CINE
La Guerra Civil echa luz sobre la relación que las editoriales tienen con la industria cinematográfica. Sin ser espectacularmente rentables de por sí, las historietas son una fuente fantástica de ingresos gracias a las licencias: muñecos, juegos de mesa, videojuegos, mochilas (y todo el aparataje escolar), dibujos animados y un etcétera larguísimo de productos, culminan en las películas, que se hacen cada vez con mayor regularidad. Marvel tiene contratos con decenas de empresas y ya cuenta con su propia productora cinematográfica. DC es desde hace años una subsidiaria del estudio Warner Bros., y también tiene contratos y licencias por sus personajes más populares con decenas de empresas.
A mano con la rentabilidad, el producto que llega a la pantalla grande empezó a afectar al que le dio origen. Hace algunos meses se anunció que, tras 21 años de matrimonio, Peter Parker estaba soltero nuevamente. Más allá de la vuelta de tuerca argumental torpe (a partir del asesinato de la abuela de Parker tras la revelación de su identidad como Spider Man en La Guerra Civil), la decisión de los ejecutivos de la editorial tiene una justificación sencilla: el personaje se parece más al del cine y el lector joven se identifica más fácil. Los aracnófilos pusieron el grito en el cielo.
Los fans del Capitán América, en tanto, tienen un dilema similar por delante. La nueva versión tendrá un traje más oscuro y rompe un tabú histórico del héroe: llevará una pistola, que para los tiempos que corren parece una inocentada, pero para el personaje era algo impensado. Aunque se preguntan cómo aparecerá en pantalla el año que viene.
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