Desde su rol en Mundo grúa, la actriz se convirtió en fetiche de una nueva generación de cineastas –Pablo Trapero, Daniel Burman, Ulises Rosell, Lucrecia Martel– que integra su propio hijo, Rodrigo Moreno. “El cine de los ’80 bajaba mucha línea y estos pibes hacen lo contrario”, señala.