Sábado, 23 de octubre de 2010 | Hoy
VIDEO › GREENBERG, DIRIGIDA POR NOAH BAUMBACH
Con un notable Ben Stiller como protagonista, la película es una comedia de desajustes. Personajes que hablan a destiempo, dicen lo que no deberían y sufren extrañas enfermedades autoinmunes son los instrumentos utilizados por un director aficionado a la “disfuncionalidad”.
Por Horacio Bernades
Cofrade de Wes Anderson, coautor del guión de La vida acuática, siempre se dijo de Noah Baumbach (Brooklyn, 1969) que era como la otra cara del autor de Los excéntricos Tenembaum. Sobre todo, a partir del momento en que comenzó a hacerle lugar, en sus películas, a síntomas de disfuncionalidad entre familias de la intelligentsia neoyorquina. Eso sucedió, básicamente, a partir de la autobiográfica The Squid and the Whale (2005), que en Argentina se conoció con el originalísimo título Historias de familia, y en la que a dos chicos no se les hacía fácil sobrellevar el no muy civilizado divorcio de sus padres. Lanzada en DVD un par de años atrás, en Margot y la boda (2007) las hermanas Jennifer Jason Leigh y Nicole Kidman no podían dejar de amarse y odiarse. Ahora, en Greenberg, un cuarentón de vocación indecisa, recién salido de un centro de rehabilitación psíquica, busca refugio por unos días en casa de su hermano. Estrenada en Estados Unidos en marzo, con Ben Stiller en el protagónico y confirmando que a la cartelera local le interesan cada vez menos las películas que se salen de la norma, AVH la lanzará la semana próxima en DVD con su título original. “¡Andá a cagar!”, le grita, totalmente sacado, Roger Greenberg (un extraordinario Ben Stiller) a su mejor o único amigo. Después se levanta y se va. Es el cumpleaños de Roger y nadie salvo Ivan (el británico Rhys Ifans, siempre con aspecto de rocker veterano y villano de turno en la próxima El hombre araña) parece haberlo recordado. Pero a Roger no le interesa tanto eso como que los camareros vengan con una torta y cantándole el “Happy Birthday”, motivo de más para putear a Ivan y a la chica que le gusta, Florence (la rubia Greta Gerwig, estrella del cine ultraindie), abandonando el restorán airadamente. Hay otra cosa rara que Roger hizo durante la cena. Primero se le ocurrió llamar de improviso a Florence, invitándola a sumarse, y cuando la chica llegó corrió a telefonearle... a su antigua novia, Beth (Jennifer Jason Leigh, coproductora de la película y coautora de la idea original).
Roger está de vuelta en Los Angeles tras largos años de vivir en Nueva York, y da toda la sensación de que si algo define a sus ex amigos, ex compañeros de banda y ex novias es justamente la palabra ex. Nadie quiere saber nada con él, y basta verlo actuar para sospechar por qué. “No quiero verte más”, le echa flit la pobre Florence, la chica más buena del mundo, convencida finalmente de que al tipo más vale tenerlo lejos. Pero Baumbach es casi tan generoso con Roger como ese gran personaje que es Florence (grande y fuera de época, por su lealtad y desprendimiento), negándose a reducirlo a la miserable condición de antihéroe, a regodearse con sus miserias, a etiquetarlo como neurótico, a condenarlo a la soledad. Baumbach hace de Greenberg el protagonista de una comedia de desajustes, con personajes que hablan a destiempo, dicen lo que no deberían, transpiran de ansiedad, sufren extrañas enfermedades autoinmunes (como le sucede a Mahler, el ovejero del hermano de Roger) o se llaman Fabula (la esposa brasileña de Ivan). Hay una escena de incomodidad sexual, en el primer encuentro amoroso entre Roger y Florence, que es para los anales del rubro. Desajustes, incomodidad, una forma cómica del dolor parecerían ser lo propio de Baumbach. A diferencia de su medio hermano Wes Anderson, más ligado al capricho, la neurosis pop, el culto de la diferencia aristocrática.
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