Quién hubiera sospechado que la morochita de grandes ojos y rostro de animé, Cenicienta del Hollywood siglo XXI desde sus comienzos como chica Disney, hubiera terminado así: recién salida de una clínica de rehabilitación, verde de envidia por el casamiento de su hermanita perfecta, fumando hasta por los codos para evitar el vaso tan temido y metiendo la pata en cada reunión familiar. Presentada internacionalmente en la edición 2008 del Festival de Venecia, en El casamiento de Raquel Anne Hathaway (la de Los diarios de la princesa, la de El diablo viste a la moda, la 99 de El Superagente 86) deja aflorar su contracara punk. Todo por obra y gracia de Jonathan Demme, que después de Totalmente salvaje y Stop Making Sense, de El silencio de los inocentes y Filadelfia, de la remake de El embajador del miedo y los rockumentaries con Neil Young confirma aquí su eclecticismo a toda prueba. Esta vez cediendo a esa suerte de neonaturalismo que, cámara digital en mano, se propone “copiar la vida tal cual es”. El sello Blu Shine acaba de hacer llegar El casamiento de Raquel a videoclubes.