VIDEO › DESDE MAÑANA PAGINA/12 PRESENTA TRES DVD CON LA OBRA DE CHAPLIN
El rey de la comedia
La colección incluye una serie de perlas filmadas por el brillante actor británico. En la primera entrega aparecen, remasterizados, Carlitos Marinero, Carlitos Portero de Banco y Carlitos Perfecta Dama.
Por J. G.
Detrás del sombrerito hongo, el bastón y el bigotito, se esconde una profunda mirada crítica sobre la burguesía de principios del siglo XX. Charles Chaplin, a través de su célebre personaje Carlitos, fusionó el género del slapstick comedy (comedia de gags) con la crítica social. Carlitos, en sus films, es proclive a la pelea física, a tirar el helado sobre el escote de la señora gorda pero siempre y cuando se trate de una dama de la alta sociedad, nunca una mendiga. Carlitos fusiona, además, la memoria de su propia miseria en los barrios pobres de Londres (que sufrió en su infancia, desde su nacimiento en 1889) con un agudo sentido de la intuición sobre qué cosas dan risa a los públicos de masas. Ese espíritu zumbón y la capacidad de hacer reír que sigue vigente aún hoy, a casi treinta años de su muerte, se recuperan en una colección de tres DVD totalmente remasterizados que presenta Página/12 desde mañana. Habrá una segunda entrega el domingo 5 de febrero (que incluirá los films El Conde, Héroe del Patín y Tramoyista de Cine), y una tercera (con Carlitos en la Playa, Carlitos en el Teatro y En la calle de la paz) que se podrá conseguir desde el 5 de marzo.
El primer DVD incluye las historias Carlitos Marinero, Carlitos Perfecta Dama y Carlitos Portero de Banco, con una duración total de 74 minutos, y una misma intención: trascender a la mera mecánica del gag para añadir esa capacidad corrosiva que llevaría al extremo en sus films Tiempos modernos y El gran dictador. En Carlitos Portero de Banco empiezan a esbozarse los rasgos de personalidad que recorrerían toda su filmografía (con claros exponentes como El pibe, La quimera del oro y El circo): es el eterno antihéroe que defiende su dignidad personal, “un insumiso –escribieron I. R. Arcella y E. Kleinman en Página/12–, soñador de actos heroicos, atormentado amante... sólo con la escoba y la tristeza de la vida cotidiana”. Carlitos es el encargado de limpiar el banco; recibe órdenes, tolera la agresión del capataz y se entrega a un sueño hermoso pero cruel: allí vencería a los ladrones y conseguiría el amor de Edna (Edna Purviance, su actriz fetiche). La realidad, sin embargo, siempre es más dura que las fantasías del empleado maltratado, y sólo queda una estrategia para la rebelión: la torpeza. Cuando Carlitos rompe un sobre para que entre en el buzón, o cuando deja caer lo que debería cargar a bordo del buque al cual es reclutado por la fuerza (en Carlitos Marinero), pone en escena la única posibilidad de escape que atribuye al oprimido: se mueve como si las cosas nunca le pasaran a él, en un estado de ausencia que lo presenta desentendido de sus desastres (tropezar, manchar, golpear accidentalmente al amo) pero hábilmente consciente. Ese es el modo en que Carlitos libra su pequeña gran victoria.
El amor, en estas historias, es el motivo fundamental que incita a la acción. En Portero de Banco, conquistar a Edna es el único pensamiento motor que centraliza su fantasía de héroe redentor; en Carlitos Perfecta Dama vuelve a motivar su hazaña cotidiana: se disfraza de mujer para estar con la chica deseada en presencia de un padre que se opone a la relación. En el interior de la casa burguesa, Carlitos perturba la vida familiar, logra indignar al buen burgués desordenando un orden natural y un estilo de vida bien constituido. Cuando Carlitos reproduce el mohín de recato de la dama paqueta, despliega las técnicas usuales de la seducción, fomenta el adulterio y consigue que el padre persiga a la supuesta nínfulaCharlie, hasta que el burgués cae en su trampa. En los tres cortos, que se editan mañana, el fracaso (amoroso, profesional, económico) es su forma de cuestionar un modo de vida naturalizado, y en todos los casos implica una forma de renunciamiento. Carlitos es proclive a asumir su destino de perdedor y se conforma con soñar una vida mejor, pero la narración se saca de encima cualquier eco trágico.
La maestría de sus 79 films, que no envejecen con el paso de los años confirmando su condición de clásicos, es describir la tragedia del hombre urbano contemporáneo, asalariado, víctima de empleos mal pagos, del maltrato de estructuras de poder pero en un tono de comedia ligera que encuentra su unidad en el malentendido y el mal paso. Carlitos hace reír con la materia menos pensada: dando cuenta de la actividad junto a la línea de montaje (en Tiempos modernos), parodiando el régimen fascista (en El gran dictador) o poniéndose en la piel del explotado. Desde 1914, con su debut cinematográfico en Ganándose el pan, Chaplin entiende que debería llenar una carencia: el público celebra la aparición de un actor y director que decide que sean los policías, los poderosos, los millonarios los que caigan en bocas de cloaca, tropiecen con bolsas llenas de cal, o sean víctimas de toda clase de incidentes. Carlitos, en los films que mañana se presentan, confirma esa tendencia a quebrar la solemnidad del rígido cuerpo del jefe o el ejecutivo: lo somete a peleas físicas de tipo circense, los mancha o lastima por error “involuntario”, los cuestiona en la exageración de sus rasgos despóticos y su conducta autoritaria.
Si bien las historias se unen en el punto de vista (narrar el humor desde el lugar del oprimido), Carlitos Portero de Banco es una excusa para componer un retrato de hombre enamorado. Como escribió el mismo Chaplin en un famoso escrito de 1918, “se intenta tocar dos elementos de la naturaleza humana. Uno es el placer con que el público ve ridiculizar la riqueza y el lujo; la otra es la tendencia del público a sentir las mismas emociones que el actor en la escena o la pantalla...”. En cambio, Carlitos Marinero acentúa su pretensión de reflejar el contexto social, cuando el flamante timonel se embarca en un ámbito hostil, sucio... privado hasta de comer por el mareo, enrolado junto a la tropa en las peores condiciones. Aquí, la redención (¡el amor!) ni siquiera se presenta en fantasías, haciéndolo todo más gris, reservando la revancha del perdedor a su ineficacia: la línea productiva puede fallar. Una perlita podrá encontrarse en Carlitos Perfecta Dama, donde el personaje travestido (para evitar el castigo del padre de la chica) permite ver a un Carlitos sin bigote, quebrando el leit motiv del muñequito conocido. El final, en todos los casos, está anunciado: levantada rápida de hombros, andar zigzagueante visto de espaldas: se prepara para una nueva aventura. Pese a la derrota constante y la mala suerte, Carlitos siempre está listo para intentarlo una vez más.