Sábado, 3 de diciembre de 2011 | Hoy
VIDEO
8-Habemus Papa,
de Nanni Moretti. Con Michel Piccoli, N. Moretti y Margherita Buy.
2011, 102 min. Transeuropa.
La última de Moretti es, tal vez, la más Moretti de las últimas, por el sentido de perplejidad al que rinde culto. Perplejidad del cardenal Melville (sublime Michel Piccoli), cuando, enterado de que sus pares acaban de nombrarlo Papa, huye corriendo del Vaticano. Perplejidad del psicoanalista (el propio More-tti), al que los asesores convocan para atender al onorevole, y de pronto se encuentra encerrado y sin poder salir, por cuestiones de secreto vaticano. Perplejidad de la propia narración que, como sorprendida por lo que sucede, se entrega a una azarosa deriva, que la lleva por Roma y de vuelta al Vaticano. Perplejidad, claro, del espectador, que no sabe bien si reír, azorarse o solidarizarse con el hombre que no quería ser Papa.
7-Hanna,
de Joe Wright. Con Saoirse Ronan, Cate Blanchett y Eric Bana.
2011, 111 min. Sony Video.
Hanna hace con la ficción lo mejor que se puede hacer: desinteresarse por la lógica del afuera, construir la suya y creer en ella sin el menor temor al ridículo. Tras una tragedia familiar provocada por sus mandantes, un ex hitman de la CIA permaneció años haciendo vida de ermitaño, en un bosque cerca del Polo Norte. Allí enseñó a su hija a ser lo que él mismo es: una perfecta máquina de matar. El objetivo: enviarla de vuelta a la civilización a encontrar a la tipa que ocasionó esa muerte y terminar con ella. Lo que sigue es el típico periplo por toda Europa, propio de las películas de espías. Pero ésta es también un culebrón, un relato de iniciación y un cuento de hadas, que Joe Wright (el de Expiación) dirige con gran estilo.
7-El planeta de los ...,
de Rupert Wyatt. Con James Franco, Andy Serkis y Freida Pinto.
2011, 105 min. Fox Video.
Como tantas películas recientes (desde La guerra de las galaxias, Episodio 1 hasta X Men: Orígenes, pasando por Batman empieza y Star Trek), la nueva El planeta de los simios se retrotrae al origen. En este caso, el surgimiento de la superespecie de monos inteligentes, que en un futuro gobernará la Tierra. Todo empieza por culpa de otro clásico de la época, la ambición de lucro, representada en esta ocasión por un laboratorio farmacéutico que, pese a que la sensatez indica lo contrario, desarrolla una droga que repara el deterioro neuronal, expande la inteligencia y... potencia la agresividad. De tal modo que cuando a un chimpancé llamado César lo encierren en un asilo de animales, la revolución de los supermonos se habrá puesto en marcha.
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