Sábado, 11 de diciembre de 2010 | Hoy
VIDEO › PRIMERA TEMPORADA DE BORED TO DEATH
Con un elenco de directores rotativos, como se estila en TV, la serie comenzó a emitirse por HBO en septiembre del año pasado y acaba de concluir su segunda temporada. Aquí fueron lanzados los ocho episodios de la primera, con varios extras.
Por Horacio Bernades
Y finalmente la nueva comedia estadounidense llegó a la televisión, en cuerpo y espíritu. El cuerpo es el de Jason Schwartzman –el actor más icónico del cine de Wes Anderson–, Zach Galafianakis –el mayor hallazgo de la comedia contemporánea, de ¿Qué pasó ayer? a Todo un parto–, Ted Danson, el de Cheers –lazo que Bored to Death lanza hacia las sitcoms clásicas– y cameos que van de comediantes de culto como Oliver Platt y Parker Posey hasta el mismísimo Jim Jarmusch. El espíritu se lo insuflan sus actores y, desde detrás de cámara, el escritor Jonathan Ames. Autor del relato que dio origen a la serie, Ames es guionista y productor ejecutivo de Bored to Death. Además de letrista, junto a Schwartzman, del infeccioso tema con swing que sirve de identificación musical. Con un elenco de directores rotativos, como se estila en TV, Bored to Death comenzó a emitirse por HBO en septiembre del año pasado y acaba de concluir su segunda temporada. AVH viene de lanzar los ocho episodios de la primera temporada, con su título original y varios extras, en una caja con dos discos.
“Detective privado, sin licencia”, dice el aviso que Jonathan Ames pone a circular en una red social, y lo más sorprendente es que empiezan a llamarlo. Sorprendente, porque el tipo no es detective privado ni reúne ninguna de las condiciones que suelen asociarse con el oficio. Pero lo más sorprendente es que de todos modos se las arregla para desfacer entuertos. Ames (el personaje) es escritor (como Ames, el guionista). Escritor de una única novela y convencido de que la segunda es la más difícil de escribir, Jonathan (encarnado por Schwartzman) lo demuestra con hechos. Cuando su novia lo abandona, la tapa de Adiós muñeca lo inspira a seguir los pasos de Philip Marlowe. “Cien dólares más gastos” es lo que cobra Jonathan por día a las clientas que andan queriendo recuperar novios y hermanas extraviadas. “Ah, eso es lo mío”, le dice a una madre soltera (Parker Posey), preocupada porque a su hijo le robaron el skate. Se monta a un skate y se pone a perseguir patinadores, que lo sacan corriendo.
Sobrino perdido de Clouseau, primo transatlántico de Antoine Doinel (en Besos robados, Jean-Pierre Léaud también era private eye por un rato), Jonathan tiene un amigo que más que un amigo parece su alter ego, gordo y desprolijo. Dibujante de historietas, Ray tiene un superhéroe que es él mismo, pero con superpoderes. Entre ellos, un falo gigante. Excedido de peso, vago y semidesempleado, Ray es la versión Homero Simpson de Zach Galafianakis. O la versión Cosmo Kramer, por su tendencia a enrollarse en emprendimientos extravagantes. Uno de ellos es contratarse como donante de esperma, para una pareja de chicas lesbianas a las que su novia sumisa no les simpatiza mucho. Si Ray es Kramer, George Christopher es George Costanza. Encarnado por un Ted Danson tan magnético como el Alec Baldwin de 30 Rock, George Christopher es el empleador de Jonathan, en los ratos en los que Jonathan trabaja como periodista.
El más narcisista de los yuppies, dueño de una revista más o menos cool y más o menos en bancarrota, el demandante George vive reclamándole ayuda, consejos y compañía a su redactor estrella. Como cuando decide hacerse bisexual para recuperar lectoras, citando a un escort morochón en su piso de Manhattan. Pero el territorio propio de Bored to Death no es Manhattan sino Brooklyn, lugar de nacimiento de Mr. Ames. Bored to Death como comedia de barrio, pero de un barrio fuera del mapa.
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