es el aviso que un día de noviembre de 1980 dieron las dos más importantes publicaciones de la industria del cine a las firmas del negocio. ¿Se referían tal vez a algún bodrio, una película impresentable, un tostón de aquéllos? Puede ser que en su criterio Raging Bull fuera eso. O tal vez supusieran, bastante más prosaicamente, que se trataba de una piantapúblicos absoluta, veneno puro para la taquilla. En este punto hay que reconocer que tenían razón: El Toro Salvaje fue el segundo fracaso al hilo en la carrera de Martin Scorsese, después de la muy dispendiosa y rechazada New York, New York (entre una y otra, el autor de Taxi Driver filmó The Last Waltz, a la que no le fue tan mal).
Como el propio Jake La Motta en alguna de sus peleas, el boxeador Scorsese empieza apaleado pero termina coronándose campeón mundial años más tarde, cuando en una votación, los críticos del cine del mundo entero consagran a Raging Bull como Mejor Película norteamericana de los ’80. De noviembre de 1980 a noviembre del 2005 media exactamente un cuarto de siglo, y ese es el aniversario que celebra la Edición Especial de Toro Salvaje (para la edición en video, la película de Scorsese pierde el artículo que llevó aquí en ocasión de su estreno). Esa Special Edition acaba de salir en Estados Unidos y ya se consigue en Argentina, editada por Gativideo. Son dos discos con tapa nueva. El afiche oficial de la época, que mostraba a De Niro/La Motta con el rostro todo magullado, es reemplazado ahora por la imagen de títulos: La Motta salticando en el centro del ring, enfundado en su bata de piel de tigre. Todo bañado en un tono verdoso destinado quizás a disimular el blanco y negro, una de las razones por las cuales, en su momento, los directivos de United Artists estuvieron a punto de no estrenar jamás esta gema del cine contemporáneo.
Las dudas y cavilaciones de los ejecutivos, la respuesta inicial de público y crítica, la virulenta revalorización posterior y las razones por las cuales Scorsese decidió filmarla en blanco y negro son algunas de las cuestiones en las que esta espectacular Edición Aniversario permite adentrarse. Sólo algunas: además, los bonus incluidos en el segundo disco (el primero está enteramente dedicado a la película) dan pie para recuperar la historia entera de Raging Bull, desde el momento en que –mediados de los ’70– De Niro le sugiere a Scorsese filmar la biografía de Jake La Motta. Las idas y venidas, el salvataje de un guión empantanado (a manos de Paul Schrader), el día que Schrader tiró el guión por el aire, un Scorsese internado y a punto de irse para siempre de este mundo, declaraciones de La Motta, el análisis estético a cargo de Thelma Schoonmaker y la aparición de un “tapado”, el sonidista Frank Warner, son otros de los highlights sobre los que este material de colección echa luz.
La edición especial de Toro Salvaje es una de esas que justifican por sí solas la propia existencia de ese rubro. No se trata aquí de simple memorabilia, merchandising para públicos cautivos, museo animado para fans. No, esto es el más puro material de estudio y elucidación, el destripe de una pieza única, que permite conocer tanto el modo en que De Niro hizo suya cada trompada del Toro del Bronx (“cuando terminó su entrenamiento estaba en condiciones de convertirse en boxeador profesional”, asegura La Motta) como asistir a la clase magistral de Mrs. Schoonmaker, mostrando en imágenes cómo las medidas del ring y el modo en que éste era filmado variaban, de acuerdo con el estado emocional del protagonista en cada pelea. “La filmé en blanco y negro porque era así como recordaba haber visto por la tele o en las revistas de la época las peleas de La Motta”, apunta a su turno un Scorsese que confiesa no haber entendido jamás nada de box, como de ningún otro deporte.Qué decir del testimonio de Frank Warner, especialista en efectos sonoros que explica cómo introdujo relinchos de caballo o aullidos de elefante en medio de las peleas. Parte de un titánico trabajo de procesado, distorsiones y cintas corriendo para atrás, que terminó llevando aún más tiempo que el de por sí colosal montaje. “Si algo nos enseñó Warner fue a usar el silencio”, acota Schoonmaker, y allí está la pelea en la que de pronto todo el sonido se chupa, para lanzarse en seguida a un infernal barullo. Hacer silencio, entonces, y ponerse a estudiar el modo en que esta obra maestra se construyó. Como quien observa una catedral y la piensa, durante horas y horas.

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