Sábado, 3 de mayo de 2008 | Hoy
VIDEO › THE COMPANY, UNA HISTORIA DE LA CIA
La miniserie de cinco horas de duración, basada en un libro de Robert Littell, revela entretelones de la agencia estadounidense, siguiendo su itinerario político a través de medio siglo de historia, con la Guerra Fría como eje de operaciones.
Proliferan, desde hace un tiempo, gruesos volúmenes dedicados a relevar orígenes, entretelones y operaciones secretas de la CIA, y el cine y la televisión también se han visto tentados por esa historia que habrá costado vidas, gobiernos y libertades, pero no por ello deja de ser fascinante. Primero fue una serie, The Agency, con un par de temporadas en el aire, que a comienzos de este siglo se exhibió en cable en Argentina. Más recientemente llegó El buen pastor, la película de Robert De Niro, que revisaba el período que va de la fundación del servicio de inteligencia más famoso del mundo (fines de la Segunda Guerra) hasta la fallida invasión de Bahía de Cochinos, uno de los grandes desastres en la historia de la Agencia. Ahora le toca el turno a The Company, miniserie de cinco horas de duración, emitida en Estados Unidos meses atrás, que AVH edita en DVD. Por pura casualidad, casi al mismo tiempo el mismo sello acaba de hacer lo propio con los dos primeros episodios de The Agency, reunidos bajo el título Agencia secreta.
De los dos lanzamientos, el más relevante es el de The Company, una historia de la CIA (ese título lleva la edición local), ya que ambos episodios de Agencia secreta, de 40 minutos cada uno, quedan chicos, frente a la ambición y alcance de su hermana mayor. The Company se basa en el libro homónimo de Robert Littell, especialista en temas de espionaje, que combina datos de la realidad con otros de ficción y se extiende a lo largo de casi medio siglo y 900 páginas. Puesta al aire en tres partes, AVH la edita en dos discos, cuya fidelidad a la emisión original se refleja en los títulos: Primera noche, Segunda noche y Tercera noche. Arranca a comienzos de los años ‘50, narrando la incorporación al servicio de tres graduados de Yale. Dos de ellos van a parar a la CIA; el tercero, de origen ruso, es reclutado en su país por el KGB. De allí en más, ellos llevarán el hilo del relato, que se extiende hasta mediados de los ’90 y atraviesa hitos de la Guerra Fría, como el Muro de Berlín, la rebelión húngara de 1956 y la invasión de los tanques soviéticos, el desembarco en Bahía de Cochinos, los intentos de asesinar a Fidel, la obsesión por desenmascarar a un doble agente y, finalmente, la caída de la Unión Soviética.
Con tres protagonistas que, más que personajes, funcionan como meros vehículos del relato, el interés dramático de The Company va, claramente, de menor a mayor. La “primera noche” cobra interés cuando aparece la fascinante figura del británico Kim Philby, el más famoso doble agente en la historia del espionaje, un ilustrado creyente en el socialismo, que aquí ocupa un rol secundario pero pide a gritos miniserie (o película) propia. La defección de Philby sumió en la amargura y la paranoia a James Angleton, otro gran personaje, cuya fijación por los “topos” motoriza la “tercera noche”, sin duda la zona más interesante de The Company. Encarnado por un Michael Keaton estriado, gélido y rumiante, Angleton (apodado “The Mother”) fue durante años jefe de la sección Contraespionaje de la CIA y, según dicen, uno de los tipos más influyentes en toda su historia. Hasta que una falsa sospecha sobre uno de sus empleados (que incluyó una despiadada tortura psíquica) lo hizo caer. Resurgió de sus cenizas poco más tarde, cuando se descubrió que la falsa sospecha era verdadera: consagración de la paranoia.
En cuanto a la “segunda noche” de The Company, incluye el tramo más “de biógrafo”, cuando el muchachito (el american boy Chris O’Donnell) se enamora, en Budapest, de una hermosa guía de museos británica, miembro de la resistencia antisoviética (esa mujeraza de Natascha McElhone). Juntos y de la mano sobrellevan la tortura en las mazmorras del régimen, para salir luego a las calles, a ponerles el pecho a las balas. Allí, con el agente de la CIA convertido en combatiente de la libertad contra la inmunda dictadura soviética, el espectador recuerda que lo que está viendo no es un documental histórico, sino una miniserie estadounidense. Lo cual no es precisamente lo mismo.
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