Así como ustedes tienen el clásico “enfrentamiento” entre Góngora y Quevedo, acá se dice que Cortázar es mejor cuentista que novelista, y que Borges no era un buen poeta. ¿Qué opina?

–Góngora y Quevedo eran dos grandísimos escritores, y son tontos los que utilizan a Quevedo para meterse con Góngora, y los que utilizan a Góngora para meterse con Quevedo. Es muy pobre el que no puede disfrutar la genialidad de Quevedo y de Góngora. Borges es un grandísimo escritor, tanto como narrador como poeta, y como poeta supo superar su juventud ultraísta para hacer una poesía que me sigue pareciendo deslumbrante. Vine a Buenos Aires por primera vez en 1983, cuando acababa de terminar la dictadura. Pasé un día con Borges, uno de mis escritores más admirados. Llegué con mucho miedo a su casa porque como le gustaba tanto provocar temía que me utilizase para decir alguna frase hiriente. A Borges le gustaba mucho meterse con (Federico García) Lorca, decía que era “un andaluz profesional”; también hacía algunas bromas sobre (Rafael) Alberti, y yo era íntimo amigo de Alberti. Tuve la suerte de encontrar a un Borges estupendo, generoso, cariñoso, con el que pude hablar de literatura. Pero me recibió con una maldad. El amigo que me llevó a su casa le dijo a Borges: “Mira: te voy a presentar a Luis García Montero, un joven poeta español de 23 años”. Y Borges me dijo: “Ah, alguna vez yo tuve 23 años, pero no sé si fui poeta” (risas).