De las muchas películas recientes que tratan el tema de la intervención militar estadounidense en los países árabes, El reino –recién editada por AVH, sin previo paso por los cines– es la que más decididamente asume el formato del cine de acción. Es, por eso mismo, la que debe tomarse con más pinzas, en tanto ése es un género poco amigo de cualquier forma de reflexión, análisis o autocrítica. Y sin ellas, el abordaje de una cuestión tan espinosa se hace, por lo menos, peliagudo.

Con producción ejecutiva de Michael Mann (!), escrita por el mismo guionista de Leones por corderos y dirigida por el actor-vuelto-director Peter Berg, El reino imagina un terrible atentado, cometido por terroristas musulmanes en la capital de Arabia Saudita. El objetivo: un complejo petrolero, en el que trabajan centenares de civiles. El día elegido: un domingo, cuando los empleados estadounidenses juegan al béisbol y sus hijos y esposas andan por ahí. El método: primero, francotiradores; después, una bomba que estalla justo en medio de las tareas de rescate. El resultado: varias decenas de civiles muertos, incluyendo mujeres y niños. Que uno de los muertos haya sido un agente del FBI les da un motivo personal a sus compañeros para reclamar la intervención directa de su país. Ante la negativa del Departamento de Estado (por más que sean aliados de Estados Unidos, los jeques que gobiernan Arabia Saudita no quieren saber nada con eso), ¿qué hace el hombre de acción americano? Se manda por la propia, claro.

En esta ocasión, “el hombre de acción” son cuatro, y uno de ellos es una mujer. Al frente del grupo comando, el capitán Fleury (Jamie Foxx, el taxista de Colateral, el Ray Charles de Ray). A su lado, un especialista en inteligencia, judío para más datos (Jason Bateman, que esta semana se luce en La joven vida de Juno), un técnico en explosivos (el gran Chris Cooper, siempre muy solicitado cuando de dureza se trata) y una médica forense (la siempre magnífica Jennifer Garner, que en La joven vida de Juno hace de... esposa de Jason Bateman). Todos ellos, luciendo sus respectivos uniformes de combate. Un negro, un judío y una mujer, como para que no queden dudas de que el cine de acción aggiorna a sus héroes. Lo que no aggiorna demasiado son su ética y su mecánica. “No seremos perfectos, pero queremos lo mejor para ustedes”, le explica Fleury a un coronel saudí-árabe que, encargado de coordinar las acciones entre ambas fuerzas militares, más parece responsable de obstruirlas.

Cuando llegue la hora de los misilazos, con nuestros héroes metidos en una ratonera infestada de fanáticos armados, el coronel Al Ghazi terminará revelándose como el amigo más fiel. ¿Heredero a la distancia del cipayo de Gunga Din? Con toda una media hora final a tiro limpio, El reino sostiene su ritmo, gracias a ese estilo visual hecho de planos cortos, bruscos virajes de cámara y mucho corte, que Ridley Scott introdujo en el género drama-bélico-en-Arabia (en La caída del halcón negro) y al que Syriana y El sospechoso le siguieron los pasos. Como se trata de un género que se avergüenza de sí mismo, después de haberse masacrado entre sí, la película denuncia la ley del Talión, aplicada por igual por los líderes de ambos bandos. Con lo cual los realizadores se lavan la sangre que les había quedado pegoteada y hasta pueden llegar a pasar por antibelicistas.