Sábado, 3 de diciembre de 2011 | Hoy
Por Rudy
Decíamos ayer: (Hoy sátira hoy, de 15/diciembre/2001)
Este suplemento no es el de esta semana, es el de la semana pasada que se quedó en el banco esperando que le toque el turno de abrir una caja de ahorro en patacones truchos, o en letras del alfabeto arameo antiguo, lecops o lecags, lo que sea, con tal de retirar nuestros humildes 250 pesos semanales correspondientes.
Este suplemento está dedicado a usted, lector, que tampoco pudo salir todavía, ni del banco ni de su asombro; que se le cayó el sistema, en la cabeza, que está gestionando tarjetas que nunca se imaginó que pudieran existir, que está alucinando maneras estrafalarias de recuperar un dinero que ya era suyo. ¡Ni se imagina lo que significa, en estos días, tratar de tener el dinero que uno todavía no tenía, me estoy refiriendo a ese que se ganaba, por ejemplo, trabajando, en los tiempos en los que nuestros abuelos vinieron al país con una mano atrás y otra adelante, manos que por suerte pudieron ingresar al país sin que nadie los obligue a dejar una partecita en la aduana.
Está dedicado a usted, que tiene su sueldo congelado, para no hablar de su sonrisa, o que tiene sus ahorros, aquellos que supo acumular a lo largo de toda su vida, en manos de un banquero, o de un ministro, o de alguien que usted ni sabe quién es, a quien usted le estará eternamente agradecido, si, al cabo de un tiempo, se dignan devolverle aquello que ya era suyo, luego de haberlo usado (y hecho negocios con ello).
Está dedicado a usted, que les ha declarado su amor a cuatro cajeros automáticos, mas no ha sido correspondido; que ha tratado de cobrar su jubilación en dólares, australes o maravedíes, que está planificando, junto a sus seres queridos, maneras de recuperar (o de perder lo menos que pueda) aquello que ya tenía. A usted que va a poner en el arbolito 150 certificados de apertura de cajas de ahorro.
Y también a usted, sacrificado empleado bancario devenido psiquiatra sin diploma, que debe escuchar, hoy más que nunca, los dramas que antes les contábamos a nuestros psicoanalistas, luego a los taxistas, y ahora, que la plata no alcanza ni para el taxi, a usted, preso en su escritorio, que además tiene también sus propios problemas, pero los deja para después del horario bancario.
Para todos ustedes, o sea, todos nosotros.
Hasta la semana que viene, lector.
Decimos hoy
Este suplemento está dedicado a usted, lector, que tiene memoria y se acuerda de lo que fueron aquellos tiempos, y no los quiere repetir. A usted, que llevado por los avatares se fue a vivir a Grecia o a Italia, y está en medio de un “déja vu” más digno de Matrix que de la realidad real. A usted, que se preocupa por el futuro (lo cual está muy bien), pero puede hacerlo porque su presente es más soportable aunque no sea, aunque esté lejos, el ideal que todos tenemos derecho a soñar. A usted, que pudo recuperarse de aquello, y a usted, que no pudo. A vos, que eras chico, y te lo contaron. A vos, que no podés entender que haya gente dispuesta a repetir “la receta” sin darse cuenta de que es “una receta para que nadie coma”. A vos. A mí.
Recordamos los tiempos del corralito, y pensamos que ya estamos grandes, como para salir del corralito para siempre.
Hasta la semana que viene.
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