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Sábado, 10 de octubre de 2009

VIDEO › CUIDADO CON EL GUARDIA, CON SETH ROGEN Y RAY LIOTTA

El shopping bajo vigilancia

Líder de la Armada Brancaleone que integran los guardias de seguridad de un centro comercial, aquí el héroe es el nuevo monstruo con el que la comedia estadounidense mantiene el alerta, ante la pervivencia de la América más facha y enferma.

 Por Horacio Bernades

“Si para usted Abu Ghraib fue lo más divertido del mundo, es posible que Observe and Report le encante”, amenazó, en abril pasado, la crítica Manohla Dargis en The New York Times, asociando esa película con la tortura y dejando escapar la tortuga. Protagonizada por un Seth Rogen de pelo al rape, Observe and Report no pide del espectador simpatía para con su psicopático protagonista, sino temor y temblor. Vigilante de shopping con ínfulas de Patti, el Ronnie Barndhardt de Rogen es el nuevo monstruo con el que la nueva comedia estadounidense mantiene el alerta, ante la pervivencia de la América más facha y enferma. Como la distribución cinematográfica local volvió a hacerle el “olé” a una representante de la zona más perturbadora del cine estadounidense, Observe and Report pasó directamente al video. Acaba de editarla AVH, con el título de Cuidado con el guardia. Título que revela que entendieron mejor la película dirigida por Jody Hill que la crítica de The New York Times.

Basta que Ronnie Barndhardt se cruce con un empleado de limpieza de tez aceitunada para que, al grito de “¡Saddam, Saddam!”, quiera detenerlo, seguramente como sospechoso de terrorismo. Y eso que en el shopping en el que trabaja lo más parecido a un acto de terrorismo es que alguien se quiera robar una blusa o algún otro quiera hacer un pagadiós. En caso de que la cosa realmente degenere, algún exhibicionista tal vez se abra el piloto delante de un grupo de clientes. Eso es lo que viene ocurriendo en el shopping desde hace algunos días: un gordito se está desabrochando el piloto demasiado seguido, los guardias llegan siempre tarde y Ronnie, “jefe de guardias” del establecimiento, está totalmente obsesionado con atraparlo. “Jefe de guardias” es lo que Ronnie le aclara a una periodista de televisión que en una nota sobre el sátiro del shopping lo presenta como guardia a secas. Cada uno tiene el Eje del Mal que merece. El de Ronnie es el gordito de piloto. ¿Cómo pudo no darse cuenta la señora Dargis de que Ronnie es un Bush de tres por cuatro?

Líder de la Armada Brancaleone que integran los guardias del centro comercial (dos gemelos asiáticos gorditos, un rubio de dentadura prominente, un mexicano chorro y ceceoso), Ronnie está realmente nervioso desde que la policía tomó intervención en el asunto y no hay peor enemigo para él que el jefe de detectives, que encarna un adecuadísimo Ray Liotta. Igual, Ronnie acaba de postularse para la repartición, y como da por descontado que lo toman, ya anda lustrando la reglamentaria. Lo otro que lo tiene loco es que una promotora de cosméticos (la rubia Anna Faris, componiendo a una verdadera emperatriz de la vulgaridad) no le da ni la hora. No importa: nada menos difícil que hacerle tomar media docena de tequilas a la rubia y darle un buen beso después de que los haya vomitado. En caso de desconsuelo, Ronnie sabe que siempre va a contar con mamá, con quien vive y lo mima (un Oscar urgente para Celia Weston). Eso, siempre y cuando encuentre a mamá sobria y sin querer voltearse, delante de él, a alguno de sus amigos.

Cuidado con el guardia es Taxi Driver en versión farsesca (o farisesca, teniendo en cuenta la presencia de Faris). Ronnie Barndhardt es, como Travis Bickle, un tipo peligroso, un mono con navaja. La diferencia es que el personaje de De Niro era un trágico y éste es un cómico peripatético, que despierta una mezcla de dispepsia, pena y náusea. Por supuesto que también es desternillante: hay que verlo patrullar el shopping con su ridículo autito eléctrico, mimetizado de civil para no despertar sospechas o entreverado en un interminable ping pong de fuck you!, con el Saddam del lugar. Tal vez haya sido eso, la risa, lo que confundió a la señora Dargis. Sí, seguro que fue eso: la risa nunca se llevó bien con ninguna corrección política.

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Cuidado con el guardia parece Taxi Driver en versión farsesca.
 
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