Miércoles, 21 de mayo de 2008 | Hoy
CINE
Por Luciano Monteagudo
La competencia oficial se vio hegemonizada ayer por el cine estadounidense, con dos films que adscriben a una narrativa clásica, pero que no podrían ser más diferentes. Por un lado, James Gray –un abonado de Cannes, donde presentó todas sus películas, entre ellas Los dueños de la noche, estrenada hace poco en Buenos Aires– trajo Two Lovers, una historia de amor que detrás de su simplicidad parece esconder alguna clave secreta. El romance de Gwyneth Paltrow y Joaquin Phoenix transcurre en nuestros días, pero la estilización que le impone Gray a esa relación condenada da la impresión de remitir al cine que hacía Elia Kazan en los años ’50, con Phoenix como un émulo del joven Marlon Brando, cuando sufre de desamor en una gélida terraza de los suburbios de Nueva York, a la manera de Nido de ratas.
Con The Exchange, en cambio, Clint Eastwood se retrotrae a la ciudad de Los Angeles hacia 1928 para dar cuenta de un caso real, que conmocionó a la sociedad de su época y que parece salido de una novela noir de James Ellroy. La misteriosa desaparición de un niño, que reaparece unos meses después, aunque la madre (Angelina Jolie) no lo reconoce como a su hijo, desnuda la red de corrupción de la policía de la ciudad. El caso –que le insume a la película casi dos horas y media de relato y una ampulosa reconstrucción de época– incluso tiene otras implicancias y se vuelve aún más oscuro, pero no se puede decir que Eastwood esté aquí en su mejor nivel, a pesar de la calurosa recepción que tuvo en el Palais des Festivals. La película carga con el peso de su producción y finalmente responde a las convenciones más arraigadas de Hollywood, en las que una heroína es capaz de enfrentarse al sistema y restablecer el orden de la justicia.
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