Viernes, 17 de noviembre de 2006 | Hoy
VIDEO
Asuntos infernales,
de A. Lau y A. Mak.
Con Tony Leung, Andy Lau y Anthony Wong.
2002, 101 min.
Gativideo.
Tal vez muchos no sepan que el año pasado se editó en video esta película hongkonesa (título original, Infernal affairs), que no es otra que la que Martin Scorsese acaba de rehacer, en versión estadounidense, con el título de Los infiltrados. Conviene verla, para verificar hasta qué punto es superior a la remake. La dirigida por Andrew Lau y Alan Mak (y protagonizada por las estrellas asiáticas Andy Lau y Tony Leung) es precisa y compacta, sin la mínima pretensión trascendentalista (comparar con el Satán-Guasón que compone Jack Nicholson para Scorsese), y carece de sobreactuaciones y personajes descartables, como esa psicóloga rubia que en Los infiltrados está de puro relleno, pobrecita.
Cars,
de John Lasseter y Joe Ranft.
2006, 116 min.
Disney Argentina.
En edición especial se edita en DVD lo más reciente de la escudería Pixar, contando como extras con el corto que la acompañó en el momento de su estreno y uno nuevo, protagonizado por el viejo remolque llamado Mater. Cars representa, como se sabe, el regreso de John Lasseter a la dirección, tras un largo paréntesis en el que se dedicó a regentear la compañía. La historia es conocida: un joven y pedante Fórmula Uno rojo va a parar a un pueblito perdido, en el que todos los autos están destartalados y fuera de línea, y allí aprenderá a no ser tan pillado. Sin presencia de humanos, todos los autos hablan, sienten y, sobre todo, relucen, gracias a la técnica digital que Pixar domina como nadie.
Nuestra música,
de Jean-Luc Godard.
2004, 80 min.
Transeuropa.
La película más reciente de Godard es un tríptico de Infierno, Purgatorio y Paraíso. Tal vez como representación del estado del mundo, la segunda parte es la más larga, con las otras dos como suerte de pórtico e irónico cierre. En Infierno, Godard monta aterradoras imágenes de archivo, tanto de guerras reales como ficcionales, bañadas de tonos sulfurosos. Con el propio Godard haciendo de sí mismo durante un viaje a Sarajevo, el Purgatorio es una meditación melancólica, pespunteada de citas literarias e imágenes frecuentemente sublimes. La cruel ironía del Paraíso es que se trata de un edén custodiado por marines. La interrelación apunta, como de costumbre en Godard, a que el sentido final quede a cargo del espectador.
Un toque de seducción,
de Randall Miller. Con Robert Carlyle, John Goodman y Marisa Tomei.
2005, 103 min.
El remanido motivo de la oruga-que-se-convierte-en-mariposa encuentra aquí a Robert Carlyle (el de Riff Raff y The Full Monty) como viudo en pleno duelo, “salvado” por unas clases de baile en las que conoce, por supuesto, a una chica que lo ayudará a despegar de tanta tumba, gracias a la rumba (Marisa Tomei). Con Mary Steenburgen componiendo una recargada caricatura de profesora de baile, esa trama se ve atravesada por otra, en la que un tipo (John Goodman) aprovecha una salida de prisión para reencontrarse con el amor de su niñez. Esta subtrama es sólo ilustrativa, y habrá que agradecer que al director no se le haya ocurrido incluir ningún ángel o escena de ultratumba.
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