Mié 09.03.2016
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VIDEO › EL úLTIMO TOUR CON JASON SEGUEL Y JESSE EISENBERG

Entrevista a un genio herido

El film de James Ponsoldt narra la relación entre el escritor David Foster Wallace y el periodista de Rolling Stone David Lipsky, quien lo siguió durante una gira promocional. Es una película enorme, de fina sensibilidad, que estuvo entre las mejores de 2015.

› Por Horacio Bernades

“Es algo así como un acerado chasis de Vonnegut envuelto en capas de un Zola de posmilenio”, dijo el novelista Jay McInerney de La broma infinita, la novela-monstruo (mil páginas) que en la segunda mitad de los 90 convirtió a su colega David Foster Wallace en leyenda instantánea. Quiera decir lo que quiera decir eso que dijo McInerney, lo de Wallace suena, en sus palabras, a algo nuevo, grande, deforme, único y complejo. Eso es lo que convirtió a este nativo del estado de Nueva York, de la noche a la mañana, en primus inter pares entre los novelistas de su generación. La leyenda de Wallace se prolongó al infinito diez años más tarde, cuando el escritor, que promediaba por entonces su cuarta década de vida y padecía de depresión crónica, se suicidó, dejando inconclusa una última novela. Sobre su relación con el escritor y periodista David Lipsky trata El último tour (The End of the Tour), dirigida por James Ponsoldt, que el sello Blu Shine acaba de lanzar localmente en DVD y Blu-Ray.

Un periodista de la Rolling Stone entrevista a su ídolo, que lo arrastra tras de sí en una gira ni muy mágica ni misteriosa: El último tour recuerda inevitablemente a Casi famosos. Con la diferencia de que ésta no está casi basada en un hecho real, como la de Cameron Crowe (quien siendo poco más que un pibe acompañó en gira a bandas como The Allman Brothers, Zeppelin y The Eagles), sino realmente basada en un hecho real. Admirador de Foster Wallace, en 1996 Lipsky convenció al director de la Rolling Stone de entrevistar a un escritor por primera vez en una punta de años para la revista, aprovechando una gira promocional que el autor de La broma infinita, vecino por entonces de Illinois, daría en las heladas tierras de Minneapolis.

Incluida entre las diez mejores películas de 2015 por parte de la mayoría de medios estadounidenses, El último tour rehúye todo acontecimiento para centrarse en la figura de Foster Wallace, observado por Lipsky, a quien interpreta esa encarnación del joven observador por excelencia que es Jesse Eisenberg (La red social, A Roma con amor). El último tour se basa en un libro en el que Lispky revisa su relación con Wallace, Although of Course You End Up Becoming Yourself. Grandote amigable de aspecto grunge, con característicos pañuelos floreados alla Leonardo Favio cubriéndole siempre la cabeza, Foster Wallace aloja sin problemas al periodista en su casa, hablando del tema que se presente frente al grabador, con una única condición: la de eliminar aquello de lo que él se arrepienta de haber dicho. El diálogo fluye entre los dos y Wallace, aun consciente de la repercusión que su nombre está teniendo, carece de toda pose o soberbia.

Durante la gira, en algún momento se les unen dos amigas de Wallace, ambas escritoras (una de ellas es Mamie Gummer, la hija de Meryl Streep), los cuatro se encuentran a tomar algo en un shopping gigantesco, van a ver Código: Flecha rota, de John Woo, las chicas protestan por la película, a Wallace le encanta, y en algún momento aflora la famosa neurosis del escritor, cuando percibe un mínimo acercamiento entre Lipsky y una de las chicas, que alguna vez fue su novia. Wallace se pone locamente posesivo y da un par de advertencias tajantes a quien hasta entonces era poco menos que su amigo. Enojo, distanciamiento, pelea, discusión, separación final. Doce años más tarde, cuando él mismo es un escritor de cuarenta y pico, Lipsky se entera de que Wallace acaba de ahorcarse, y tal vez siente que algo quedó atrás para siempre.

El último tour no tendría sentido si no fuera por el modo en que Jason Segel encarna a David Foster Wallace. Sí, el comediante de las series Freaks and Geeks y Cómo conocí a tu madre, de Cómo sobrevivir a mi novia y Los Muppets. Convocado seguramente por una cuestión de physique du rol (el parecido es asombroso), Segel logra componer un Foster Wallace propio e inolvidable, que habla con un volumen de voz inversamente proporcional a su tamaño y parece cuidarse de no romper nada con ninguno de sus movimientos. Claramente son los gestos de alguien que alguna vez fue herido –tal vez lo está siendo ahora mismo– y el hecho de que la película se inicie con la noticia de su suicidio potencia al máximo la sensación de fragilidad que se desprende de él. Por lo que se dice de él, con suerte por lo que se habrá leído de él, se sabe que el tipo es genial. Por lo que se ve, se entrevé que es un genio herido, y eso hace de El último tour una película de enorme, fina sensibilidad.

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