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8-El cartero llama dos veces,

de Tay Garnett. Con John Garfield y Lana Turner.

1946, 112 min. Emerald.

La Metro expurgó a la novela de James Cain de su carga social, sórdida y sexual, le quitó el marco de la Depresión, hizo de la lúbrica Cora un absurdo figurín hollywoodense, le encajó un final desajustadamente redentorista y la vistió con una imagen de limpidez no muy adecuada. Aun así, es tal el poderío de la novela que el resultado sigue siendo un triunfo, en buena medida gracias a un guión y realización precisos y ricos en detalles. Lo que se mantiene es el aura de condena que pesa sobre los amantes desde el momento mismo en que se conocen, así como la carga de sentido de ciertos objetos (el encendedor de ella representa primero un llamado sexual, finalmente la muerte) y el doble sentido de otros, como ese cartel (“Hombre se busca”), que no se sabe si solicita trabajo o sexo.

6-Milk,

de Gus van Sant. Con Sean Penn, James Franco y Josh Brolin.

2008, 128 min. AVH.

Gus van Sant interrumpe el personalísimo discurso cinematográfico sobre la sensorialidad y la ausencia, que venía desarrollando a lo largo de la última década (en películas como Elephant, Los últimos días, Paranoid Park), para narrar, de acuerdo con las convenciones, la pasión y martirio de Harvey Milk, primer político asumidamente homosexual de los Estados Unidos, encarnado con justeza por Sean Penn. El relato lo toma a partir del momento en que produce una ruptura en su vida, mudándose de Nueva York a San Francisco y atisbando en la política una vía para defender los derechos de las minorías sexuales. Campeón de la salida del closet, Milk terminará como mártir a manos de un representante de la reacción, a quien Van Sant pinta como gay no asumido. Un biopic tan irreprochable como previsible.

8-Llegaron los turistas,

de Robert Thalheim. Con A. Fehling, R. Ronczewski y B. Wysocka.

2007, 85 min. Transeuropa.

Consciente de que desde hace rato el tema de los campos de concentración corre riesgo de quedar atrapado por el cliché y el consenso, esta película alemana lo aborda desde un ángulo inédito: el de los campos en el presente, funcionando como museos del horror. Llegaron los turistas transcurre en el más icónico de todos, el de Auschwitz, en Polonia. A través de un estudiante alemán que elige prestar servicio social allí se deja ver no sólo el “detrás de escena” (la reparación de objetos apropiados a los prisioneros, actuales piezas de museo), sino también la inevitable turistización, vaciamiento de la memoria y pérdida de sentido. A su vez, la película deja ver la pervivencia del odio de la población de la zona, que ve en sus vecinos alemanes a los descendientes de aquellos arquitectos del horror.

6-Incómodos,

de Esteban Menis. Con Santiago Alvarez, Carolina Tejeda e Iván Moschner.

2008, 86 min. SBP.

Representantes de una tendencia en boga, el trío protagónico de Incómodos parece el de la película uruguaya Whisky, en versión adolescente-treintañera (cuarentona, en un caso). Metidos dentro de sí mismos estilo caracol, aferrados a una etapa que pasó hace rato, los tres emprenden viaje a Miramar (en invierno, por supuesto), donde uno de ellos debe esparcir las cenizas del abuelo. La película los acompaña como otro adolescente-treintañero más, observándolos entre la perplejidad y el alelamiento. Atontándose, incluso, en algún prescindible episodio colateral (los que posibilitan cameos de Diego Capusotto y Juan Gujis). En sus mejores momentos, esta ópera prima de Esteban Menis (que, obviamente, es treintañero) logra comunicar con eficacia un absurdo leve, neurotizado, eventualmente irritante.