8-El silencio de Lorna,

de Jean-Pierre y Luc Dardenne. Con Arta Dobroshi y Jérèmie Renier.

2008, 105 min. AVH.

Advirtiendo seguramente que el uso sistemático de la cámara en mano, los temblores y la lente pegada al cuerpo corrían peligro de devenir mera etiqueta, en El silencio de Lorna los hermanos Dardenne rompen con el estilo que los identificó y filman con cámara fija, escrutadora y distante. Para conseguir la residencia permanente, una inmigrante albanesa trabó relación con la mafia y se casó por interés con un junkie belga (Jérèmie Renier, protagonista de El niño). El problema es que para que el plan cierre, el muchacho debe desaparecer. Con un tono menos nervioso, más clínico y distante, esta variante del tema de Fausto sirve a los Dardenne para volver a poner en la mira las consecuencias morales del lucro y la deshumanización.

6-Al otro lado,

de Fatih Akin. Con Nurgül Yesilçay, Tuncel Kurtiz y Hannah Schygulla.

2007, 122 min. Transeuropa.

Después de Contra la pared, el hamburgués Fatih Akin vuelve sobre los temas que lo inquietan –el exilio, el desarraigo, el choque de culturas–, apostando esta vez a la arquitectura narrativa, antes que a la efusión individual. Un joven profesor alemán de origen turco viaja a la tierra de sus mayores para intentar reparar un crimen de género cometido por su padre. Huyendo de la persecución política, la chica a la que busca se ha exiliado en Hamburgo. Intentando ayudarla, una muy tradicional mujer alemana (Hannah Schygulla) viajará a su vez a Estambul. Intensa e hipnótica en sus mejores momentos, lo que debilita a Al otro lado es la tendencia a convertir a los personajes en representaciones, al servicio de una agenda temática previa.

8-Belle toujours,

de Manoel de Oliveira. Con Michel Piccoli y Bulle Ogier.

2006, 68 min. Impacto Cine.

A los 98 años (sí, leyó bien, a los 98), el portugués Manoel de Oliveira filmó esta pequeña pieza de cámara, en la que revive el amor galante de un siglo atrás. En la actualidad y en la París más chic, un viejo dandy (Michel Piccoli, cada vez más extraordinario) intenta reconquistar a una mujer a quien conoció en el pasado (Bulle Ogier, veterana de las huestes de Buñuel, Rivette y Chabrol). Pero si algo no quiere la dama es rememorarlo. Sí, claro, la película se llama Belle toujours porque es como una coda a Belle de jour, con Piccoli actualizando su personaje y Ogier reemplazando a Catherine Deneuve, que dijo no. Leve, fluida, delicadamente melancólica y ligeramente licenciosa, Belle toujours se disfruta como una copita de anís.

4-El milagro de Henry...,

de Mark Pellington. Con Luke Wilson, Radha Mitchell y Adriana Barraza.

2008, 98 min. AVH.

“Una película espiritual que tiene el poder de llegar al alma y, además, una tierna historia de amor.” De todo eso advierte, en la contratapa del DVD, el célebre crítico estadounidense Roger Ebert, tal vez más célebre que crítico. La película cumple todas y cada una de sus amenazas. Una mujer (la mexicana Adriana Barraza, que en Babel se perdía en el desierto) cree ver el rostro de Cristo en la pared de la casa del vecino. A partir de ese momento el patio se llena de peregrinos y el alma del dueño de casa (Luke Wilson, hermano soso de Owen), de una nueva luz. El hombre, a quien acaban de diagnosticarle una enfermedad terminal, dejará atrás su cara de velorio y redescubrirá qué bello es vivir. Un crowd-pleaser eclesiástico.