Sábado, 28 de noviembre de 2009 | Hoy
VIDEO › EL ROSTRO OSCURO DE LA LEY, DE RON SHELTON, CON KURT RUSSELL
El film noir tiene argumento de James Ellroy, el novelista de Los Angeles al desnudo y La dalia negra. En tiempos del juicio por el apaleamiento a Rodney King, muestra a un Boogie que descubre que sus superiores son verdadera escoria.
Por Horacio Bernades
Tres son las especialidades de James Ellroy, uno de los más notables herederos de la tradición noir, nacido en Los Angeles en 1948. La primera de ellas es la pintura de su ciudad como un verdadero pozo de iniquidad. Las otras dos residen en la imbricación de crimen y política, y la contextualización muy concreta del matrimonio entre ambas, en determinadas circunstancias históricas. La más conocida traslación cinematográfica de sus novelas, Los Angeles al desnudo, prueba esa triple vertiente, como también lo hace La dalia negra, que gira alrededor del asesinato de Elizabeth Short, diosa menor del Hollywood de la edad de oro. El apaleamiento al que cuatro policías sometieron, en 1992, al ciudadano afroamericano Rodney King, era demasiado tentador para que Ellroy lo resistiera, y es así como lo usó de marco para Dark Blue, su primer argumento original para cine. Estrenada en 2002, por algún motivo la distribución cinematográfica argentina la ignoró, y ahora el video sale en su rescate. El sello Transeuropa acaba de editarla en DVD, con el título El rostro oscuro de la ley.
“Yo no le pegué a ese negro, pero no hubiera tenido problemas en hacerlo”, desafía entre carcajadas el detective de Homicidios Eldon Perry, convencido de que hay que limpiar la ciudad, de una vez y para siempre, de la escoria que la puebla. Terminará descubriendo, en carne propia, que la verdadera escoria no yace debajo de él sino por encima. Maldito policía de tercera generación, para Perry la calle es una selva, y en esa selva él es el león. O eso cree. “Esta tiene diez muertos encima”, se jacta delante de un colega, mostrándole la reglamentaria. Siempre con un vaso de whisky a mano, Perry no es el villano de El rostro oscuro de la ley sino el héroe. No porque se trate de un modelo de chico sino por dos razones bien concretas. La primera es que, de acuerdo con la tradición realista del noir, el villano nunca será un pichi como él sino un poderoso. La segunda obedece a la tradición trágica: en ella, el héroe es el que toma conciencia cuando ya es tarde. Eso le sucede a este Boogie de Los Angeles, justo cuando se celebra el juicio contra los policías que apalearon a King. Y justo cuando a él van a ascenderlo a teniente, que es lo que toda su vida ambicionó.
Si se tiene en cuenta que el hombre fue alguna vez el Snake Plissken de Fuga de Nueva York, es correr un riesgo decir que Kurt Russell está más extraordinario que nunca como Eldon Perry. Pero vale la pena correrlo. A su alrededor, los notables Brendan Gleeson (como su “padre espiritual”), Ving Rhames (como esa construcción ficcional que es el superior honesto) y una Lolita Davidovich más pelirroja que nunca (en el papel de la esposa que va a patear a Perry) forman una malla indeleble. El guión es de David Ayer, que ya había mostrado buena mano con los duros en Día de entrenamiento, y la dirección es de Ron Shelton, que después de un par de trabajos de compromiso recuperaba acá el charme, el pulso y la electricidad de La bella y el campeón, y, sobre todo, de esa gema absoluta que fue Los blancos no saben meterla.
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