El futuro de las agrupaciones académicas dependientes del gobierno porteño está en serio riesgo: no se cubren los puestos de los intérpretes que se jubilan, no se reparan los instrumentos, los músicos no cobran y hasta se crean orquestas que duran un suspiro.
Por Gustavo Ajzenman
LITERATURA › ENTREVISTA A GABRIEL IRIARTE, DIRECTOR DE LA EDITORIAL NORMA