Sábado, 17 de enero de 2009 | Hoy
VIDEO › RESCATE AL AMANECER, LA PELICULA “AMERICANA” DE WERNER HERZOG
El regreso del director alemán a los Estados Unidos, después de treinta años de ausencia, se da con un drama de captura y escape en plena guerra, con elenco íntegramente norteamericano, encabezado por el prominente Christian Bale.
Por Horacio Bernades
Pasó demasiado tiempo desde Aguirre, la ira de Dios y Fitzcarraldo, y Werner Herzog desesperaba por volver a filmar en (o contra) la jungla, escenario que lo obsesiona. Esa podría ser una de las razones detrás de Rescue Dawn, su primera película en Estados Unidos en treinta años. La anterior había sido La balada de Bruno S, que comenzaba en Berlín y terminaba en Wisconsin. Aquí el director de El enigma de Kaspar Hauser dio un paso más y filmó una verdadera película all american. Esto es, un drama de captura y escape en plena guerra de Vietnam, con elenco íntegramente norteamericano, encabezado por el cada vez más prominente Christian Bale y con distribución de la Metro. Estrenada en Estados Unidos un par de temporadas atrás, el sello LK-Tel la lanzará en días más en DVD, con el título Rescate al amanecer. Para Herzog, su primera película estadounidense parece haber funcionado como derecho de aduana: el próximo proyecto es la remake de Un maldito policía, con Nicolas Cage en el protagónico.
Rescate al amanecer no es, más allá de lo que podría sospecharse, un trabajo de compromiso sino un asunto que interesaba decididamente al realizador bávaro. De hecho entronca directamente con la obra herzoguiana, ya que es producto de un documental previo. En 1997, Herzog filmó Little Dieter Needs to Fly (trad. lit.: “El pequeño Dieter necesita volar”), nunca exhibida en la Argentina. En ella, el realizador de Nosferatu recogía el testimonio de Dieter Dengler, ciudadano alemán radicado desde joven en Estados Unidos. Enviado a Vietnam como piloto de la Armada en 1966 –justo cuando los Estados Unidos estaban por entrar en guerra–, en su primera misión el avión de Dengler cayó derribado en Laos. Fue tomado prisionero por el Vietcong y tiempo más tarde logró huir, siendo rescatado por los suyos tras una odisea casi sobrehumana. Odiseas casi sobrehumanas son las que a Herzog más le interesa narrar, sobre todo en sus films de ficción, por lo cual es perfectamente coherente que le haya dedicado a ésta un documental primero y una película argumental más tarde.
Habiendo visto carradas de infrahistorias semejantes, incluyendo todos los subproductos imaginables, de Rambo para acá (imposible no pensar en Stallone, Chuck Norris y otros, en presencia del cóctel Vietnam + selva + torturas Vietcong + ametrallamientos + escape heroico + triunfo final con festejo incluido), la tentación de incluir la película de Herzog en esa serie puede ser alta. Y desencaminada: por más que el teniente Dengler termine llevado en andas por un mar de uniformes yanquis, lo que le interesa al alemán no es la glorificación heroica, la testosterona, la patria o el mito del macho alfa, sino otras cuestiones, que no son nuevas en su obra. La lucha del hombre contra la naturaleza, en su versión más extrema. La mezcla de optimismo, mesianismo y locura que se requiere para emprender una fuga, cuando todo aconseja no hacerlo. De hecho, Cristian Bale –que, como de costumbre, está extraordinario– se ríe, a lo largo de la película, por todo lo que los enculados Stallone & Cía jamás lo hicieron. Por todo lo que al propio Bale le obligarían a reprimir en esa sobrevalorada inflación de gravedad que es Batman, el caballero de la noche.
Por lo demás, Rescate al amanecer (el título, traducido al revés, refiere a la clave secreta que salva al protagonista) está filmada con una precisión y sequedad que ninguna apoteosis muscular jamás tendrá. Los planos cerrados sobre el rostro de Dengler, comunicando la tensión del momento, cuando se pone al volante durante su primera misión; el desesperante “murmullo gritado” con que intenta convencer al resto de los prisioneros de la posibilidad de huir; su mirada alucinada; la odisea final entre tormentas tropicales, aludes, sanguijuelas, rápidos y helicópteros amigos, que en lugar de rescatar al evadido disparan sobre él, como en una pesadilla. Todo ello lleva la marca de un verdadero cineasta. Marca que quizás esta vez no sea a fuego sino al agua. Pero sigue siendo su marca.
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