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9-Gomorra,
de Mateo Garrone. Con G. Imparato, Toni Servillo y S. Cantalupo.
2008, 137 min. Transeuropa.
Basada en el ya famoso best seller homónimo, nada más lejos de lo que se entiende por “película de mafiosos” que Gomorra. Al realizador Mateo Garrone no le interesa la Camorra como mera organización criminal, sino como una intrincada red humana, económica y social, con asiento en Nápoles y negocios que llegan hasta la China. Con alta lucidez dramática, del denso entretejido de historias que Saviano despliega en su libro, Garrone extrajo sólo un puñado, que le sirve para entrarle al tema desde los ángulos más variados. Así, el relato sigue, en paralelo, a un pagador de la Camorra, un sastre que pone el pie fuera del plato, un mensajero recién iniciado, dos aspirantes a matones y un empresario de guante blanco. El resultado es una cirugía a fondo de la Camorra, compleja y apasionante.
6-Gran Torino,
de Clint Eastwood. Con C. Eastwood, Bee Vang y Ahney Her.
2008, 116 min. AVH.
La última de Clint Eastwood es una película vieja, porque en lugar de cuestionar la ética de su protagonista-dinosaurio, está organizada para justificarlo y glorificarlo, con un último gesto que lo convierte poco menos que en un santo. Con lo cual demuestra, de paso, su superioridad moral sobre el curita joven, que tiene un peso dramático que no se veía desde las películas de la Warner de los años ’30 y ’40. Como todo viejo huraño, el Walt Kowalski de Eastwood está diseñado para ser simpático. Los hechos le dan la razón: el egoísmo y mercantilismo de su parentela demuestra lo mal que están la juventud y la generación intermedia, y las pandillas étnicas que merodean el barrio confirman que para salir vivo hay que armarse. Aunque eso lleve a la muerte, como sucede con los héroes y mártires.
7-Miradas ocultas,
de Eric Nicholas. Con Ana Claudia Talancón y Colin Hanks.
2006, 78 min. SBP.
Una película que trampea sistemáticamente su premisa de fondo y, sin embargo, se sostiene. La premisa es que, se supone, todo se ve a través de cámaras espía, instaladas por un psicopatón (Colin Hanks, hijo de Tom) en el departamento de una chica (la mexicana Ana Claudia Talancón, vista en Arráncame la vida). Claro que el muchacho parece haber rociado el departamento con tal cantidad de cámaras que permiten seguir la acción desde todos los ángulos posibles. Además cuenta, por lo visto, con algún director de cámara que “poncha” de una a otra. Dejando de lado ese “pequeño” detalle, lo que sostiene el interés de Miradas ocultas es que el psicopatón no está visto como un monstruo sino como un muchacho tímido, apenas un toquecito más freak que cualquiera de nosotros.
7-Tarántula,
de Jack Arnold. Con John Agar, Mara Corday y Leo G. Carroll.
1955, 80 min. Emerald.
Dignidad y berretada de la clase B, en uno de sus títulos más populares de los años ’50. La berretada hay que buscarla por el lado de su protagonista, John Agar, arquetipo platónico del “tronco”, de algunos trucos de maquillaje y efectos especiales, dignos de Ed Wood, y una subtrama amorosa que no viene a cuento. La dignidad, en la convicción y seriedad puestas por Jack Arnold (uno de los reyes del rubro, como lo demuestran El monstruo de la laguna negra y esa obra maestra absoluta que es El increíble hombre menguante). Típica historia de terror zoológico y gigantismo animal, Tarántula está narrada con sencillez, fluidez y economía de recursos, que incluyen un uso extensivo de las “noches americanas”. Cuestión de disimular, con mucha eficacia, el truco fotográfico del agigantamiento.
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